Copenhague, Din. “Nuestro verdadero banco mundial es la biodiversidad”, dice Dalia Conde, la única investigadora mexicana que presentó un trabajo en el Foro Abierto de Ciencia Europea (así lo escriben, como si en Europa la ciencia fuera diferente, o ESOF, por su sigla en inglés), que se llevó a cabo en Copenhague, Dinamarca, la semana pasada.
“Es de donde en última instancia vienen todos nuestros recursos renovables, salvo por la luz del Sol”, explica la mexicana que actualmente está en la Universidad del Sur de Dinamarca.
Pero “para manejar este activo” necesitamos, sin duda, conocerlo y de momento “estamos manejando un poquito a ciegas”, afirmó en la presentación su trabajo.
Para que los conservacionistas y los generadores de políticas públicas puedan trabajar en conjunto con los científicos en el tema se necesitan muchos más datos sobre las poblaciones de plantas y animales y que los que existen estén disponibles para todo el público.
El trabajo que presentó durante el foro es, de hecho, un trabajo previo al que es la gran aspiración de Dalia Amor: se trata primero de saber cuánto sabemos sobre la biodiversidad del planeta.
“Ni siquiera con los vertebrados sabemos. Hemos empezado con ellos porque pueden decirnos mucho sobre extinción, sobre su hábitat, porque son los más estudiados y porque le gente se relaciona más con ellos (ver recuadro)”, en especial cuando los puede ver en los zoológicos.
“Hemos recolectado datos de muchas publicaciones para hacer un índice de vertebrados, que puedas buscar lo que se ha publicado sobre cada especie.
“No les puedo decir los datos exactos hasta que se hagan los controles y se refine la estadística, hasta que la publicación pase por una revisión por pares y se publique (lo que espera que ocurra antes de que termine en el 2014), pero se sorprenderían al saber que sabemos mucho menos de lo que creemos saber”.
“Una vez que sepamos lo que no sabemos, será tiempo de empezar a tratar de conocer lo que falta e incluirlo en un gran índice de la biodiversidad del planeta”, de acuerdo con la investigadora mexicana.
Proyecto multidimensional
Para Dalia y su grupo de colaboradores (diversos biólogos) es necesaria no sólo la información que se ha publicado, también la que no se ha publicado, pues “muchas veces los investigadores sólo publican lo que les interesa para probar una hipótesis, pero tienen más datos, los cuales podrían probar otras hipótesis o, si fueron colectados, digamos, en los años 40, hacer estudios temporales”, comenta en entrevista.
El proyecto del índice sería muy complejo y apenas están definiendo parámetros e incluirá datos demográficos, genéticos, ecológicos, biológicos y el equipo está planeando recolectar información de expertos de diversas ramas para definir el proyecto (de hecho, en ESOF hicieron un inédito ejercicio de juntar científicos, hacedores de políticas públicas y representantes de los medios para discutir sobre el proyecto y sus necesidades, un ensayo de lo que piensan hacer más adelante).
El compadre y la comadre
“Lo primero que haremos será un repositorio (de datos) de demografía de plantas que estará disponible en una semana y que se llama Compadre”. Dalia dice la palabra en español con una gran sonrisa, que crece aun más cuando explica que lo segundo será hacer una matriz equiparable de demografía animal que se llamará Comadre (y explica a la periodista danesa que participa en la entrevista que los nombres tienen un significado “relevante” en español).
Y hay más proyectos que se sumarán al banco de la biodiversidad, pero necesitan recursos para generar una base que pueda incorporar nuevos datos y cambiar otros de acuerdo a los nuevos descubrimientos (“por ejemplo, la taxonomía cambia a cada rato”).
“Y lo mágico es que se está haciendo” y que el índice general incluirá la biodiversidad hasta en sus más pequeñas expresiones, como las bacterias o los hongos unicelulares. “Es muy ambicioso, pero ya estamos sacando la primera parte, que es cuánto sabemos, así que estamos muy emocionados”.
“Tenemos también un buen nombre para el índice, pero todavía no se lo puedo compartir”.
Financiamiento, un problema por resolver
El proyecto hasta ahora se ha hecho sin dinero, pero el Instituto Max Planck en Rostock les va a dar el dinero para que la base de datos esté disponible para quien la quiera consultar, para lo que sólo necesitan entre 30,000 y 50,000 euros.
Pero para la elaboración del gran índice de la diversidad mundial, que tendría que poder renovarse con frecuencia, se requiere mucho más.
Es por eso que el año próximo van a aplicar para obtener fondos del Consejo Europeo de Investigación (ERC, por su sigla en inglés), instancia que financia proyectos de investigación que puedan tener un gran impacto en la ciencia y la investigación básica (aunque no necesariamente, en principio, en aspectos económicos o sociales), y que en una primera etapa ofrece 1 millón de euros a los proyectos, y en etapas subsecuentes puede llegar hasta los 3 millones de euros.
Y hablando de dinero, Dalia comenta: “Hemos relegado a los naturalistas, ya no hay dinero para hacer taxonomía, para ir a explorar y los naturalistas todavía tienen un papel importante, hay muchas especies por descubrir. La ciencia se está moviendo hacia cosas revolucionarias pero aún necesitamos conocer a las especies”. Ella misma se involucró en el proyecto informático, pero antes se dedicaba a estudiar jaguares.
Especies para relacionarse
Ahora que se habla de los servicios ecosistémicos, “hay que destacar que las especies, aun las animales, son tan importantes para el hábitat como el hábitat para las especies. No sólo hay que salvar al bosque, sino a sus especies; si no lo hacemos, perderemos también el bosque”, explica Jean-Dominique Lebreton.
Otra razón para enfocarse en las especies es que “el apoyo para la conservación proviene de los políticos, del público y de las comunidades, y para explicar de qué se trata la conservación tenemos que contar la historia no sólo en una forma en que la gente pueda entenderla sin que además se pueda relacionar e involucrar con ella, y es más fácil que la gente se relacione con una especie animal que conceptos abstractos como la conservación, manejo de ecosistemas o el cambio climático”, explicó.
Para hacer el proyecto de conservación de una especie, lo cual se puede planear usando modelos computarizados, “se necesitan los datos, en especial demográficos, y nos faltan muchos datos”.
La sexta extinción masiva
En el pasado remoto de la Tierra se han dado, según la evidencia fósil, seis extinciones masivas de especies. Una de ellas, por ejemplo, acabó con los dinosaurios y fue ocasionada por el meteorito que formó el cráter Chicxulub, que se localiza frente a la península de Yucatán.
Según muchos expertos, con las cosas como van, estamos en el borde de una sexta extinción masiva, ahora debido no a una catástrofe natural sino a la actividad humana.
“Eso, considerando las especies conocidas, pero hay muchas otras que no se conocen y podrían extinguirse antes de que las conozcamos”.
Fuente: El Economista