La opinión del Pacto Mundial de Naciones Unidas -la mayor red de RSE en el mundo y en España- es que la RSE saldrá reforzada de la crisis.
La severidad de la crisis global lleva a preguntarse si la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) va a ser una víctima colateral. Si ahora la prioridad para las empresas es sobrevivir, y se piensa que la RSE no es esencial en este sentido, ¿podría llegar a desaparecer junto con otros gastos considerados superfluos?
Naturalmente en la crisis se revisan estrechamente todos los gastos e inversiones, y los de RSE no son excepción. Están en proceso de reevaluación en muchas empresas, a lo que hay que añadir las dudas tradicionales acerca de qué aporta.
La RSE suele comenzar por la filantropía: proyectos asistenciales, educativos, culturales, etc. Hay evidencias de que es en este tipo de actividades donde las empresas están recortando sus presupuestos, al menos temporalmente, pero no en las relacionadas con riesgos y valor.
El reto es avanzar en la contribución de la RSE a los resultados de la empresa, a la gestión de riesgos y a la creación de valor. No sólo ‘cómo se gasta’, más importante es ‘cómo se gana’ el dinero por parte de la empresa.
Impulsado sin descanso por los máximos ejecutivos la empresa tiene que realizar todas sus operaciones con ética y transparencia (lo contrario ha llevado a muchos problemas empresariales y de directivos). Sin caer en el extremo de pretender que las empresas se conviertan en ONGs ni asuman objetivos propios de los gobiernos.
La RSE contribuye a la creación de valor para la empresa. Esto no es fácil de medir, pero la mayoría de análisis se inclinan ya en este sentido. La reputación de una empresa es un activo intangible; algunos lo valoran en aproximadamente el 10% del valor total de la empresa. Los ingresos están relacionados con la percepción de la empresa que tienen los consumidores; una multinacional española estima que esta relación explica el 27% de sus ingresos en una región determinada.
Los consumidores valoran la RSE, incluso pagando más, como muestra el caso de los electrodomésticos eficientes con el medio ambiente. Hay analistas financieros que consideran la RSE como indicador de buen gobierno empresarial, contribuyendo a la valoración de la empresa por parte de inversores y mercados.
No hablamos sólo de grandes corporaciones. Con la globalización, a través de la cadena de suministros y contrapartes hasta la empresa más pequeña puede verse afectada por riesgos para su reputación.
En mayor medida las grandes que operan en diferentes países y con miles de proveedores. Por descontado que la RSE no es garantía de nada, pero las posibilidades de éxito son mayores si se está preparado.
Que lo anterior no es fácil de implementar salta a la vista dada su importancia y complejidad; aunque ya hay en España empresas líderes con estrategias de RSE muy notables. Pero queda mucho por hacer; por parte de las empresas, pero también del sector público. La RSE es aplicable a las Administraciones Públicas en toda su actividad.
Estas pueden dar ejemplo con servicios de calidad a coste adecuado para el contribuyente, otorgar incentivos fiscales o mayor valoración en concursos y contratos públicos a empresas en función de sus avances en RSE, o implantar la ética y transparencia a lo largo de toda la educación y formación de las personas.
La propia crisis ha mostrado que es necesaria más y mejor RSE (se ha dicho irónicamente que la crisis ha sido una muestra de “irresponsabilidad” en lugar de responsabilidad empresarial).
Las raíces de la crisis se pueden sintetizar en dos focos: ha habido fallos de buen gobierno empresarial y también de supervisión estatal. Ahora se trata de restaurar la confianza en bancos, empresas, mercados, reguladores y supervisores; para ello es esencial actuar con ética y transparencia. Para maximizar la creación de valor a largo plazo de forma sostenible son más importantes que nunca las áreas propias de la RSE: derechos humanos, corrupción, desarrollo, pobreza, educación, medio ambiente, gobierno de la empresa, etc.
No, la RSE no es otra víctima de la crisis. No es una moda; en un estudio realizado por ‘The Economist’ un 70% de primeros ejecutivos de más de 1.100 empresas de todo el mundo respondía que la RSE es una prioridad alta o muy alta para éllos (frente a un 35% tres años antes).
La opinión del Pacto Mundial de Naciones Unidas -la mayor red de RSE en el mundo y en España- es que la RSE saldrá reforzada de la crisis. La RSE es una buena vía para que una empresa mire hacia su futuro.