Los países que hoy desarrollan y mantienen una estrategia para el turismo serán los triunfadores de mañana.
¿Por qué los viajeros prefieren ir a Suiza que a Ucrania?
La razón es simple: Suiza es más atractivo, limpio y seguro como destino de negocios o placer. Además, su mezcla de cultura, lujos y belleza natural es conocida en todo el mundo.
Sin embargo, las bondades que brinda Suiza y otros países a sus turistas no son gratuitas. Cuidar el medio ambiente y, al mismo tiempo, promover el turismo es un complicado balance pero fundamental, sobre todo cuando el número de turistas en el mundo crece a un ritmo vertiginoso.
Un estudio de Booz Allen Hamilton que es parte del Índice de Competitividad de Viajes y Turismo 2008 del Foro Económico Mundial encontró que los factores ambientales son determinantes para saber si los sectores de turismo y viajes prosperarán o no en los próximos años.
El reporte evaluó la salud del turismo en 130 países con base en los viajeros, los operadores, las autoridades, el marco regulatorio, la infraestructura y el costo para los recursos naturales, culturales y humanos.
Este año, por primera vez, el índice también calificó a cada país según su sustentabilidad. Entre los aspectos examinados, el estudio consideró el rigor de las regulaciones ambientales y hasta qué grado se cumplían los niveles permitidos de emisión de dióxido de carbono, así como el porcentaje de especies en peligro de extinción en el país.
La investigación halló una correlación directa entre los países con buen puntaje en el índice general de competitividad y los que lograron buen puntaje en el componente de sustentabilidad.
Suiza, por ejemplo, tiene el primer lugar en el listado general sobre 130 países en el índice y ocupa el segundo lugar en sustentabilidad ambiental, mientras que Ucrania ocupa el lugar 100 en aspectos generales y el 83 en sustentabilidad ambiental. Esto explica por qué el turismo en Suiza generó 60.9 millones de dólares en 2007 y el de Ucrania, sólo 11.3 millones millones de dólares, si Ucrania es casi 15 veces más grande que Suiza.
Si bien es importante que al turismo de un país le vaya bien, grandes cantidades de visitantes alteran los patrones de desarrollo, afectan los recursos naturales, el abastecimiento de alimentos y contaminan, lo que ahuyenta a futuros visitantes.
Basta con preguntarle a alguien qué siente cuando visita por segunda ocasión una playa virgen y encuentra en su lugar arena erosionada por la construcción, agua contaminada por los desagües y arrecifes de coral diezmados por las toxinas y los buzos negligentes.
Estados Unidos ocupa el primer lugar en desarrollo económico general, pero tiene el lugar 100 en sustentabilidad ambiental, debido a las débiles medidas regulatorias para combatir el calentamiento global, el consumo energético ineficaz y los altos niveles de contaminación del aire en las principales ciudades del país.
Sin embargo, Kenia ocupa el lugar 19 en sustentabilidad, pero el 102 en desarrollo económico, debido a los bajos puntajes que obtiene en transporte terrestre y en tecnologías de la información y comunicación.
La sustentabilidad en la industria del turismo de un país no se logra sólo con recoger la basura o implementar regulaciones o normas ambientales para aerolíneas, operadores de hoteles y resorts o desarrolladores.
Desde hace tiempo, el sector privado es renuente a invertir recursos adicionales para cumplir con regulaciones ambientales. Pero la sustentabilidad es fundamental para todos los países que buscan me jorar su competitividad a largo plazo en la industria de viajes y turismo.
Los gobiernos deben incitar al sector privado a ser parte del esfuerzo y, por lo tanto, a pensar en la sustentabilidad no como una amenaza, sino como una oportunidad. A medida que crece la preocupación por el medio ambiente, en particular entre los viajeros con alto poder adquisitivo, la calidad de la sustentabilidad de un país será su emblema a nivel global. La duda es cómo establecer, promover y gestionar continuamente una estrategia ambiental que dé forma a ese emblema.
Los problemas de medio ambiente que enfrenta la industria de viajes y turismo se dividen en cuatro, cada uno con distintos efectos a nivel global, regional y local.
El primero son los altos niveles de dióxido de carbono que emiten los aviones comerciales, exacerbados por el uso de aire acondicionado, calefacción y transporte terrestre de las aerolíneas.
El segundo es el deterioro de los recursos naturales que sufren algunas regiones de un país. Abarca desde la falta de suministro de agua limpia hasta las playas estropeadas por el exceso de proyectos inmobiliarios.
