Por Leopoldo Lara
En veintiocho días habrá elecciones locales en 14 estados.
Serán las primeras elecciones locales durante el gobierno de Peña Nieto.
De sus resultados se desprenderán muchos análisis. Uno de los más importantes: la participación de los ciudadanos en ellas.
El modelo de elecciones que nuestro sistema político electoral produjo y que “garantizaba” resultados previsibles hasta hace unos años ha quedado en definitiva completamente superado.
Es cierto que el partido promotor de ese viejo esquema clientelar, el PRI, ha vuelto a escena retomando el poder federal y en muchos estados y municipios del país.
Sin embargo, los argumentos para lograrlo han tenido que ser mucho más innovadores, de cara a un público más interesado, con capacidades comunicativas y de interacción social más especializadas.
El añoso modelo de comunicarse con la sociedad a través de los “viejos interlocutores” como los medios de comunicación tradicionales, es ya una remembranza nada más.
Quien así no lo vea, está condenado al fracaso, no sólo en las campañas, también en el gobierno, en caso de que lo alcance.
En su libro “Switchers” (2012) sobre campañas políticas y estrategias electorales, Gabriel González-Molina define el problema muy nítidamente: “los líderes desconocen qué piensan y qué sienten los electores al votar… las campañas actuales no cautivan al electorado, debido principalmente a que no articulan sus necesidades y aspiraciones”.
Como consecuencia de esa falta de entendimiento veraz en ambos sentidos, se generan dos grandes problemas: el primero, que los pronósticos electorales contienen errores garrafales, incluso de aquellas casas encuestadoras que antes no se equivocaban; por otra parte, que la lucha por los votos “indecisos” facilite su “compra” y por ende la deslegitimación de la elección y del ejercicio de gobierno.
Ambos temas ya se comprobaron justamente en la elección federal del año pasado.
Para González-Molina, la “diferencia” de estas nuevas elecciones con las anteriores, radica en el nuevo tipo de elector que ahora las decide: el switcher.
Antes llamado “indeciso”, el switcher es un elector que en efecto no decide aún por cuál partido o candidato votar, pero que ya no se abstiene.
No es indeciso, sino que su intención de voto gravita entre dos o más propuestas electorales. Ante ello la moneda está mucho más tiempo en el aire que antes; casi incluso hasta el mismo día de la elección, en donde, según afirma el autor del libro, todavía en la fila para votar, al menos uno de cada cuatro switcher piensa por quién lo hará.
¿Qué está fallando a los partidos, a los candidatos y a sus campañas?
Lo mismo que falló en las del 2012: no conectar con el público, con sus necesidades reales y ante ello, hacer pronósticos sobre bases falsas.
Suponer que apostar sobre propuestas corporativas y unilaterales puede cubrir el espectro general de los ciudadanos y sus demandas recogidas a través de estudios con metodologías que no incorporan el perfil de ese nuevo ciudadano.
Hoy tenemos campañas que se siguen enfocando en resaltar lo bueno de su candidato y lo malo del otro en temas personales, pero nunca de conectar con ese nuevo elector inteligente, que ya ha definido elecciones.
¿Qué sucederá ante ello?
Resultados fuera de pronóstico que generen dudas y reclamos y que lleven el momento normal de la polarización que genera una campaña hacia un momento posterior en el que se requiere de legitimidad y armonía, como es propiamente en el ejercicio de gobierno y de la representación popular.
El ciudadano está subvalorado y la factura que cobrará será elevada.
El problema es que parece que los partidos no entienden la lección del 2012, cuando se pronosticaba (por casi todas las encuestadoras) que el candidato del PRI arrasaría en las elecciones con una diferencia de dos dígitos que se convirtieron en apenas poco más de 6 puntos.
La expectativa previamente comunicada provocó falta de confianza en los organismos electorales y con ello el inicio de un gobierno con esa carga que remontar.
El principal reto de los partidos y de sus candidatos es lograr generar propuestas auténticas y sólidas, generadas mediante un proceso de comunicación bilateral con los ciudadanos, hacer un switch que aproveche los nuevos mecanismos de comunicación de las redes sociales y que nos permita a todos conocer realmente la postura de esos candidatos y decidir sobre esa base.
Luego, ya en esa línea, que los gobiernos fomenten y respeten la decisión e intervención ciudadana en todas las acciones públicas para que el proceso de rendición de cuentas se haga una realidad y legitime la acción de gobierno.
Porque es necesario que lo tengan claro, los switchers, es decir, los ciudadanos conscientes de su papel en la comunidad definirán de nuevo las elecciones, la permanencia o no de los gobiernos y la responsabilidad de los malos gobernantes.
Y así, por siempre.
José Leopoldo Lara Puente
Candidato a Doctor por la Universidad Complutense de Madrid, España, Leopoldo Lara Puente es un Notario Público tamaulipeco que se ha distinguido por ser promotor del capital social y del ejercicio de los ciudadanos en las acciones públicas. Fundador de diversas organizaciones de la sociedad civil y empresariales, actualmente es editorialista de un periódico de su localidad, desde donde nos comparte sus propuestas y experiencia ciudadana.