Los ciudadanos exigen cada vez mejores servicios y demandan más información. Las ciudades siguen creciendo de forma acelerada y el desafío es cómo responder a las necesidades de sus habitantes en momentos de profunda crisis económica y sin desviarse de los objetivos impuestos para proteger el medio ambiente.
La población mundial ya ha llegado a los 7.000 millones y más de la mitad vive en ciudades: el flujo hacia las grandes urbes es imparable. ¿Qué se está haciendo y cuáles son las oportunidades para hacer estas ciudades más habitables? El concepto de ciudades inteligentes, o smart cities como se les conoce en inglés, es relativamente nuevo -surgió hace dos décadas-, pero es en los últimos años cuando ha comenzado a considerarse como la mejor opción para afrontar los cambios en las sociedades del siglo XXI.
Cinco expertos del ámbito académico, privado y público se han reunido esta semana en un encuentro organizado por EL PAÍS y Ferrovial para analizar los primeros pasos de estas ciudades inteligentes y para avizorar lo que puede ser un futuro posible de grandes metrópolis, que ofrezcan una mejor calidad de vida a sus habitantes, perdurable en el tiempo y en comunión con el medio ambiente.
«Una ciudad inteligente está dirigida a ciudadanos inteligentes, es para ellos», afirma Carlo Ratti, director del Senseable City Lab, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que investiga cómo están cambiando y hacia dónde se dirigen las ciudades. Ratti usa una analogía para explicar la diferencia de lo que se está haciendo actualmente en las grandes urbes con respecto al pasado. «Hace 20 años si querías ganar una carrera de fórmula 1 se obtenía un presupuesto que invertías en un buen coche y un buen conductor y, si ambos eran lo suficientemente buenos, podían ganar la carrera. Hoy, si se quiere ganar una carrera se cuenta con un complejo sistema que capta la información del coche en tiempo real generada por miles de sensores, se procesa esa información, lo que permite tomar las decisiones en tiempo real y así poder ganar». Al principio, las ciudades inteligentes buscaban las vías más adecuadas para manejar de forma eficiente la energía y producir menos emisiones de CO2. Ahora el componente clave es la tecnología de la información, cómo hacer que el ciudadano sepa con qué servicios puede contar y cómo puede sacar el máximo provecho de ello. Jesús Encinar, fundador y consejero delegado de idealista.com, cuenta que uno de los grandes descubrimientos a la hora de estructurar la información de pisos en el portal inmobiliario es que la gente no conoce su ciudad. «El conocimiento que tiene la gente de su ciudad es su calle y un poquito más, no sabe dónde comienzan o acaban los distritos».
En este sentido, Santiago Olivares, consejero delegado de Ferrovial Servicios, destaca que las ciudades, al final, son las que establecen la relación con los ciudadanos y sin embargo no siempre se les escucha. «Una ciudad es más o menos inteligente si aprovechas la información disponible para tomar decisiones que hagan a esa ciudad más eficiente o más sostenible, donde podamos tener un mayor input de parte de los ciudadanos», afirma.
Ratti señala que las nuevas tecnologías nos permiten por primera vez dar más poder a la gente. «Uno de los ejemplos más emblemáticos ha sido El Cairo, o las ciudades que han participado en la Primavera Árabe. La gente utilizó la tecnología para generar un cambio increíble que no hubiese sido posible sin esas plataformas».
El experto del MIT agrega que la solución para cada ciudad es diferente. No existe un único modelo a seguir. Y cuenta la experiencia de Copenhague, Dinamarca, donde existe un uso masivo de la bicicleta a pesar de las condiciones climáticas. Allí se puede alcanzar un 50% de viajes en bicicleta por día. «Si hay más personas usando la bicicleta, tienes menos emisiones de CO2, ahorras más energía, el aire es más limpio y es más saludable para la gente. Los efectos económicos de todo esto son enormes, y pueden ser transformados en incentivos para los ciudadanos, como el sistema del viajero frecuente», cuenta Ratti.
Pero en un contexto de crisis, ¿cómo desarrollar ciudades inteligentes? Francisco de la Torre es el alcalde de Málaga, urbe que encabeza en España el índice IDC de ciudades inteligentes. Coincide con el resto de los expertos en que la crisis es una oportunidad y es un factor que impulsa la búsqueda del ahorro. Y pone un ejemplo muy sencillo: las luces de Navidad. «En Málaga, desde hace varios años usamos led para las luces navideñas. No nos crea ningún problema, hemos bajado a un porcentaje mínimo el consumo eléctrico».
