Enviado por: Gutierrez Sauceda Maria Laura
Los seres humanos, a diferencia de los animales, no tenemos una programación que deba cumplirse irremediablemente, tampoco tenemos un trayecto vital definido y acabado de antemano, ésta es la razón por la cual debiéramos decidir conscientemente un plan de vida con metas muy claras. Nuestro “proyecto de vida” no debiera estar basado en el azar, en la suerte, la herencia, las prescripciones socioculturales que se nos imponen. Los seres humanos tenemos la posibilidad de vivir de muchas maneras y cada quien es responsable de elegir cómo quiere vivir, y es aquí donde intervienen los valores cívicos, éticos y morales. Es aquí donde interviene la escuela.
Ciertamente no existen recetas infalibles para la formación de valores, por ello nuestra pretensión escolar es más bien modesta, solamente se limita a ofrecer a los niños algunas estrategias que pueden serles de utilidad en la formación de su juicio moral.
Es importante advertir que nada desde el exterior provocará el verdadero cambio, éste viene del corazón mismo de cada persona, no olvidemos que “De la abundancia del corazón, habla la boca. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en él, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en él.” (Mateo, 12:34 y 35).
Recordemos también que “Nadie libera a otro si él es un esclavo”, y la verdadera transformación del mundo principia por la transformación interior de uno mismo.
¿Por qué formar valores? Todos los días, a cualquier hora, en todas partes, vivimos, sabemos, o nos cuentan algún hecho que evidencia la crisis de valores que padecemos. Cotidianamente constatamos que alguien arrancó el auricular de un teléfono público; una mamá es cómplice de su hijo que no hizo la tarea y envía de su puño y letra un recado mentiroso a la maestra para justificar esta falta; nos quedamos “tirados” en la carretera porque el mecánico puso una pieza usada y cobró por una nueva, sin medir las consecuencias; los divorcios van en aumento; el sexo se practica a destajo; un alto funcionario público tiene orden de aprehensión por narcotráfico; se sospecha que un rico empresario se dedica a “lavar dinero del narcotráfico”; un hombre borracho casi mató a su mujer; una mujer soltera tiró a su bebé en el monte; secuestraron a una niña; crece la pornografía infantil; ejecutan a cuatro en un ajuste de cuentas…
El origen de esta descomposición moral del tejido social se debe a la falta de valores fundamentales, a la falta de conciencia moral. Pareciera que las personas ya no distinguen entre el bien y el mal. Ante esta grave situaciónnos preguntamos: ¿Qué podemos hacer a favor de los niños para generar condiciones en las que vivan socialmente respetando las normas morales de ésta? ¿Qué podemos hacer para fortalecer en los niños su responsabilidad individual y orientarlos a que construyan su proyecto de vida?
Los teóricos del desarrollo psicológico y los teóricos del aprendizaje cultural, consideran que los adultos debemos facilitar y estimular el desarrollo moral con todos los recursos a nuestro alcance y con la intervención de la escuela y la familia. Esto fortalecerá la formación de valores en los niños, desarrollando las capacidades que les ayuden a controlar y dirigir moralmente su vida; dotándolos de los conocimientos básicos que les permitan adquirir autonomía para enfrentar y resolver prudentemente los problemas que se les presenten.
El objetivo principal de la formación de valores es que los niños lleguen a conseguir su autonomía moral, o sea la capacidad para actuar de acuerdo con su conciencia y voluntad, mediante la interacción con la sociedad, sin olvidar que la autonomía individual termina donde comienza la de los demás. Muy sabiamente lo dijo Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
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