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Fast Fashion en muebles… la nueva tendencia

Tras sufrir una crisis sanitaria que impactó negativamente a la mayoría de las industrias, hubo una que estimó cerrar el año 2021 con un crecimiento del 22% respecto al 2020, colocándose como no solo una sobreviviente, sino ganadora si hablamos en términos de pandemia. Se trata de la industria mueblera, la cual ya está generando un impacto medioambiental negativo por el nivel de rapidez con el que se produce y consume. ¿Tenemos ya fast fashion en muebles?. De acuerdo con el diseñador ruso Harry Nuriev, sí:

«La gente ha comenzado a tratar los muebles como una moda, donde podemos cambiar nuestras decisiones muy rápidamente, movernos y comprar cosas».

Si bien es cierto que los consumidores han comenzado a verse como agentes de cambio de acuerdo con el Estudio Global de Sostenibilidad 2021, la realidad es que las tendencias de moda continúan arrasando, dejando consecuencias catastróficas para el planeta. Tal es el caso del fast fashion, es decir, la producción de grandes volúmenes de ropa en función de las tendencias y una necesidad inventada de innovación, la cual deja como consecuencia contaminación y uso excesivo de recursos naturales, amenazando así al desarrollo sostenible.

Es por ello que el fast fashion en muebles está colocándose en la mira no solo de los consumidores, sino de la industria y hasta diseñadores.

¿Qué es el Fast Fashion en muebles?

El fast fashion en muebles se entiende como la producción y consumo acelerada de estos artefactos, sin tomar en cuenta el impacto medioambiental que tiene. Ya que si vemos a detalle lo que implica: generación de emisiones de carbono en la fabricación, uso de recursos para la producción, y más emisiones para su transporte, veremos que, cambiar la decoración nuestro hogar tiene una huella de relevancia.

Siguiendo esta línea, es posible que muchos piensen que el cambio de muebles no es tan crudo como el cambio de ropa que hacemos generalmente cuando llega una nueva temporada, pero la realidad es que según datos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), tan solo en 2028, los estadounidenses tiraron más de 12 millones de toneladas de muebles y enseres (frente a los 2,2 millones de toneladas en 1960), y más del 80% terminó en vertederos.

Tal estadística se traduce en un impacto ambiental de gravedad, sobre todo si observamos que fue esta misma comunidad la que durante la emergencia sanitaria se encargó de comprar escritorios, sillas y mobiliarios de terraza, alcanzando ventas de más de 4 mil millones de dólares entre 2019 y 2021, y por infortunio estos no durarán más de 10 años o menos:

«Muchas de las camas de Ikea y los escritorios de Wayfair comprados durante los confinamientos por la COVID-19 se diseñaron para durar cerca de cinco años».

Deana McDonagh, profesora de Diseño Industrial en la Universidad de Illinois, campus Urbana-Champaign.

En la mira…

De acuerdo con un artículo de CNN, comprar muebles puede ser increíblemente caro y, a menudo, tarda semanas en llegar, por lo que muchos recurren a marcas económicas como lo es IKEA, una corporación multinacional de origen sueco, con sede en Países Bajos, dedicada a la fabricación y venta minorista de muebles en paquete plano, colchones, y más. A la fecha esta empresa se encuentra en diversas partes del mundo, teniendo un éxito rotundo en donde abre sus puertas.

Sin embargo, es importante destacar que para mantener los precios bajos, los fabricantes de muebles asequibles suelen utilizar materiales más baratos pero menos resistentes, como tableros de partículas revestidos de chapa, que son más susceptibles a los daños y más difíciles de reciclar.

«Cuando los muebles no están diseñados para ser duraderos o reciclables, es mucho más probable que acaben en un vertedero».

Ante ello, IKEA, por ejemplo, ya está trabajando en utilizar más materiales renovables y reciclados, eliminar los residuos en sus operaciones y cambiar la forma en que diseñan sus productos y los servicios que ofrece. ¿El objetivo? Prolongar la vida de los dichos productos y verlos como recursos para el futuro.

De hecho esto ya se puede ver plasmado en su estrategia de sustentabilidad, en donde la marca se compromete a usar solo materiales renovables o reciclables en todos sus productos para 2030 en un esfuerzo por practicar el diseño «circular» y reducir las emisiones a cero.

Mientras que en 2021, la compañía lanzó un esquema de «Recompra y reventa» a través del cual se pueden devolver, renovar y darles una segunda vida a piezas no deseadas de muebles IKEA usados; no obstante, el camino por recorrer aún es largo. Ante ello, el concepto de diseño circular ha ganado cada vez más fuerza en la última década.