La crisis, a juicio de Domingo Jiménez Beltrán, fundador y asesor del Observatorio Español para la Sostenibilidad y presidente de la Asociación Retorna, nos lleva a buscar prosperidad aunque no exista crecimiento. «Es más costoso no introducir los procesos de la información en las ciudades que hacerlo», afirma. «La realidad es que en este momento estamos abocados a procesos imaginativos para demostrar que podemos mejorar la situación de los ciudadanos si lo hacemos inteligentemente», agrega, tras criticar que en España en los últimos años se ha vivido el proceso de desarrollo urbano más insostenible de toda Europa. «El margen de mejora es enorme. Sí, estamos frente a una oportunidad y se va a ejemplarizar en lo que seamos capaces de hacer en las ciudades».
Olivares, que encabeza varios proyectos de ciudades inteligentes, el último de ellos en Birmingham, en Reino Unido, opina que hay varias formas de hacer inteligentes a las ciudades. Sin duda la más fácil es con tecnología, pero destaca que lo más difícil es cambiar de modelo y de relación con los ciudadanos y en la provisión de los servicios. «La aversión al cambio en nuestra sociedad es muy alta y los cambios radicales que pueden darse suceden cuando te fuerzan a hacerlos y, en este momento, debemos aprovechar la oportunidad de buscar nuevos modelos».
Un punto importante es que la gente no sabe cuánto cuesta mantener una calle iluminada, o una ciudad limpia. Por eso los expertos recomiendan una mayor transparencia, que la gente sepa cuánto se invierte en cada cosa y cuál es el retorno que genera en su propio beneficio. «Los ciudadanos van a ir por ese camino, van a pedir mayor transparencia, una relación directa con la administración; ya está ocurriendo», asegura el alcalde de Málaga.
Metrópolis avanzadas
Según el ranking de la consultora de inteligencia de mercado IDC, Málaga es la ciudad más inteligente de España, seguida de Barcelona, Santander, Madrid y San Sebastián. El alcalde, Francisco de la Torre, explica que desde hace años Málaga está apostando por la innovación para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Sus mayores avances han sido en el uso de energías alternativas amigables con el medio ambiente para desarrollar una serie de proyectos, el más importante de ellos, el uso de vehículos eléctricos. Málaga se ha sumado a la iniciativa europea Green eMotion -en la que participan siete de las urbes de primer orden del continente- para favorecer la electromovilidad en Europa, y a Zen 2 All, un programa del Gobierno japonés con Mitsubishi y Nissan, donde vehículos eléctricos van a ser objeto de experimentación, estudio de su eficiencia y de cómo la ciudad se adapta y prepara con recargas; proyecto que comenzará a principios del próximo año. De la Torre también destaca que Málaga ha sido la primera en utilizar la tarjeta sin contacto en el transporte público, y la Empresa Malagueña de Transportes ha abierto el camino para informar por el teléfono móvil sobre cuáles son las paradas de autobuses más cercanas al usuario.
El proyecto Málaga Smart City, del que forman parte 10 empresas, encabezadas por Endesa e IBM, busca la generación de electricidad distribuida cerca del consumidor para que, con baterías, pueda recargar energía para cubrir la demanda de los vehículos eléctricos.
Y desde hace varios años, Málaga desarrolla el programa Gecor, de la empresa local ACT, que es un sistema muy utilizado: se toman fotografías con el móvil de problemas en la ciudad y se envían al departamento correspondiente para lograr una respuesta inmediata.
Birmingham es la segunda ciudad en importancia en Reino Unido. Allí Ferrovial ha desarrollado, junto a las autoridades locales, un proyecto para hacer que la provisión de servicios sea más eficiente y sostenida. La gestación del proyecto, cuenta Santiago Olivares, se remonta a hace unos siete años, pero ha costado más de cinco definir un modelo que encaje en todos los ámbitos: el del ciudadano, el sindical, el municipal y sus dirigentes… En junio de 2010 se puso en marcha un plan que funcionaba y que está basado en la integración de los servicios. «Hablamos de entre el 20% y 30% de eficiencia, que es muy alto, y en el caso de sostenibilidad hemos puesto una solución de iluminación led en toda la ciudad, lo que ha permitido una reducción del 80% de las emisiones de CO2». La clave del éxito ha sido la colaboración público-privada, donde todos los actores de la sociedad han participado, incluso los jóvenes, a quienes se les ha dado la posibilidad de entrar en el mercado laboral.
Carlo Ratti subraya que en Seattle, una de las ciudades líder en reciclaje en EE UU, se ha diseñado un proyecto de colocar sensores en la basura, seguir el rastro y conseguir de esa forma optimizar el sistema y evitar gastos inútiles.
Fuente: Elpais.com
Por: María José González.
Publicada: 27 de noviembre de 2011.