El Papa Francisco exigió en Chiapas legislaciones que eviten que las familias no tengan los recursos básicos para sobrevivir.
«La forma de combatir esta precariedad y aislamiento () se tiene que dar a distintos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar.
«Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad», insistió, en su discurso pronunciado en el Estadio Víctor Manuel Reyna de Tuxtla Gutiérrez.
Francisco explicó que la precariedad que sufren tantos es aún más peligrosa cuando se une al aislamiento.
«Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento.
«Y el aislamiento siempre es un mal consejero», afirmó Francisco.
Respondiendo a los testimonios de algunas familias que acudieron al encuentro, entre ellos unos divorciados vueltos a casar y una madre soltera, el Papa jesuita también criticó las sociedades narcisistas y obsesionadas con el confort.
«Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort», razonó.
Denunció el debilitamiento que sufren las familias de hoy, las cuales, según Francisco, no tienen espacio en las sociedades modernas.
«Nuestras sociedades que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento», afirmó.
En esta línea, recordó a la Virgen de Guadalupe, que como ha repetido el Papa en varias ocasiones, es el valor añadido que tienen los fieles mexicanos.
«Ustedes queridos mexicanos tienen un plus, corren con ventaja», afirmó.
«Tienen a la madre: la Guadalupana quiso visitar estas tierras y eso nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad», indicó el antiguo Arzobispo de Buenos Aires.
Manuel Alejandro Morales Montoya, discapacitado y uno de los integrantes de la primera familia que saludó al Pontífice, compartió su testimonio.
«Soy Manuel, de 14 años. Gracias por venir a nuestra tierra y traernos el mensaje de paz (…). Tengo distrofia muscular, ahora estoy en silla de ruedas, y me puse muy triste (…), pero luego encontré la fe e invito (a) muchos adolescentes (…), hay muchos adolescentes en México que caen en malos pasos», expresó el joven.
«¡Viva el Papa Francisco!», agregó.
Al comienzo de su discurso, Francisco le agradeció a Manuel que haya brindado su testimonio.
«Manuel, gracias a tus padres. Aunque se peleen, ¿cuándo un hombre y una mujer no se pelean? Y más cuando se mete en medio la suegra», bromeó el Papa.
«Manuel, gracias por tu testimonio y especialmente por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: ‘Echarle ganas'», añadió.
«Me pediste, Manuel, que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y en malos, que andan por malos pasos… Muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar. ¿Piensen los padres: hablan con sus hijos?», indicó.
Además, destacó la relevancia de discutir en familia, pero en paz.
«(…) una familia nunca discute, ¡mentira! El único consejo es que no terminen el día sin hacer la paz. Porque si terminan el día peleados, van a amanecer en guerra fría», señaló.
«El amor no es fácil», destacó Bergoglio, «(…) la vida matrimonial tiene que arreglarse todos los días».
Francisco pidió, además, renovar las promesas matrimoniales y la fidelidad.
En tanto, el Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Fabio Martínez Castilla, agradeció su presencia al Pontífice.
«Gracias por alentarnos en la esperanza. Le decimos: ¡bienvenido! Gracias, porque sabemos que Chiapas ocupa un lugar en su corazón (…), gracias porque soñamos un Chiapas diferente, más justo (…), soñamos también con gobernantes y legisladores que defiendan la vida y el bien común y la casa común de la que todos somos responsables», aseveró Martínez Castilla.
«Papa, contigo somos familia y somos iglesia (…) Papa hablamos de los sueños de Dios sobre la familia, para una revolución de la ternura, (…) y también por los perseguidos en todo el mundo».
Fuente: Reforma