Por Lesly Michaud, Director de Programa País, World Vision Haití
Haití está que arde. El vacío institucional dejado tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, y el creciente control que las pandillas que se han hecho del 90% de la capital, Puerto Príncipe, mediante el terror, están asolando un país cuya historia está marcada por las crisis.
El fuego cruzado entre bandas y policía tiene efectos que van mucho más allá de lo económico; niños, adultos y ancianos se despiertan con el sonido de los disparos en mitad de la noche. Los enfermos están atrapados y condenados a sufrir sin asistencia médica, o a la muerte, ya que los principales hospitales de la capital permanecen cerrados. Las familias se refugian en el miedo y el hambre orando por su seguridad frente a los asaltos, secuestros y asesinatos en las calles.
¿Cuáles serán los recuerdos de millones de niños que crecen con miedo, hambre y la pérdida de sus seres queridos? ¿Cuáles serán los recuerdos de miles de mujeres, niñas y adolescentes, víctimas de la violencia sexual?
Además de la inseguridad galopante, la imposibilidad de ganarse la vida es devastadora. Millones de haitianos dependen de la economía informal en los mercados y no pueden comerciar en un entorno tan peligroso. Los haitianos también sufren emocional y espiritualmente. A medida que la crisis se agrava, las iglesias y las escuelas permanecen cerradas. La fuente de esperanza es limitada. Para miles de niños que dependen de las comidas escolares como única fuente de nutrición, sus esperanzas de sobrevivir se desvanecen poco a poco.
Como organización cristiana y humanitaria, restaurar la esperanza y plantar semillas de esperanza es el centro de nuestra programación. Hemos proporcionado a los profesores y a las iglesias que no pueden reunirse en persona mensajes —para garantizar el bienestar y la protección de los niños— que se distribuyen a través de las redes sociales. En las comunidades donde las familias desplazadas huyen en busca de alimentos, agua y seguridad, World Vision Haití está reforzando los huertos comunitarios y escolares en las zonas rurales para garantizar el acceso a alimentos nutritivos y suficientes para la población local y para los desplazados forzosos.
Calculamos que más de 362,000 personas se han visto obligadas a desplazarse desde el estallido de violencia el 29 de febrero. Estamos reforzando estratégicamente las capacidades productivas de las familias y comunidades de las zonas rurales para que puedan satisfacer sus propias necesidades, así como las de quienes acuden desde la capital.
Nuestros esfuerzos por fortalecer los medios de subsistencia sostenibles y garantizar el acceso al agua potable en las comunidades son esenciales, ya que la actividad de las pandillas ha interrumpido la cadena de suministro a través del principal puerto y el aeropuerto. Además, permitir que las familias cultiven sus propios alimentos nos permite plantar semillas de esperanza.
Es difícil entender cómo sobreviven las familias en un país donde seis de cada diez personas viven por debajo del umbral de la pobreza, y donde el acceso al agua potable, al saneamiento y a alimentos sanos para los niños es un lujo.
Haití está al borde de una crisis de hambre. El 42% de los haitianos sufre desnutrición aguda grave. World Vision solicita apoyo inmediato, oportuno y solidario para hacer frente a las crecientes necesidades humanitarias de los desplazados internos y de las poblaciones que acuden a la frontera con República Dominicana y a otras zonas rurales frágiles. Los niños y las niñas de Haití merecen una infancia. Merecen una educación, alimentos y un hogar seguro. El mundo no debe cerrar los ojos ante su sufrimiento.