Yo había escuchado el término Empresa Socialmente Responsable; había sabido de Empresa Familiarmente Responsable, pero nunca había oído de Empresa Sexualmente Responsable… hasta hoy.
Para hablar del tema, obviamente hay que quitarse prejuicios y hablar de sexo francamente, y al hacerlo, hablar también de sus juguetes…
Los juguetes sexuales no son recientes, existen desde hace más de 2,500 años, fabricados en diferentes materiales tales como: cera, madera, piedra y cerámica; ¿Pero que se sabe acerca de los materiales con que hoy en día se fabrican? Nada; un alto porcentaje de los juguetes que hay en el mercado contienen ftalatos, que están considerados por la Unión Europea y por el Departamento de Salud de EEUU como una sustancia cancerígena.
Las personas que acuden a comprar juguetes creen que por el hecho de estar en una tienda, dichos productos cuentan con aprobaciones del gobierno y no son nocivos para la salud.
Hace unos años las autoridades de salud prohibieron los juguetes para niños que contuvieran ftalatos, sin embargo, los juguetes sexuales no fueron tocados. De hecho Greenpeace ya ha hecho varios señalamientos sobre este tema.
La información anterior fue obtenida del site de sexo-verde.org, organismo argentino descentralizado creado para informar a las personas que quieran comprar juguetes sexuales, así como para informar sobre marcas y empresas que cumplen con las normas de calidad y de salud en este contexto.
Llama de sobremanera la atención que en una de sus páginas anuncian un certificado de Empresa Sexualmente Responsable y en ella se lee «Si tu negocio cumple con las Normas de Calidad, Cuidado Ambiental y Salud, puedes solicitar el Certificación de Empresa Sexualmente Responsable», obviamente refiriéndose a aquellas compañías que trabajen con instrumentos sexuales.
En México carecemos de un organismo así y por supuesto de un certificado en esta área, entonces ¿Cómo detectar que algún producto puede ser dañino antes de comprarlo? La respuesta más básica sería por su olor; antes de pagar por el producto, pida que lo abran para olerlo; si el aroma es de plástico fuerte o solvente o grasa similar al de la cocina, no lo compre.
Las recomendaciones más específicas en caso de que usted quisiera comprar un juguete de estos y no quiere poner en riesgo su salud, son:
* Sólo compre juguetes que indiquen sus contenidos
* Busque en el empaque la etiqueta “DOP FREE” o “PVC FREE” o “Libre de Ftalatos”
* Si huele a plástico fuerte, no lo compre
* Algunos productos cuentan ya con el estándar “Empresa sexualmente Responsable”
* Verifique que el producto incluye la etiqueta con los datos del fabricante para futuros reclamos
¿Qué le parece? Indudablemente, la responsabilidad social se extiende hasta límites que muchos ni siquiera se habían imaginado… ¿No lo cree?