Casi ocho de cada 10 compañías son víctimas de fraude y, en la mayoría de casos, el problema no está fuera, sino dentro de la organización, a través de sus colaboradores.
La multimillonaria multa al banco HSBC México por operaciones de lavado de dinero es sólo la punta del iceberg. Porque, según una encuesta de KPMG, 77 de cada 100 empresas mexicanas son víctimas de fraude.
Lavado de dinero, estados financieros alterados, corrupción y malversación de fondos son algunas de las modalidades que adopta el fraude corporativo. Las causas no se encuentran sólo detrás de los defraudadores oportunistas o profesionales, sino que, en muchos casos, los delitos ocurren dentro de las propias corporaciones, a manos de sus empleados y directivos. De hecho, algunos de los escándalos más cuantiosos de fraude han sido perpetrados por empleados del más alto nivel, como el del banco BCCI, descubierto a raíz del informe Tormenta de Arena o del Bank Of New York.
Imagen, un obstáculo para denunciar
En Latinoamérica y Mexico existen pocas estadísticas y estudios sobre fraude interno en las empresas, pues, según afirman expertos, cuando éstos se descubren, culminan con la remoción del empleado de su puesto por temor a dañar la imagen de la empresa víctima.
Sin embargo, en nuestro país, el perfil del defraudador mexicano no distingue de niveles. A pesar de ser más en los puestos operativos, los más nocivos ocurren en la alta dirección, según una encuesta de la consultora KPMG, que calcula entre 150 y 250 mil pesos los fraudes más frecuentes, aunque otros alcanzan varios millones de pesos.
Según expertos de SAS, el modus operandi de la mayoría de los defraudadores profesionales implica la ‘suplantación de identidad’, que no necesariamente es electrónica. Los delincuentes utilizan nombres, domicilios, números de teléfono o identificaciones falsas para evitar ser atrapados. Pero conforme avanza la tecnología y se invierte en Investigación y Desarrollo (I+D), también se avanza en soluciones que previenen los fraudes, detectan operaciones irregulares de forma instantánea y minimizan la posibilidad de ser víctima de uno de ellos.
Óscar Camarillo, consultor especialista en soluciones de detección y prevención de SAS explica que los tres tipos de fraude más comunes en México son la malversación de fondos, los informes financieros fraudulentos y la corrupción.
Los tres males
La malversación de activos o fondos corresponde al robo o uso indebido de recursos de la compañía, como dinero y bienes. Los informes financieros fraudulentos implican la modificación de los estados contables, mientras que la corrupción ocurre cuando el defraudador usa su influencia o poder como empleado de la empresa de forma indebida en una transacción comercial, con el propósito de obtener un beneficio para él o para un tercero.
El fraude interno es el más denunciado por las empresas mexicanas. “Los casos que más luz pública tienen son los de malversación de fondos y corrupción, pero el fraude interno es uno de los principales fenómenos y no es exclusivo de los bancos. Afores, aseguradoras, Gobierno y otras empresas también son víctima de este tipo de delito”, explica Camarillo.
Según un estudio de Ernst and Young, el 52% de las empresas mexicanas se plantea adquirir una herramienta que les ayude a combatir este tipo fraude, lo que ha abierto una oportunidad de negocio para empresas especialistas en análisis de datos, quienes se centran en optimizar las bases de datos de las empresas, “limpiarlas” y asesorar sobre cómo administrarlas.
“Cada sector de negocio tienen unas particularidades”, afirma Camarillo, quien señala que en banca a instituciones financieras hay muchas áreas de oportunidad para herramientas de antifraude, porque los defraudadores cada vez utilizan más la red y la tecnología para operar.
¿Cómo detectarlo?
“Si dicen que todo va bien, es porque algo está mal. Muchas organizaciones piensan que las cosas caminan de forma adecuada, aunque el fraude no necesariamente es visible”, declara Camarillo.
No existe una receta para evitar el fraude, las empresas especialistas en combatirlo analizan cada caso por separado, desarrollan un ‘caso de negocio’ y venden una solución que implica un nuevo software, además de una serie de controles internos y externos.
“Nos implicamos en conocer los procesos internos de nuestros clientes en la medida en que nos lo permiten, pero hemos evolucionado al grado que podemos detectar fraudes a partir de las relaciones entre los empleados y los clientes”, afirma el consultor de SAS.
No obstante, la cultura corporativa y las buenas prácticas también son parte de la solución, pues, como hemos visto, la mayoría de fraudes en empresas mexicanas son internos. Esta tarea reside en la alta dirección, pues empresas como SAS no incluyen una capacitación ética como parte de su solución. “Sí sugerimos estrategias en este sentido, pero es la alta dirección quien decide a quién implicar en la estrategia de combate de fraude”, puntualiza Camarillo. En este sentido, el consultor señala a Inglaterra como uno de los países en donde las empresas han dado más pasos para combatir el fraude corporativo, mientras que en México quienes más invierten en este tipo de soluciones son los bancos.
Analítica contra robo
Las nuevas soluciones tecnológicas contra el fraude corporativo combaten el fraude en línea, a través del análisis de operaciones con tarjetas de crédito y débito. La base de la tecnología es el análisis de operaciones registradas en un software especial, capaz de detectar fraudes con tarjetas en el momento en el que se están llevando a cabo. Pero eso, por sí mismo, no es suficiente, es necesario contar con una base de datos “limpia” en donde no haya datos repetidos. Esta limpieza también forma parte de la oferta de empresas antifraude.
Camarillo afirma que otra de las necesidades de las compañías en México es “dar seguimiento” a los fraudes, para evitar que se vuelvan a producir. “Se pueden analizar las redes sociales para detectar transacciones entre diferentes cuentas y así descubrir a los defraudadores profesionales antes de que ataquen”, explica.
La tecnología que se ha venido desarrollando permite a las empresas de TI conocer nombres, direcciones y detectar transferencias entre diferentes usuarios en la red. “Las soluciones pasan por dibujar una relación entre cada uno de los datos sociodemográficos con los que contamos, cruzarlos y saber si, por ejemplo, alguien de la base de datos de la empresa suplantó la identidad de otra persona en el pasado, incluso si ocurrió hace años”, asegura Camarillo, que enfatiza en que este tipo de medidas les permite a los bancos, aseguradoras y otras empresas detectar si alguien a quien se considera un cliente, en realidad es un defraudador.
Redes sociales
El análisis de redes sociales «nos permite dibujar una relación entre los usuarios a partir de sus transacciones y datos sociodemográficos», afirma el consultor de SAS. Mensajes de Twitter, datos aportados en cuentas de correo electrónico, mensajes de Facebook o transacciones con Pay Pal pueden ser monitoreadas gracias a software especial con el objeto de prevenir fraude.
Sin embargo, esta herramienta también la utilizan sectores como el financiero para conocer la percepción de su servicio, es decir, como una herramienta de marketing que permite elaborar un estudio de mercado más específico a través del análisis de mensajes en redes sociales, como Twitter o Facebook.
Fuente: altonivel.com.mx
Por: Elie Smilovitz
Publicada: 27 de Agosto de 2012