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Faltan filántropos y rigor periodístico

Filantropia vía Shutterstock
Filantropia vía Shutterstock

Por: Emilio Guerra Díaz

Nuevamente un artículo de una revista de negocios aborda el tema de la filantropía con buenos propósitos pero muchas aberraciones que pintan un negro horizonte para el desarrollo de las donaciones en México. Se trata de uno de esos artículos que denomino “ensalada”, es decir, que se toma un ingrediente de aquí, allá y acullá para hacer una disertación revolviendo categorías y conceptos que requieren sus propios determinantes para un análisis profundo, dando como resultado más confusión que precisión.

Es el caso de Gabriela Gutiérrez M., quién publicó “Faltan filántropos” en la Revista Expansión, en el número que corresponde al periodo junio-julio de 2015. Este artículo fue presentado en Expok el día 7 de julio bajo el título “¿Cuántos mexicanos donan?” y puede ser consultado aquí o consultar el trabajo en Expansión directamente.

Ya en otros artículos similares la Revista Forbes (febrero de 2015) con su “Primer Informe sobre Filantropía”, había errado gravemente al señalar que de las 38 entidades donantes, analizadas por su equipo, atendían en su conjunto a ¡más de 86 millones de personas! Con esos “logros” para que se necesitan instancias públicas, de gobierno, de desarrollo y asistencia social si la filantropía puede resolver la pobreza.

Otro caso similar respecto a un mal manejo de las cifras de beneficiados y las instituciones donantes, fue el de la revista Mundo Ejecutivo cuando publicó “Las 50 fundaciones más importantes de México” (mayo de 2008 ) señalando que millones de personas recibían un beneficio directo de aquellas organizaciones (al realizar la suma de los beneficiarios reportados resultaba que más del 50% de la población para ese año se veía beneficiada).

Además de la falta de rigor periodístico, se presentan errores de forma como:

  • Nombrar a Michael Layton, como “Leyton”
  • Señalar que el ITAM “es una OSC”
  • Que el Centro Mexicano para la Filantropía, agrupa a “más de 1,000 instituciones de asistencia privada (sic)”, quien agrupa a IAP’s son las Juntas de Asistencia Privada en los estados que cuentan con ella. El Cemefi afilia tanto a asociaciones civiles, IAP’S, ABP’s, empresas y personas.
  • Compromete frases sin sentido: “Una empresa o una persona física pueden ser benefactores de una fundación empresarial o ISFL independiente”
  • Es imprecisa la figura legal que pueden adoptar las organizaciones: “Instituciones de asistencia y beneficencia privada, centros de investigación y fundaciones son algunas figuras legales que tienen como objetivo el desarrollo social”, faltan las asociaciones civiles, la mayoría de organizaciones en México tiene esa figura legal
  • Anota mal las direcciones URL de las fundaciones que cita

El artículo de Gabriela Gutiérrez M. presenta entonces los siguientes errores de fondo. Utiliza conceptos que mezcla como si fuera una sola categoría de la filantropía:

  • Aborda y da el mismo nivel a una fundación empresarial que a una organización operativa, como es el caso de Olimpiadas Especiales y Fundación Lucy.
  • Estima que las donaciones económicas y las donaciones de tiempo a través del servicio voluntario están en la misma clasificación: “Sólo uno de cada 10 mexicanos hace un donativo a una organización sin fines de lucro”, ¿Es un dato para donaciones económicas o aportación de tiempo para el servicio voluntario que también se dona?, ¿Cuál es la fuente de información?, ¿lo hace a una institución sin fines de lucro o a donatarias autorizadas? Pues no todas las organizaciones sin fines de lucro pueden expedir recibos deducibles del Impuesto Sobre la Renta. Otras organizaciones sin fines de lucro reciben contribuciones como son las iglesias.
  • En su artículo falta consistencia en el uso de la información, señala que “en México, 42% del trabajo voluntario para el desarrollo social lo aportan individuos e instituciones privadas, según el informe Cuenta Satélite de las Instituciones Sin Fines de Lucro 2013 del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI)” ¿quién da el restante 58%?.
  • Otra gran pifia de este trabajo consiste en señalar respecto a las fuentes de financiamiento de las organizaciones operativas proviene principalmente de gobierno: “Estas instituciones corporativas (las fundaciones empresariales) aportan 30% de los recursos que reciben las asociaciones cada año, de acuerdo con el centro especializado en sociedad civil (se refirió al estudio del CIESC). Otro 20% proviene de particulares y 50%, de aportaciones gubernamentales”. Cuando en realidad el gobierno es quién menos dinero designa a las organizaciones filantrópicas.
  • Da una guía “ABC del Filántropo” donde revuelve consejos para que un donante considere a quien dar con las responsabilidades que tiene la organización para con sus donantes.
  • Finalmente hace una narrativa sobre algunas fundaciones y organizaciones operativas sobre su quehacer sin ninguna estructura.

Independientemente de estos aspectos analizados, el título del artículo es acertado, en efecto faltan filántropos en México, pero es necesario quitar esta etiqueta rimbombante que parece ser que para “ostentar” el título hace falta ser millonario, contar con una posición de estabilidad económica, etc. Ser filántropo es una actitud también que se manifiesta en el servicio a los demás. Desde luego se puede donar tiempo, talento, dinero y en especie.

Desde el Consejo Directivo

Gracias a artículos como “Faltan filántropos” cobra relevancia el trabajo que realizan los centros de investigación sobre sociedad civil como el que dirige Jacqueline Butcher García Colín o Michael Layton, ya que el sector social requiere producir información de manera profesional, consistente y contundente, dijo el Presidente del Consejo Directivo. La obra “Generosidad en México, fuentes, causes y destinos” podría ser consultada por periodistas antes de realizar un artículo sobre la filantropía en México. Al tiempo es necesario conocer las categorías e indicadores, pues otro problema que se presenta frecuentemente es medir el impacto de programas sociales y existe la tentación por parte, ya sea las organizaciones operativas o de las fundaciones, de sobreestimar el número de beneficiarios para exaltar su labor.

El tesorero de la organización señaló que otro problema que se ha presentado en tratar de guiar a los donantes en escoger a qué institución donar, es la aparición de “certificadores” quienes se ubican entre una poderosa fundación por ejemplo, y las organizaciones a quienes tradicionalmente  destinaban recursos. Ahora justificando su negocio pretenden “calificar” de acuerdo a criterios objetivos y subjetivos a ciertas organizaciones para señalar si son o no merecedoras de un donativo. Quienes aceptan sus servicios caen en la trampa de erigir un poder paralelo en la toma de decisiones confiriendo a un tercero influir  negativamente en una organización que requiere el apoyo económico para realizar servicios y fortalecerse. El tesorero recordó que el acto de certificar es una atribución de gobierno y ninguna asociación civil tendría porque dar esa calificación, pues vuelve a surgir entonces la pregunta ¿Quién certifica al certificador? Lo que han logrado es quitar recursos a organizaciones que están en “la línea de fuego” atendiendo a comunidades con distintas necesidades.

La Secretaria del Consejo Directivo expresó que esos “certificadores” ostentan en su sitios electrónicos leyendas como “Para recibir donativos la calificación debe estar vigente”, con lo que cobraron un servicio al donante y luego a la organización para que  se mantenga “vigente”. En realidad para recibir donativos debe ser donataria autorizada o contar con la clave única.


Emilio Guerra Díaz

Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.

1 COMENTARIO

  1. En donde dice » Generosidad en México, fuentes, causes y destinos»… ¿No será cauces o causas?
    Saludos!!!

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