Un grupo científico en Estados Unidos publicó un estudio que sugiere incluir un impuesto a las gaseosas y otras bebidas azucaradas para prevenir miles de muertes y enfermedades relacionadas al consumo de estos productos.
El estudio, publicado en la revista Health Affairs estima que gravar con US$0,01 (un centavo) cada onza de una bebida azucarada podría salvar unas 2.600 vidas al año, así como evitar 8.000 derrames cerebrales y 240.000 casos de diabetes anuales.
Pero iniciativas anteriores para imponer el gravamen han fracasado por la oposición de algunos legisladores y la multimillonaria industria de gaseosas y refrescos, y los investigadores coinciden en que cambiar los hábitos de la gente no es tan sencillo.
No obstante, la cantidad de azúcar en la dieta y su correlación con la obesidad y las enfermedades resultantes es un serio y costoso problema de salud pública, particularmente en Estados Unidos.
Calorías líquidas
La directora del estudio, Kirsten Bibbins-Domingo, de la Universidad de Califormia en San Francisco, dijo a BBC Mundo que el consumo de bebidas azucaradas va en aumento al tiempo en que se practica cada vez menos una dieta saludable.
«Estas bebidas promueven la diabetes y el sobrepeso», expresó la experta en epidemiología. «Las sodas no son los únicos alimentos con azúcar excesiva, pero son particularmente problemáticas porque no tienen ningún valor nutritivo».
Bibbins-Domingo señaló que al ingerir calorías líquidas no existe la misma sensación de llenura así que la tendencia es a consumir más.
«Aparte de su efecto sobre el incremento de peso, el alto contenido de miel de fructosa y otros aditivos en las bebidas azucaradas específicamente promueven la diabetes». Este último factor fue lo que motivó la investigación.
Pamela Coxson, matemática de la misma institución, fue la que aplicó los modelos computarizados que prevén el impacto del azúcar en el riesgo de factores de enfermedades coronarias y diabetes entre varios otros cálculos.
Si la reducción prevista por el impuesto entrara en efecto inmediatamente, en un lapso de 10 años se vería una reducción de 2.400.000 casos de diabetes.
«Infartos del miocardio, derrames cerebrales y muertes también se verían sustancialmente disminuidas», aseguró a la BBC.
Proyecta, además, que US$1.700 millones serían ahorrados al sistema de salud pública durante ese mismo período de una década.
«Mucho del ahorro ocurriría por la prevención de diabetes, pues es una enfermedad muy costosa y las bebidas azucaradas están directamente asociadas con esta», afirmó la matemática de la Universidad de California.
Obstáculos
La doctora Coxson recalcó que la medida no frenaría el consumo de los refrescos, pero un impuesto aproximado del 10% sí reduciría considerablemente la cantidad como para tener un efecto significativo.
Ambas investigadoras reconocen que no todo el mundo reacciona positivamente a la idea de un impuesto como manera de modificar los hábitos de la gente.
«En Estados Unidos no nos gusta que nos digan qué es lo que debemos comer y eso es legítimo, además de ser un obstáculo a estos impuestos», expresó la doctora Bibbins-Domingo.
Otro fuerte obstáculo viene de la multimillonaria industria de las gaseosas que moviliza todo su aparato publicitario para influir en las decisiones de los legisladores.
Eso fue precisamente lo que sucedió en Washington D.C. hace poco más de un año cuando el consejo de la capital estadounidense planteó una ley para el impuesto a las sodas con azúcar que fue derrotada.
Uno de los argumentos fue que las familias de menos ingresos sufrirían con el aumento en el precio de las bebidas.
Impuesto «pigouviano»
Eso también es uno de los problemas, dijo a BBC Mundo el doctor Elmer Huerta, experto en Salud Pública en Washington D.C.
«Lamentablemente, las personas de nivel socio-económico más bajo y las comunidades inmigrantes son las que más consumen estos productos», señaló. «Son bebidas azucaradas que brindan algún tipo de satisfacción y les cuestan poco».
Huerta es un defensor de lo que denomina el impuesto «pigouviano», llamado así por el economista británico Arthur Pigou que, a comienzos del siglo XX, formuló la teoría de un gravamen a los productos que tengan un impacto negativo sobre la salud».
«La salud pública puede asirse de estos recursos con éxitos notables», sostuvo el médico ,dando como ejemplo lo que se ha hecho en la lucha contra el cigarrillo. «El mecanismo más importante es el aumento del impuesto».
En otros países se han tomado medidas similares con otros productos cuyo consumo excesivo atenta contra la salud, señaló Huerta.
«En Dinamarca, todo producto que tenga más de 2,3% de grasas saturadas tiene un impuesto. Ese es el país con menos obesidad del mundo», declaró.
Aún así, la doctora Kirsten Bibbins-Domingo dice que el impuesto no debería ser una medida aislada. Este debería ir de la mano de los esfuerzos para educar a los consumidores y respaldar el Acta de Reforma de Salud en EE.UU.
«Hay que proveer más información sobre el contenido de calorías y grasas para que el consumidor tome decisiones bien fundamentadas».
La educación también debería extenderse a los legisladores para que tengan las herramientas y las cifras que respalden la aprobación de leyes como el impuesto a las bebidas azucaradas.
«Eso es lo que esperamos lograr con esta investigación», concluyó Bibbins-Domingo.
Fuente: Bbc.co.uk
Por: William Márquez
Publicada: 18 de enero de 2012.