Un nuevo informe del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), reveló que la cantidad de dinero público que fluye hacia las industrias responsables del cambio climático, como el carbón, el petróleo y el gas en 20 de las economías más grandes del mundo, alcanzó un récord de 1,4 billones de dólares en 2022.
El informe, además de resaltar la discrepancia entre los compromisos de sostenibilidad del G20, hace un llamado a la acción para que empresas y gobiernos asuman su responsabilidad social y alineen sus decisiones financieras con los objetivos de un futuro sostenible, según The Guardian.
Se olvidan de promesas climáticas
Según el IISD, a pesar de que los líderes mundiales estuvieron de acuerdo en eliminar gradualmente los subsidios “ineficientes” a los combustibles fósiles en la cumbre climática, conocida como COP26, en Glasgow, Reino Unido, el G20 destinó una inversión billonaria a subsidios de fósiles.
«Estas cifras son un claro recordatorio de las enormes cantidades de dinero público que los gobiernos del G20 siguen invirtiendo en combustibles fósiles, a pesar de los impactos cada vez más devastadores del cambio climático».
Tara Laan, asociada principal del IISD y autora principal del estudio.
El informe se publica justo antes de una reunión de los países que conforman el G20 en Delhi, India, en septiembre de este año. Esta reunión es importante porque puede tener un impacto significativo en la dirección que tomarán las discusiones y decisiones en la próxima gran conferencia sobre el clima.
Tara Laan, asociada principal del IISD y autora principal del estudio, señala que es crucial que los líderes incluyan la discusión sobre los subsidios a los combustibles fósiles y su eliminación en la agenda de la cumbre. Los combustibles fósiles liberan contaminantes cuando se queman, lo que calienta el planeta y provoca un clima extremo más violento.
Inversiones a fósiles han incrementado
Los autores del estudio encontraron que en 2022, los gobiernos del G20 proporcionaron a los combustibles fósiles 1 billón de dólares en subsidios, 322 mil millones de dólares en inversiones de empresas estatales y 50 mil millones de dólares en préstamos de instituciones financieras públicas, más del doble de lo que habían proporcionado en 2019.
Los científicos y médicos han advertido durante mucho tiempo sobre los peligros de subsidiar combustibles que causan daños a las personas y bloquean los esfuerzos para limpiar las economías. Más recientemente, expertos en energía y economistas se han sumado a las voces que cuestionan los subsidios a los combustibles fósiles.
Asimismo, en febrero, un informe de la Agencia Internacional de Energía encontró que la escala de los subsidios a los combustibles fósiles en 2022 era una “señal preocupante para las transiciones energéticas”, aunque argumentó que algunas de las medidas podrían entenderse como necesidades sociales o políticas «dadas las dificultades que supone el pleno crecimiento».
Subsidios a fósiles aumentan impactos negativos
En otro informe titulado: «Desarrollo Detox: Reutilización de subsidios ambientalmente dañinos» (2023) publicado por el Banco Mundial en junio, arrojó luz sobre una cuestión crítica. Al otorgar subsidios que reducen artificialmente los precios de los combustibles fósiles, los gobiernos no solo fomentan su uso excesivo, sino que también respaldan tecnologías contaminantes y poco eficientes.
«Los gobiernos deberían dar prioridad a las reformas que fomenten la aceptación pública, protejan a los más vulnerables y muestren cómo se gasta el dinero para mejorar significativamente la vida de las personas».
Richard Damania, economista jefe de un grupo de sostenibilidad del Banco Mundial y autor principal del informe del Banco Mundial.
La importancia de reformar estos subsidios radica en el potencial transformador que podrían tener. Al reevaluarlos y redirigirlos, se liberarían recursos significativos que podrían emplearse para abordar problemas urgentes como el cambio climático o mejorar la calidad de vida de las personas.
Gobiernos tienen la responsabilidad social de dirigir subsidios con impacto social
Damania también sugirió que los gobiernos podrían emplear estos recursos liberados de manera más efectiva, centrándose en áreas clave como la lucha contra el cambio climático, la promoción de fuentes de energía limpias y la mejora de la calidad de vida de las personas.
Además, destacó que los gobiernos deberían priorizar ciertos principios al llevar a cabo estas reformas. En primer lugar, fomentar la aceptación pública es esencial para garantizar que estas reformas sean respaldadas por la sociedad en general. También enfatizó la necesidad de transparencia en la utilización de los fondos liberados para lograr mejoras tangibles en la vida de las personas.
Finalmente, el informe del IISD insta a los líderes del G20 a eliminar la inversión billonaria en subsidios fósiles para el año 2025 y en el resto de los países para 2030. Sugieren que los gobernantes y líderes deben reconsiderar su compromiso social de eliminar gradualmente estos subsidios y, en su lugar, nombrar casos excepcionales en los que estarían justificados.