El tercer flagelo son los desechos, un problema local que afecta y pone en peligro en el corto plazo los ecosistemas y al turismo en general.
Por último, la contaminación por ruido, un problema local, especialmente para las zonas cercanas a los aeropuertos, que aún no tiene solución, a pesar de las mejoras significativas que establecieron los constructores de aviones modernos.
Abordar estos problemas de manera holística, no sólo a corto plazo, sino de manera sostenible, requiere un liderazgo en el sector público que a me nudo implica regulaciones más estrictas.
Un marco regulatorio exitoso necesita abarcar cada efecto de la industria de viajes y turismo en el medio ambiente. También requiere una legislación que establezca estándares y metas claras para las emisiones de carbono, el reciclaje y el uso de servicios públicos.
Sin embargo, las políticas no funcionan a menos que los gobiernos aseguren el establecimiento de medidas y acciones, y les den seguimiento con el fin de evaluar el cumplimiento de sus objetivos y el cambio de conductas que se necesitan dentro de diversas corporaciones.
Montenegro es un ejemplo de cómo este tipo de marco regulatorio se pone en práctica. Esta nación votó para independizarse de Serbia hace menos de dos años y ya experimenta un auge en el turismo. Para evitar los problemas causados por el turismo masivo de sus vecinos del Mediterráneo, el país puso en marcha un programa para el desarrollo de su industria de viajes y turismo que protege la naturaleza y fomenta el ecoturismo.
El programa incluye esquemas fiscales para controlar emisiones, requisitos para el uso de la tierra y evitar su deterioro, y políticas para atraer inversión de operadores con experiencia y conocimiento de la industria que sean sensibles con el medio ambiente.
Los proyectos amigables con la naturaleza deben ser liderados por el sector privado, tales como los de transporte, infraestructura, producción de energías alternativas y gestión de desechos. El gobierno puede convencer a las empresas con incentivos.
Cuando California pus o en marcha una ley que obliga a sus grandes contaminadores industriales a reducir sus emisiones de efecto invernadero en 25% para 2020, el estado creó un mercado del carbono que permitió a los productores de energías limpias vender créditos de carbono a las empresas contaminantes. También destinó 3,200 MDD para financiar la instalación de paneles solares en un millón de azoteas para 2018.
Sin duda, la mejor solución es que tanto el sector privado como el público participen y así, ganen. Aunque parezca extraño, puede lograrse.
México está en el lugar 55 mundial por sus altas calificaciones en abundancia de recursos naturales y culturales. Muchos de sus principales atractivos turísticos son Patrimonio de la Humanidad.
Esta gran oferta es reforzada con fuertes campañas y proyectos internacionales de promoción turística, algo que es prioridad para su gobierno, indica el reporte del Foro Económico Mundial.
Pero la industria turística mexicana aún no alcanza su máximo potencial. Algunas áreas requieren atención. Tiene poca oferta e infraestructura de transporte terrestre, altos impuestos en los precios de boletos de avión y cuotas de aerolíneas y, sobre todo, una creciente incidencia delictiva y de violencia. El país obtuvo la posición 122 de 130 en el ranking de garantías de seguridad para los turistas, por debajo de Kenya, China y Estados Unidos.
En un esfuerzo por preservar su herencia cultural y de paisaje, la región de la Toscana, en Italia, fijó barreras regulatorias para la construcción de grandes resorts y ofrece incentivos para recuperar viejas casas de campo y transformarlas en cabañas para turistas. Italia es un ejemplo de una nación que mejora la sustentabilidad de su industria de viajes.
Este país está en el puesto 28 en competitividad en viajes y en el lugar 39 del rubro de sustentabilidad en general.
Sin embargo, ocupa un preocupante 113 en sustentabilidad del desarrollo de su industria de viajes. Los resultados del reporte del Foro Económico sugieren que Italia debe trabajar más para preservar su patrimonio cultural y natural.
Casi cualquier nación del mundo tiene algo que ofrecer al viajero curioso, ya sea en cultura, historia o belleza natural. El factor que marcará la diferencia entre esos países es la manera en que desarrollan, promocionan y preservan sus atractivos, no sólo para los viajeros de hoy, sino para futuras generaciones.
Fuente: RINGBECKES, Jürgen y GROSS Stephan. El único camino. Expansión. Mayo 2015, año XLVI, Núm, 1165, p. 88– 92.