Una compensación de carbono, en términos generales, se refiere a una reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) o un aumento en el almacenamiento de carbono, por ejemplo a través de la reforestación o restauración de áreas verdes. Desde la perspectiva de los esfuerzos globales para mantener el aumento de la temperatura del planeta menor a 1.5°C, esto tiene como fin realizar una transición sencilla y rentable para las industrias contaminantes.
Sin embargo, a medida que aumentan los riesgos por el incremento de la temperatura global, derivados de la recuperación económica post-COVID 19, se ha cuestionado si aún es funcional apostar por compensar carbono para lograr los objetivos climáticos y garantizar un planeta sostenible para las generaciones futuras luego de que algunas de estas prácticas han sido acusadas de greenwashing.
El problema de la compensación de carbono
Con la actual crisis climática amenazando la salud ambiental, económica y social de la Tierra, ahora es el momento de actuar. No obstante, persisten serias preocupaciones sobre si la práctica de pagar a otros para que reduzcan o eliminen las emisiones a fin de compensar las propias es realmente clave en los esfuerzos contra el cambio climático.
La plantación de árboles es frecuentemente elogiada por gigantes petroleros, como Shell y BP, como la respuesta a la emergencia climática. Puesto que los bosques son una de nuestras mejores líneas de defensa contra el cambio climático y restaurarlos es crucial, pero esto no puede ser un sustituto de la reducción directa de las emisiones de carbono, de acuerdo con Greenpeace UK.
Además, las inquietudes sobre la compensación de carbono se han hecho cada vez más notables. Por ejemplo, los estudios de dos de los programas de compensación más grandes del mundo, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) y la Implementación Conjunta (JI), ambos administrados por las Naciones Unidas bajo el Protocolo de Kioto, sugieren que hasta el 60%-70% de sus créditos de compensación no representan reducciones válidas de GEI.
Mientras que otras críticas han destacado instancias de proyectos de compensación de carbono que dañaron a las comunidades locales o resultaron en daños ambientales más amplios. Entonces, ¿deberían pasarse por alto las críticas y preocupaciones, y continuar con la estrategia de reducción de emisiones que plantea la compensación? Los expertos opinan…
Compensar o no compensar carbono
Al respecto del desafío que enfrenta la humanidad y la mala reputación que ha protagonizado a las compensaciones de carbono, Johan Rockström, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y científico jefe de Conservación Internacional, que gestiona una serie de proyectos en el área, señala que la compensación puede ser valiosa, pero solo si las empresas ya están reduciendo sus emisiones de carbono al menos a la mitad cada década.
En este camino, la compensación de carbono es un esfuerzo adicional más allá de los que ya realizan las industrias. Y coincide con Greenpeace en cuanto a que este método no puede usarse para sustituir la acción constante de reducir emisiones.
«la compensación de carbono es necesaria y tiene un potencial positivo de proporcionar incentivos y, por lo tanto, generar inversiones […], pero, Por otro lado, existe un gran riesgo de mal uso de la compensación, […] como suele ser el caso de compensar la incapacidad de seguir el camino de mitigación definido científicamente».
Johan Rockström, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático.
Siguiendo con Rockström, las empresas no deben utilizar las compensaciones de carbono como sustituto de la reducción real de las emisiones, aún así se les debe alentar a comprar compensaciones. Puesto que ello permitirá mantener los bosques existentes, proteger los océanos para que sigan actuando como sumideros de carbono, cultivando nuevos bosques y cambiando nuestras prácticas agrícolas para que los suelos almacenen carbono en lugar de liberarlo.
En este sentido, compensar carbono correctamente gestionado puede ayudar a lograr estos objetivos y, por lo tanto, pueden ser una sabia inversión por el bien del planeta. «La compensación de carbono es importante, pero solo puede ser una adición: debemos dejar los combustibles fósiles y hacer compensaciones de carbono», puntualizó el especialista.
Regular los créditos de carbono
Simon Lewis, profesor de ciencia del cambio global en University College London señala que la compensación de carbono puede traer beneficios, particularmente en la financiación de la protección forestal, pero con fuertes advertencias.
«Necesitamos pensar en eso, particularmente en los bosques de los trópicos: deberíamos financiar estos activos globales. Idealmente, eso debería estar separado de los mercados de carbono, a través de un impuesto sobre los combustibles fósiles o sobre las transacciones financieras internacionales».
Simon Lewis, profesor de ciencia del cambio global en University College London.
Un bono o crédito de carbono es un tipo de compensación que involucra un permiso para que la empresa que lo posee pueda emitir una cierta cantidad de dióxido de carbono u otros GEI. De acuerdo con Lewis, los créditos de carbono como mecanismos para la compensación pueden ser realmente buenos y menos fraudulentos. Sin embargo, el mercado de carbono carece de una regulación.
«Creo que los mercados de carbono tienen un lugar [importante para combatir la crisis climática], ya que no tenemos otros mecanismos, pero realmente tienen que estar altamente regulados».
Simon Lewis, profesor de ciencia del cambio global en University College London.
Compensar carbono incide en la acción climática
Kevin Anderson, profesor de energía y cambio climático en la Universidad de Manchester, apunta a que la acción de compensar carbono es mejor que no hacer nada. «Piense en volar: si cree que la opción de sus vuelos son bajos en emisiones y contribuyen a la acción climática, continuará tomando más de ellos», añadió.
Y, a esta idea le sigue un problema. Cada vuelo que se realice arroja dióxido de carbono a la atmósfera, donde se seguirá calentando el planeta, y los árboles que se considera que compensarán el viaje tardarán hasta un siglo en crecer.
Anderson también señala problemas de equidad en la compensación: «Las compensaciones se utilizan a menudo para cubrir actividades con alto contenido de carbono en las naciones más ricas, sin beneficiar realmente a los países pobres de los que a menudo se compran».
A manera de conclusión, los expertos coinciden en que la práctica de compensar carbono tiene cierto valor para combatir el cambio climático, pero esta acción no es suficiente para resolver la amenaza inminente que enfrenta la humanidad. Por lo que reducir, eliminar y revertir las emisiones de GEI es un enfoque más efectivo para mostrar un compromiso real con la acción climática.