¿Cómo funciona un sistema circular para evitar el Fast Fashion en muebles?

En un sistema circular, los muebles se fabricarían sin materiales vírgenes, se diseñarían para durar más y serían totalmente reutilizables o reciclables, formando así un circuito cerrado. En palabras de Katie Treggiden, experta en diseño circular:

«La longevidad ha sido un mensaje de venta clave entre las empresas de muebles más responsables durante mucho tiempo.

Pero también los necesitamos para adoptar el resto de la economía circular, mediante el diseño de desechos y la contaminación, ofreciendo servicios de reparación y retapizado y esquemas de devolución para extender aún más la vida útil».

Katie Treggiden, experta en diseño circular.

Y es que la basura de una persona es de hecho el tesoro de otra persona, y muchos diseñadores han adoptado esta noción convirtiendo los materiales de desecho en nuevos productos de mobiliario, desde la gama Exploring Eden de Bethan Gray, que está hecha con conchas y plumas de desecho, hasta la serie de muebles Plastic Baroque de James Shaw, en curso, hecha con coloridos materiales reciclados.

Empero, el proceso de reciclaje de ciertos materiales puede generar importantes emisiones de carbono y, para empezar, depende de los desechos. “A menudo nos enfocamos en los síntomas y no en las soluciones”, dijo el diseñador holandés Piet Hein Eek, conocido por fabricar muebles con materiales encontrados. «Esto es más amplio que el reciclaje».

¿Cómo hacer compras responsables?

Otra forma de aportar positivamente es simplemente comprando muebles de segunda mano. Los muebles nuevos liberan la mayor concentración de compuestos orgánicos volátiles (COV) en el primer año de vida, por lo que comprarlos de segunda mano no solo es bueno para el planeta, sino también para tu salud.

Además de innumerables mercados de productos antiguos o de segunda mano, también hay diseñadores que restauran y reutilizan artículos antiguos. En 2017, la diseñadora y artista londinense Yinka Ilori, cuya exposición individual, «Parábolas para la felicidad», se presenta actualmente en el Museo del Diseño de Londres, colaboró ​​con la empresa social Restoration Station para reparar y reciclar sillas de segunda mano en piezas nuevas, brillantes y coloridas.

Otro consejo para los consumidores para no caer en el fast fashion en muebles podría ser el buscar piezas hechas con materiales sostenibles y duraderos, como la madera maciza con certificación FSC. Así como hallar marcas que apuesten por la circularidad, ofreciendo ayuda a través de esquemas de reparación o recompra. También puede ayudar el adoptar la creatividad reutilizando artículos viejos o buscar en mercados de segunda mano que le den acceso a artículos antiguos de buena calidad.

Diseño y producción

Por otra parte, no toda la responsabilidad puede recaer en el comprador final, es por ello que diseñadores como Eek también esperan que, al trabajar con materiales naturales y resistentes, puedan crear nuevos muebles que, aunque no sean tan baratos como las opciones económicas, serán más rentables a largo plazo.

«Si haces algo que dura para siempre, entonces, por supuesto, tu huella de carbono es mucho menor que los muebles que se tiran uno o dos años después. Para mí, la calidad es uno de los temas más importantes».

No obstante, diseñadores como Nuriev, Eek, Debs e Ilori pueden defender ideas e innovaciones, pero son los fabricantes los que tienen el poder de comprometerse con medidas impactantes y escalables, desde el abastecimiento responsable de materiales y el diseño circular hasta el etiquetado de impacto ambiental, empaques bajos en carbono y bajo contenido de carbono.

Eek, diseñador.

De hecho, Eek cree que la reducción de la producción será inevitable debido al aumento de los precios. «Creo que al final será más caro (producir muebles en masa) porque nos encontraremos con recursos más escasos… En este momento, debido a los bajos precios de los materiales, los productores pueden hacer menos -costo piezas. Pero si la madera es cara, como debe ser, hay que sumarle más mano de obra y calidad para ser competitivo”.

Por otra parte, Katie Treggiden piensa que quizás las crisis ambientales forzarán la mano de la industria del mueble, tanto en términos de recursos menguantes como de cambios en las prioridades de los consumidores, y concluye que «las empresas que no están a la vanguardia pronto comenzarán a sentir la demanda de cambio por parte de sus clientes».

Es por ello que la concientización por parte de consumidor y la Responsabilidad Social Individual (RSI) siempre juegan papeles de valor si se trata de ejercer presión con las empresas, buscando que las mismas adopten un compromiso responsable o que se encuentren en el camino de hacerlo.

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