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En RSC pagan JUSTOS POR PECADORES

Por CaRloS Muñoz

Ayer platicaba con una persona a la que conozco desde hace muchos años y mientras yo esperaba entrar a una cita, me contaba con cierta molestia las “penurias” que su institución le hace pasar, tales como caminar largas distancias del estacionamiento al edificio en que está ubicada su área de trabajo, la restricción que tienen para poder acceder a Internet, las dificultades que para chatear tiene con familiares, amigos y galán, lo “chafa” del menú para el personal, la actitud prepotente de su jefe directo y su enorme pesar por tener que pasar su tarjeta por la famosa máquina checadora un determinado número de veces durante el día.

Yo únicamente fungí como receptor pasivo y reafirmo lo que alguna vez expuse en mi columna con relación a que nos quejamos de lo que para algunos son condiciones infrahumanas las que ofrecen ciertas empresas sólo por no dejarnos ser, por no permitirnos ser libres en horas de oficina. Nada más lejos de la realidad. Resulta que en muchos casos hemos sido los colaboradores el origen de que las compañías nos aprieten más las tuercas, ya que el abuso en el que caemos es imperdonable.

Yo le pregunto a esta persona, si está tan molesta, ¿qué rayos hace en esa institución que la trata tan injustamente, según ella?. ¿Cómo es posible que tenga 20 años en la misma organización?. Que quede muy claro, soy imparcial, pero muchos de nosotros hemos vivido experiencias como las de esta conocida, y lo único que pienso es que bien merecido lo tenemos.

La gente cree que una empresa es la extensión de su casa, que ahí puede hacer lo que le plazca y como le plazca, que puede ser libre para hacer y deshacer a su antojo y usar indebidamente los recursos puestos a nuestra disposición para desarrollarnos profesionalmente y como individuos. A muchos, pero muchos mexicanos no les queda claro en pleno siglo XXI que a la oficina se va a TRABAJAR, a ser productivos y competitivos, no a “chacotear”, usar la clave del celular para hablarle a amigos y demás, a hacer trabajos escolares o del hijo o del sobrino, a llevar a nuestros hijos para que conozcan nuestro centro de trabajo (prohibido a menos de que se trate de nuestra propia empresa), a vender bolsas, pulseras y cadenas o ropa, entre otras cosas como todos unos vendedores ambulantes, a jugar “Uno” para no aburrirnos, a abrir páginas pornográficas, de videos, de música y de juegos, entre otras, además claro, de arribar al trabajo a las 9.15 ó más y ponerse en sus marcas, listos, fuera desde las 5.30 p.m. cuando se trata de personal administrativo, el cual, generalmente sale a las 18 hrs., aunque este fenómeno también se da en puestos de más responsabilidad.

Me parece que no hace falta estar en crisis para entender de una vez por todas que tenemos que cuidar nuestra fuente de empleo, de cuidar los recursos de quien nos da la oportunidad de crecer profesionalmente, entendiendo por recursos, la luz, el agua, el papel, mobiliario, teléfono, y por qué no, los recursos humanos, es decir, las relaciones interpersonales a fin de evitar en la medida de lo posible el caos que generalmente “pulula” al interior de las empresas.

El desperdicio de dichos recursos a través del tiempo, bien podría impactar en la situación laboral que predomina en las organizaciones hoy en día y el derroche de recursos, la falta de educación y profesionalismo de muchos empleados, quizá haya mermado la capacidad de las empresas para mantener a sus plantillas intactas, y se vean forzados a tomar medidas drásticas como despedir gente, a fin de equilibrar los daños que por años hemos hecho a ellas inconsciente o peor aún, conscientemente.

Reflexionemos en lo anterior, cuidemos nuestra fuente de ingresos como cuidamos nuestra casa, y por favor, no seamos injustos y andemos por ahí mordiendo la mano de quien nos da de comer y que paguen justos por pecadores, porque cuando de correr gente se trata, generalmente es parejo y “echan” también a quienes son responsables y eficientes en su trabajo. La Responsabilidad Social Corporativa es congruente cuando es ganar-ganar, no abusar-ganar de la empresa hacia sus colaboradores y viceversa.


Carlos Muñoz

Comunicólogo egresado de la Universidad Anáhuac, cuenta con estudios de posgrado de Especialidad en Mercadotecnia y de Maestría en Responsabilidad Social en su Alma Máter.

Es Director de Comunicación de la Asociación Mexicana de Comunicadores (AMCO) y anteriormente se desempeñó como Gerente de Relaciones Públicas en el Hipódromo de las Américas.

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