En México, cuatro de cada 10 personas vive con algún grado de inseguridad alimentaria, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que indican que en total 50.9 millones de personas (42.4 por ciento) padece desde inseguridad leve hasta severa.
Esto también refleja que de los mexicanos que viven en pobreza –que suman 55.3 millones, 46.2 por ciento de la población total– más de 90 por ciento no comen bien, explicó Genaro Aguilar, del Instituto Politécnico Nacional.
De acuerdo con datos de la medición de pobreza 2014 del Coneval, en el rubro de carencia por acceso a la alimentación, 57.5 por ciento de la población tiene seguridad alimentaria. El resto sufre por ella en distintos grados: 22.9 millones (19.1 por ciento) padece inseguridad alimentaria leve; 16.1 millones (13.4 por ciento), moderada, y 11.9 millones (9.9 por ciento), severa.
Incluso, la cantidad de mexicanos en el rango de inseguridad alimentaria severa supera en 500 mil a quienes viven en pobreza extrema, que son 11.4 millones (9.5 por ciento de la población).
Aguilar explicó en entrevista que esta clase de inseguridad incluye varios elementos: El hambre es una parte del problema, ya que hay quien la padece y por eso sufre inseguridad alimentaria. Pero también hay quien come y está desnutrido por deficiencia del consumo de micronutrientes. Sobre todo en localidades urbanas hay niños y adultos con anemia crónica, por lo cual tienen carencia alimentaria.
El derecho a la alimentación adecuada se cumple cuando la gente tiene acceso a los comestibles, pero hay millones que no lo tienen y hay quienes comen una vez al día o no tienen garantizados los víveres del día siguiente. El tema de inseguridad alimentaria se cruza con la pobreza, apuntó.
Detalló que hay cuatro elementos que permiten saber si la gente tiene acceso a la alimentación de acuerdo con las normas internacionales: disponibilidad, acceso a los alimentos de forma permanente, estabilidad (es decir, que todo el tiempo lo tienen) e inocuidad. Un número importante de la población no cubre estas dimensiones y supera lo que se fijó como objetivo la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Hay que recordar que en enero de 2013, cuando se puso en marcha la cruzada, había 11.3 millones de mexicanos con carencia alimentaria severa, y hoy son 600 mil más. El programa no logró abatir el hambre en este sector; en el mejor de los casos, se evitó que creciera.
Si se busca abatir la inseguridad alimentaria se tendría que abarcar a más millones de personas. Una estrategia como la cruzada no será nunca suficiente para atacar un problema que se gesta en la esfera económica. Mientras no se resuelvan los determinantes económicos no habrá programa público que permita abatir el problema, dice. El ingreso no ha crecido desde 1984, el rezago es de 30 años, es un problema estructural.
El Coneval desarrolló la Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA), con la cual plantea que es posible monitorear, en dimensión nacional y con desagregación por entidad federativa, si los integrantes del hogar han observado cambios en la calidad y cantidad de los alimentos e incluso si han tenido experiencias de hambre. La EMSA detecta cuatro posibles grados de inseguridad alimentaria: severa, moderada, leve, y seguridad alimentaria.
Fuente: La Jornada