En una ciudad en la que los automóviles no rebasan más allá de los 15 km/hora en horas pico, el uso de la bicicleta pareciera no ser tan descabellado como medio de transporte alternativo o de transferencia entre un sistema de transporte y otro.
Sin embargo, el camino que enfrenta la bicicleta en la Ciudad de México es más bien cuesta arriba y con obstáculos. Y no se diga la venta de bicicletas. Tan sólo de 2008 a la fecha el consumo de estos vehículos ha disminuido alrededor de 40 por ciento de acuerdo con resultados de las Encuestas Mensuales de la Industria Manufacturera elaborados por el INEGI.
Las difíciles condiciones que los ciclistas enfrentan para desplazarse, los atropellamientos, y los altos niveles de contaminación desincentivan su uso cotidiano y lo relegan como medio recreativo para los fines de semana.
Datos de la Encuesta Origen-Destino de 2007, en el Valle de México el 29 por ciento del total de viajes diarios (alrededor de 6.3 millones) se realizan en automóvil privados y el 60.6 por ciento en transporte público concesionado de baja capacidad (microbús, combis, autobús suburbano y taxi); sólo 8 por ciento se realiza en sistemas integrados de transporte público masivo (Metro, Metrobús, Tren ligero y Trolebús) y apenas un 0.9 por ciento de los traslados se hacen en bicicleta.
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En contraste, ciudades como Copenhague en Dinamarca tienen una tasa de viajes en bicicleta del 55 por ciento del total de los traslados al contar con más de 400 mil kilómetros de ciclovías. La Ciudad de México tiene 80 kilómetros de ciclovías.
Ante este escenario Huffy, firma nacida en 1892 en Ohio, Estados Unidos, busca hacerse de camino y pedalear más rápido en la carrera contra los doce fabricantes mexicanos que conforman la Asociación Nacional de Fabricantes de Bicicletas, quienes también compiten en un mercado que va cuesta arriba.
Ernesto de la Sierra, director general de Huffy en México comenta para Alto Nivel que, tras cinco años de comercialización en México, esperan que el mercado general aumente ventas al menos a 10 por ciento anual alimentado por los esfuerzos que llevan a cabo los gobiernos y asociaciones civiles.
“Huffy es una empresa de bicicletas familiares, nos dedicamos desde la rodada más pequeña hasta la bicicleta más sofisticada, en cada uno de los procesos pensamos en añadir valor de diferente manera”, asegura el directivo.
Sin embargo, esos no son los únicos baches en el camino de las bicicletas en nuestro país. La fortaleza del dólar afecta principalmente a los productores mexicanos dado que alrededor de 90 por ciento de los componentes y accesorios son importados.
Para Huffy, este tema les ha impulsado a ajustar el precio entre 10 y 15 por ciento para los vehículos en México, reaccionando al comportamiento de la divisa respecto al peso.
Diseño y precio, piezas clave
De la Sierra indica que uno de los detonadores que le dará impulso a la carrera de Huffy son los diseños variados en cuadros, llantas y manubrios, la accesibilidad y la distribución en más de mil puntos de venta a lo largo del país.
“Los precios que tenemos son muy competitivos, pero uno de nuestros mayores orgullos es el equipo de diseñadores que tenemos para encontrar cuál es la tendencia, el color, el cuadro y el material que deben de utilizar específicamente para el consumidor mexicano”, dice.
En tanto, los precios de una bicicleta pueden ser sumamente variados. Un modelo de montaña básico fabricado en México se puede conseguir desde 2 mil pesos y las bicicletas de ruta fabricadas con materiales como la fibra de carbono alcanzan precios que rebasan los 100 mil pesos. Huffy pretende competir en este mercado con vehículos entre los 2,500 pesos para rodadas de niños y de 7,000 pesos en modelos urbanos equipados.
Aunque son ganadores de diversos reconocimientos a nivel internacional por sus diseños para bicicletas de ruta y olímpicas, De la Sierra indica que en este mercado, lo importante es no dejar de pedalear para no perder el equilibrio.
“Trabajar duro es igual que pedalear: no descansamos en más de cien años para innovar y para presentar productos de maneras atrevidas; y es que cuando se trabaja con pasión, pedalear es fácil”, concluye.
¿Podrá algún día el gobierno de la Ciudad de México incentivar el uso de la bicicleta como transporte cotidiano?
Fuente: ALTONIVEL