Tenemos uno de los gobiernos municipales más ineficientes en México.
Específicamente está ubicado en el lugar 76 de 77 ciudades evaluadas del país, sólo arribita del de Tlaxcala que está considerado como el último lugar.
Eso lo señala el IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C.) en su último reporte “Índice de Competitividad Urbana 2012” publicado en este año cuando analiza el componente de “Gobierno Eficiente”.
En otros componentes como en el de “Economía Estable” o “Sistema Político” que miden entre otros temas qué tan propicio y estable es el clima para los inversionistas, empresas e individuos para planear y tomar decisiones en el corto y largo plazo; y la legitimidad de los gobiernos y el potencial para que éstos sean más estables y efectivos, respectivamente, también nos fue fatal. Lugares 75 y 68 de 77 ciudades evaluadas.
Al final Nuevo Laredo, una orgullosa región por donde se facilita el cruce diario de valores que significan el 18% de todo el Producto Interno Bruto (500 millones de dólares diarios, el doble de todo el captado por el turismo en México), debe conformarse con estar en los últimos lugares de la tabla de competitividad, gracias, entre otros factores, a su pésimo gobierno, carente de empatía con los ciudadanos y de un interés mínimo por llevar a cabo procesos de planeación incluyentes y participativos que pongan en la mesa de diseño de políticas públicas la experiencia y capacidad de empresarios y ciudadanos que diariamente contribuyen en la economía nacional con su energía y decisión.
Las obras que actualmente se realizan en Nuevo Laredo, como el poliforum o las tirolesas o canchas de futbol sintético que se promocionan en cuanto espacio público o de medios existe, no contribuyen para nada a elevar nuestra capacidad de atraer o retener inversiones y talentos, que es lo que significa ser más competitivos. Más bien son obras de capricho o meras “puntadas”, que nunca fueron planeadas ni mucho menos analizadas desde una perspectiva de mediano y largo plazo.
La mejor estrategia, consistía en incorporar en el diseño de las políticas públicas, en la ejecución del presupuesto y en la fiscalización de los recursos públicos a los ciudadanos de la región, nuestro capital humano, especialistas en cómo facilitar grandes procesos productivos como el comercio exterior, la logística y la generación de tecnologías; a los integrantes de organizaciones de la sociedad civil profesionalizadas y con capacidades cívicas de alto nivel expertos en “aterrizar” programas enfocados a elevar el nivel de vida de la comunidad y por supuesto a académicos e investigadores sociales que aportaran sus metodologías científicas para que estos procesos de democracia participativa tuvieran indicadores de evaluación sistemáticos y precisos.
Nada de eso se logró en estos dos años y nueve meses.
Al contrario. Se suprimieron los programas en coinversión social con las organizaciones de la sociedad civil para dar paso a un sistema de “apoyos” para aquellas que estuvieran dispuestas a ser “clientes” del gobierno o del presidente municipal. Los institutos ciudadanos, como el de competitividad, el de la mujer, el de vivienda o el de planeación fueron prácticamente cerrados, porque como en ellos deciden por mayoría los ciudadanos no tenía el alcalde el “control” de las decisiones. El comité de Transparencia integrado por ciudadanos, con una década de participación fue cerrado, lo mismo sucedió con el de evaluación. La idea es que nadie los fiscalizara, que nadie les espetara públicamente su indolencia en temas de transparencia y rendición de cuentas, como lo demuestra el que este mes se cumpla un año sin que actualicen la información financiera en la página oficial del municipio.
Ante ello, el resultado del IMCO no es sorpresivo, pero si es una pena, porque la tendencia de Nuevo Laredo en materia de competitividad iba en ascenso como se ve en los reportes emitidos por el CIDE y AREGIONAL con datos de 2010, en donde Nuevo Laredo se posicionaba ya como una de las quince ciudades más competitivas de México y la primera de Tamaulipas.
¿Qué vamos a hacer, dejaremos que nuestra ciudad se nos vaya de las manos?
La respuesta es aprender de estas experiencias lo más rápido posible y no permitir que la participación ciudadana se vuelva a convertir sólo en un discurso.
Lo que un gobierno realiza en su gestión repercute de manera permanente en una comunidad, en la vida de todos nosotros. El que hayamos soportado un gobierno ineficiente, carente de método y de planeación, temeroso de la fiscalización ciudadana, acuartelado en sus boletines y en sus voceros patrocinados nos ha llevado a un lugar en donde nunca había estado nuestra ciudad con respecto a otras y a nosotros mismos.
Sin duda esta transición de partidos es producto de ello, de la lejanía entre ciudadanos y gobernante y del castigo a su gestión.
Ahora debemos sentar las bases de manera clara y precisa, en un escenario más limpio y transparente.
Nuevo Laredo es nuestra casa y nuestra vida, trabajemos por mejores resultados.
José Leopoldo Lara Puente
Candidato a Doctor por la Universidad Complutense de Madrid, España, Leopoldo Lara Puente es un Notario Público tamaulipeco que se ha distinguido por ser promotor del capital social y del ejercicio de los ciudadanos en las acciones públicas. Fundador de diversas organizaciones de la sociedad civil y empresariales, actualmente es editorialista de un periódico de su localidad, desde donde nos comparte sus propuestas y experiencia ciudadana.