El involucramiento de empresas para resolver problemáticas de salud en México es fundamental y representa aún un área de oportunidad desaprovechada para las firmas, consideraron especialistas.
La inversión pública y privada destinada a investigación científica equivalió a 0.77 del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2011, según el Informe General del Estado de la Ciencia, Tecnología e Innovación en el 2011, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
La inversión del 2011 significó 111,065.3 millones de pesos, de los que 58.9% se destinó al financiamiento de investigación básica y aplicada. De ese porcentaje, la Iniciativa Privada aportó 42.7%; el gobierno federal, 51.9%, y las instituciones de educación, 5.4%, consigna el Conacyt en el reporte.
Al bajo monto destinado a investigación en salud se suma el hecho de que ésta se concentra en el área básica y no en la aplicada, por lo que no resuelve los problemas de salud de la población ni las necesidades de la industria farmacéutica nacional, la que encuentra soluciones en el extranjero, consideró Gilberto Castañeda, investigador de Farmacología del Centro de Investigación de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav-IPN).
Homero Martínez Salgado, del Hospital Infantil de México, informó que, en términos del PIB, Suecia aporta 4% a investigación en salud y desarrollo tecnológico; Finlandia, 3.5%; Japón, 3.5%, mientras que en América Latina se destina, en promedio, 1 por ciento.
Martínez Salgado dijo que hay 15,500 investigadores en el país, 9.3% en áreas de medicina y salud.
REBASAR LA TEORÍA
Al referirse a la concentración -tanto de capital como de recursos humanos- en la investigación básica, Gilberto Castañeda dijo que esto se debe a que se siguen temas de salud que están de moda en el mundo, además de que las becas que otorga el Conacyt premian las citas que se hacen de un investigador en publicaciones científicas de diversas partes del mundo.
En suma, lamentó, los grandes centros hospitalarios y universitarios realizan investigación, pero los recursos se utilizan en “investigación básica, teórica, y en temas que poco tienen que ver con la salud del mexicano”.
ÁREA DE OPORTUNIDAD
Castañeda recomendó estrechar lazos entre la academia y la industria, lo que ya se da en las ciencias físicas, pero no en las biomédicas y biológicas, pues al hacerlo se demandarían investigadores que resolvieran problemas para la población y la industria.
Mencionó que en investigación aplicada existen áreas de oportunidad en nuestro país, como la generación de medicamentos contra la obesidad y la parasitosis, así como la creación de líneas celulares con mayor rendimiento, como la insulina, o el desarrollo de variedades alimenticias resistentes a plagas y cambios de clima. Los medicamentos biocomparables son otra área para incursionar, explicó.
Pidió que en los casos en que los industriales financien proyectos de investigación, exijen resultados inmediatos, por lo que se pronunció por reducir los trámites administrativos, que muchas veces frenan o retardan los resultados de la investigación aplicada.
Entre las empresas que financian y premian la investigación en salud en México está Roche, firma que en 28 años ha beneficiado a 76 investigadores de las áreas básica, clínica y biotecnológica, y aportado más de 4 millones de pesos a través del Premio de Investigación Médica Dr. Jorge Rosenkranz.
En tanto, el Instituto de Nutrición y Salud Kellogg’s premia cada año proyectos de investigación relacionados con la obesidad y el sobrepeso; desde el 2009 ha aportado casi 4 millones de pesos. En días pasados, Kellogg’s convocó a su quita edición de Apoyo a Proyectos de Investigación en Nutrición.
También hace unos días, FEMSA informó de la inauguración del Centro de investigación y Desarrollo de Proteínas, en Monterrey.
Fuente: El Economista