Más de un cuarto de las especies de grillos y saltamontes de Europa están amenazadas por actividades humanas, como la agricultura y el turismo. Un estudio realizado a lo largo de dos años por más de 150 investigadores de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) indica que ese grupo de insectos es el que sufre más riesgo de extinción en el continente. “Si no empezamos a afrontar ya ese problema, el canto de los grillos será una cosa del pasado”, afirma Jean-Christophe Vié, director del Programa Global de Especies del IUCN.
Los investigadores han estudiado 1.082 especies de Orthoptera, el nombre científico de ese grupo de invertebrados, para elaborar la Lista Roja de Especies Amenazadas, que es el sistema más aceptado del mundo para medir el riesgo de extinción. De las 739 especies endémicas de Europa (es decir, que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo), 231 (31%) están en peligro. Las zonas europeas con mayor diversidad de esos animales están el sur del continente, sobre todo en el Mediterráneo, y las especies endémicas se concentran en la península Ibérica, los Balcanes y las grandes montañas (los Alpes, los Pirineos, los Cárpatos y los Apeninos). En algunas de esas regiones, como la costa mediterránea, están las especies más vulnerables.
El estudio indica que la actividad que más amenaza el hábitat de los ortópteros europeos es el uso de la tierra agrícola. «La agricultura tradicional y el pastoreo han sido reemplazados por prácticas industriales intensivas. Se cría el ganado a gran escala, y los agricultores utilizan fertilizantes y pesticidas. Los prados se cortan dos, tres o incluso cuatro veces al año. Estos son todos los cambios que muchas especies no pueden tolerar», afirma Axel Hochkirch, presidente del Subcomité de Conservación de Invertebrados de IUCN y principal responsable de la investigación.
Hasta el momento, ninguna especie de grillo o saltamonte ha sido catalogada como extinta en Europa, pero siete han sido señaladas como «posiblemente extintas» en el continente y seis en los 28 países de la Unión Europea. Una de ellas el saltamontes de Gran Canaria, que no se ha encontrado desde 1966, a pesar de las búsquedas durante los últimos años. Otro ejemplo es un grillo endémico de Sicilia, Ephippger camillae, que no ha sido visto desde finales del siglo XIX —aunque los científicos señalan que los grillos de arbusto pueden sobrevivir en «bolsillos» del hábitat restante—.
Algunas especies, a pesar de no entrar en el catálogo de posible extinción, han experimentado el declive en el número de ejemplares, como es el caso del saltamontes del Crau, cuya población ha empezado a disminuir en el siglo XX, incluso dentro del área protegida (la Reserva Natural Nacional del Crau), hasta perder el 70% en los últimos diez años.
Otras amenazas
La Lista Roja de la IUCN ha identificado el aumento de la frecuencia de incendios en Grecia, la península Ibérica y las Islas Canarias como amenaza para 173 tipos de ortópteros, sobre todo los grillos, que depositan sus huevos en la vegetación. Los saltamontes se ven afectados principalmente por el turismo, principalmente en la costa mediterránea, las islas y montañas, con actividades que van desde el ciclismo hasta la construcción de estaciones de esquí.
«El principal problema con el turismo es la destrucción de hábitats para la creación de hoteles y centros recreativos. En las últimas décadas, nuevos clubes de golf han destrozado varias áreas», afirma Hochkirch. El investigador cree que la aplicación de políticas para promocionar el ecoturismo no ayudaría a mitigar el problema y defiende que la solución es conservar los hábitats costeros restantes, así como los ecosistemas montañosos.
En cuanto al uso agrícola del suelo, el equipo del IUCN defiende cambios en la Política Común de Agricultura de la UE para que se fomente las prácticas tradicionales en vez de las industriales. «Las políticas de protección deben centrarse en esos animales. Cualquier decisión de financiación puede afectar a cientos de especies de saltamontes, grillos y probablemente miles de insectos», sostiene Hochkirch.
Fuente: ElPaís