“¿Ve usté esas torres de luz? Pues están en nuestros terrenos, los dejamos que los construyeran hace años, pero ya estamos pensando como llegarle a la empresa pa’ sacarle más.
El año pasao ya les torcimos la mano con la carretera y hubo lana pa’ todos ”. Una sonrisa de satisfacción mostró su rostro y siguió tomando la cerveza –que no era la primera- sentado en el tronco tirado que usaba de asiento enfrente de su casa ejidal, entre ladrido de perros, cacareo de gallinas, maullidos de gatos y otros animales domésticos alrededor de nosotros.
Yo no la creía pero así era. El líder de los ejidatarios lo decía con aquel cinismo y seguridad en sí mismo… recuerdo que a su camioneta, una pick up de los 80’s le había puesto al frente la calavera de una vaca, y él, traía su cadenota de oro con una sortija colgando de ella que le caía al pecho descubierto y su sombrero tejano… ¡no faltaba más!
Sabía que la empresa había tenido que negociar y pagarle a la comunidad la vía de acceso a la planta que cruzaba por la propiedad ejidal. Habían hecho un plantón a la entrada, no dejaban pasar a los vehículos y por varios días tuvieron que parar operaciones, hasta que ‘negociaron’ los mejores términos posibles sobre una situación de facto, que no había sido bien arreglada desde un principio.
Más aun, al preguntarle por los problemas de la comunidad, era lógico que no hablara de su control férreo sobre los otros ejidatarios, ni de las quejas que contra él tenían por sus malos manejos de los fondos comunales, pero sí de aquello que les molestaba de la planta cercana: sus emisiones, su ruido, sus camiones y ¡el que no le dieran trabajo a su gente!, lo cual era verdad pues todavía no se tenía el control ambiental deseado y por temor a problemas internos, no querían saber nada de contratación con “esa gente conflictiva”. Esto lo había usado como arma de ataque una y otra vez en contra de la empresa con pingües resultados.
Me acompañaba un miembro del cabildo que me había asignado el Presidente Municipal del pueblo cercano, ya que en esa ocasión y bajo esas circunstancias era la mejor forma de conservar la identidad de quien me contratara. Era de suma importancia llegarle a él, pues era quien más problemas había causado a la comunidad y a la empresa, y saber como pensaba y actuaba, para tener suficientes elementos para contrarrestar sus acciones.
Esa misma noche desde el hotel del poblado cercano, recomendé a mi cliente verificar de inmediato con sus abogados la situación legal de las torres de alta tensión, porque por ahí se estaban enfocando ahora las baterías del líder, con quien nunca habían tenido un acercamiento previo a cualquier acción de la planta; con la certeza de que el tener la parte legal arreglada a nivel de oficinas de gobierno, era suficiente.
En este caso particular Talón de Aquiles mostró su debilidad en lo siguiente:
1.Hacer obras –llámese vías de acceso, tendido de líneas de energía, etc.- sin tener todos los elementos legales perfectamente amarrados,
2. Partir del supuesto de que habiendo arreglado las cosas con las autoridades y dependencias de gobierno, ‘todo lo demás se daría por añadidura’,
3. Desconocer el modus operandi de los líderes comunitarios, los que desgraciadamente en la mayoría de las ocasiones, dejan mucho que desear en su honestidad y compromiso,
4. Dejar de hacer un esfuerzo adicional por conocer las necesidades reales comunitarias y actuar –dentro de lo posible y de manera programada- en consecuencia,
5. Desconfiar y no buscar dentro de la comunidad aquellos líderes naturales que, siendo gente de bien, pueden en un momento dado coadyuvar en la implementación de programas sociales trascendentes,
6. Ignorar que se debe contar con un sistema de seguimiento de los eventos, pues si en las negociaciones había habido un beneficio por una presión social, habría que esperar que siguieran buscando otros medios de ejercer presión adicional y sacar más beneficio,
7. Rechazar a priori la existencia de potencial laboral en una comunidad que habiendo sido tradicionalmente conflictiva, en ocasiones con reclamos justificados por los impactos negativos de la operación diaria que los afecta en su nivel sensorial, pudiera proveer mano de obra para cualquier tarea, y
8. Seguir retrasando la solución a fondo de los elementos generadores de contaminación de la planta, optando por acciones correctivas parciales, argumentando la falta de recursos, pero prolongando la inconformidad de los vecinos.
Dr. Luis Béjar
Gerente de Desarrollo Regional y Comunitario de CASOLAR en Manzanillo, Col., con investigación social (1977-1981). Subdirector de Proyectos Especiales y Subdirector de Operación y Evaluación Social del Instituto de Acción Urbana e Integración Social -AURIS- del Estado de México (1982-1988). Investigador de VITROTEC y Gerente de Tecnología Ambiental Corporativo, de la DITAC de VITRO, estableciendo el Sistema de Evaluación de Programas de Control Ambiental (1988-1990). Miembro del Comité Espejo Mexicano que está participando en el desarrollo de la Norma ISO 26000 sobre Responsabilidad Social (2006-09), y miembro del equipo de trabajo que está revisando la Norma Mexicana voluntaria (NMX) sobre Responsabilidad Social (2007-09).