“Se nos fue” el año y con él cientos de esperanzas para tener una mejor calidad de vida en unos años más. Y es que ahora los océanos están invadidos por plásticos; a nuestro alrededor hay aire contaminado que causa más de 10 mil muertes por año e incluso, las personas están comenzando a abandonar sus hogares por causas del cambio climático.
Construir una economía libre de emisiones de gases de efecto invernadero y dejar atrás las energías contaminantes es uno de los objetivos de la Cumbre Mundial del Clima.
Estamos en la década más decisiva de la historia
De acuerdo con la opinión de Andrés Amayuelas, Arantza García y Eduardo Sánchez publicada en El País, nos enfrentamos a los 10 años más decisivos de la historia de la humanidad y las medias tintas no valen: los actuales compromisos de reducción de emisiones de CO2 por parte de los países más desarrollados (en 2017, aumentaron un 1,5%) son insuficientes y nos llevarían a un calentamiento de más de tres grados a final de siglo.
Para Antonio Guterres, secretario general de la ONU, “se trata de una cuestión de vida o muerte para muchas personas, regiones e incluso países”.
En los siguientes años la sostenibilidad de la vida está “en juego”, pues como dice la antropóloga y activista ecofeminista Yayo Herrero, “¿cómo garantizar condiciones de vida digna para las mayorías sociales —alimento, vivienda, tiempo para los proyectos propios, educación, salud, poder colectivo, corresponsabilidad en los cuidados…— en un planeta parcialmente agotado y con un calentamiento global irreversible?”.
Primero, es necesario que haya una transición verdadera. Debemos dejar atrás el carbón ya que es éste el que está causando más daño al planeta. Hoy más que nunca es necesario garantizar la justicia climática.
Decía el sociólogo Zygmunt Bauman que «cualquier cosa hecha por seres humanos puede ser rehecha por seres humanos. “No podemos dejarnos vencer por discursos catastrofistas y atrincherarnos en el miedo que son, en realidad, un caladero perfecto para el triunfo del discurso del odio. Aún estamos a tiempo. Si nuestros gobernantes no están a la altura, la ciudadanía no se va a quedar de brazos cruzados. Hace pocas semanas, la desobediencia civil no violenta se apoderó de las calles de Londres en defensa del medio ambiente; gritaban alto y claro: rebelión o extinción. Es el momento de abordar de manera urgente una completa reconversión económica y social. El futuro del planeta y de quienes lo habitamos está en juego. No podemos perder el tiempo”.
La gente muere por cambio climático
La gente está muriendo por cambio climático y se teme que empeore con el paso del tiempo. Es por eso que hay que hay que comunicar mejor la urgencia de la acción.
Como ha demostrado un trabajo reciente, el cambio climático provocado por el hombre parece estar favoreciendo los extremos meteorológicos persistentes y amplificados asociados con una corriente de chorro de agua más lenta.
Además de que está afectando seriamente a la salud de los habitantes del planta, el cambio climático está siendo muy costoso. Por ejemplo, en Estados Unidos, la administración de Trump publicó un reporte sobre cambio climático tan esperado que destaca que los impactos del cambio climático “se están intensificando en todo el país”.
Los impactos del cambio climático ya se están sintiendo en las comunidades de todo el país. Se espera que los eventos climáticos extremos y más frecuentes e intensos, así como los cambios en las condiciones climáticas promedio, continúen dañando la infraestructura, los ecosistemas y los sistemas sociales que brindan beneficios esenciales a las comunidades. Se espera que el cambio climático futuro altere aún más muchas áreas de la vida, exacerbando los desafíos existentes a la prosperidad que plantea el envejecimiento y el deterioro de la infraestructura, los ecosistemas estresados y la desigualdad económica.
