Cuando la organización RMI, dedicada a la transición hacia energías limpias, puso en marcha el Center for Climate-Aligned Finance (CCAF) en 2020, el concepto de finanzas alineadas al cambio climático estaba naciendo.
Para 2021, este término maduró rápidamente a medida que las promesas de cero emisiones se convirtieron en la nueva norma del sector financiero, especialmente en Occidente. De acuerdo con GreenBiz , en 2022, se observarán algunos temas importantes que serán parte de cómo se moverá el mercado en cuanto a la inversión en materia ambiental.
5 tendencias de finanzas alineadas al cambio climático
Estas son algunas de las acciones que tomarán relevancia en las finanzas ambientales:
1. Las instituciones financieras justificarán sus compromisos de alineación climática
En 2021 muchas instituciones financieras asumieron compromisos de emisiones netas cero, y se espera que las empresas ofrezcan más detalles y ambiciones este año. Las que aún no lo hayan hecho se verán presionadas en establecer objetivos provisionales en el camino hacia las emisiones netas cero para 2050.
También se tiene la expectativa de que más corporaciones amplíen la cobertura de su fijación de propósitos, muchos bancos de la Alianza Bancaria Cero-Neto deben ponerse metas provisionales para sus sectores más intensivos en emisiones.
Hay mucho margen de crecimiento en la cobertura de la cartera, por ejemplo, los firmantes de la iniciativa Net Zero Asset Managers afirmaron que solo el 35% de sus activos totales bajo gestión están actualmente en la búsqueda del cero neto.
2. Se publicarán y evaluarán los planes de transición
Desde los accionistas hasta los gobiernos y la sociedad civil, las partes interesadas querrán ver más detalles sobre cómo las empresas planean cumplir sus compromisos de cero emisiones netas.
Esto significa ir más allá de establecer objetivos. Los planes de transición ambiciosos, tanto para las instituciones financieras como para las industriales, se convertirán en un requisito fundamental para la credibilidad climática y serán cruciales para combatir las acusaciones de greenwash. Esta presión podría dar lugar a un número cada vez mayor de resoluciones de los accionistas solicitando estrategias de cambio.
El Center for Climate-Aligned Finance, junto con grupos del sector público y privado, está trabajando intensamente para definir cómo son las iniciativas de transición «creíbles». Por lo que se tendrá que poner especial atención a la labor del equipo del gobierno del Reino Unido, a la de GFANZ, quien buscará una transición de la economía financiera, y a las metodologías de verificación, como ACT y la acreditación CTP.
3. Las instituciones financieras tendrán que rendir cuentas de los objetivos relacionados con el impacto en la «economía real»
A medida que avanza la «década decisiva», las instituciones financieras tendrán que brindar recursos de forma proactiva la transformación en el mundo real, en lugar de lograr la alineación de la cartera solo sobre el papel. Se cree que este será un año récord en el lanzamiento de nuevos productos de inversión verde, como bonos, préstamos vinculados a la sostenibilidad y los ETF.
Sin embargo, la demostración de la acción no debe hacerse a expensas del impacto. Dado que no siempre se traducirá en una reducción de las emisiones en la economía real. Por ejemplo, la falta de inversión en una empresa siderúrgica puede hacer que construya plantas de acero más contaminantes. Por lo cual, apoyar la adaptación y el desarrollo sostenible en los mercados emergentes y en desarrollo será otra pieza clave de la descarbonización.
Las compañías tendrán que adoptar estrategias con mayor probabilidad de crear un gran impacto, haciendo primero lo que más importa y evitando el greenwash. Para ayudar a esto, RMI lanzará pronto un conjunto de principios de alineación climática orientados a guiar a las instituciones financieras en el cumplimiento de sus metas verdes.
4. Mejores datos y métricas prospectivas
Los inversores necesitan datos cuantitativos y métricas a nivel de activos que puedan respaldar los planes de transición de las empresas o sectores y que puedan integrarse en los modelos de negocio existentes.
Muchas de las cifras que las instituciones financieras utilizan se centran en lo que ocurrió en el pasado (impactos climáticos, rendimiento o demanda de los consumidores), pero estas ya no son un buen indicador de lo que ocurrirá en un entorno sin precedentes, o de lo que debe ocurrir para evitarlo.
Las métricas prospectivas pueden ayudar a evaluar los riesgos y las oportunidades de inversión a lo largo de la transición a cero, por ejemplo, analizando cómo es probable que se comporten las empresas o los activos individuales en el proceso.
La caja de herramientas Climate AIR del CCAF explica qué números y herramientas de medición son progresivos. Por ejemplo, los inversores de las empresas de servicios públicos reguladas en EE.UU. pueden utilizar los escenarios de emisiones del Utility Transition Hub de RMI para tomar decisiones de inversión en la actualidad.
Además, deben ponerse a disposición métricas similares en otras zonas geográficas y sectores, así las instituciones financieras comprometidas identificarán a los rezagados y podrían darles prioridad, ofreciendo incentivos y sanciones para fomentar la acción.
Asimismo, sería oportuno que se realicen esfuerzos interesantes para mejorar la disponibilidad y la calidad de los datos, como la próxima normativa de la SEC y herramientas como OS-Climate. Mientras tanto, la falta de estadísticas no es una excusa para la inacción: las empresas no necesitan cifras perfectas ni normas internacionales para empezar a utilizar su influencia sobre los clientes.
5. La atención a los sectores de altas emisiones se ampliará y profundizará
Para cumplir sus compromisos de cero emisiones en 2050, las grandes instituciones financieras privadas (y sus clientes de la industria pesada y de la movilidad) están redactando y aplicando acuerdos financieros sectoriales alineados con el clima.
El primer convenio de este tipo fueron los Principios Poseidón, dirigidos al transporte marítimo, lanzados en 2019 para los prestamistas y ampliados en diciembre del 2021 a las aseguradoras.
En el primer trimestre de 2022 se lanzará un pacto similar para el sector siderúrgico mundial. Los grupos de trabajo dirigidos por los bancos también comenzarán a crear alianzas para sectores como el de la aviación, el aluminio, el cemento y el inmobiliario.
Es posible que gracias a estos esfuerzos de las instituciones financieras, que ya han sentado las bases para la alineación climática dentro de sus organizaciones y con iniciativas generales, exista una acción rápida y audaz para ayudar a mantener el calentamiento por debajo de 1.5°C.
Si bien la reacción de este sector en la COP26 de Glasgow fue variada, las propuestas y los compromisos anunciados eran necesarios pero insuficientes. Para que la industria financiera tenga éxito en la COP27, deberá empezar a cumplir sus promesas y mostrar un impacto tangible en el impulso de la descarbonización de la economía real. El 2022 es el año en el que tendrá que posicionar las finanzas alineadas al cambio climático.