Un estudio reciente de la Unión Europea (UE) y los EE. UU. revela que la industria cárnica recibe mil veces más fondos públicos que el desarrollo de alternativas ecológicas necesarias para abordar la crisis climática.
Reducir el consumo de carne y lácteos no solo disminuye la contaminación, sino que también es una de las formas más significativas en que las personas pueden reducir su impacto en el planeta. Sin embargo, ganaderos vs plant based plantea la necesidad de reevaluar tanto las políticas gubernamentales como la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en esta industria.
La influencia de la industria cárnica aplasta la sostenibilidad
De acuerdo con el estudio titulado: «Las políticas públicas y los intereses creados preservan el statu quo de la cría de animales a expensas de los análogos de productos animales» (2023), las industrias cárnica y láctea ejercen un «poder gigantesco» que obstaculiza la investigación y el desarrollo de alternativas a la carne, cruciales para enfrentar la crisis climática.
Un análisis exhaustivo de las actividades de cabildeo, subsidios y regulaciones revela una disparidad alarmante: los ganaderos de la UE reciben financiamiento público 1.200 veces mayor que los grupos que promueven la carne de origen vegetal o cultivada. En los EE. UU., los criadores de animales obtienen 800 veces más fondos públicos que sus contrapartes alternativas.
La influencia de estas industrias en las decisiones gubernamentales se manifiesta en la inversión de recursos para presionar al gobierno por parte de los productores de carne, superando en 190 veces los esfuerzos de las alternativas.
Ganaderos vs plant based
En la UE, esta discrepancia se triplica. Además, el estudio revela que la mayoría de las pautas dietéticas actuales evitan resaltar el impacto ambiental de la producción de carne e incluso prohíben la mención de productos alternativos utilizando términos como «leche».
Reducir el consumo de carne en las naciones desarrolladas se ha vuelto crucial para enfrentar la crisis climática, ya que la producción ganadera contribuye al 15% de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
La disminución del consumo de carne y lácteos no solo reduce la contaminación y el uso de recursos, sino también la deforestación. Los científicos coinciden en que esta reducción es una de las acciones individuales más poderosas para disminuir nuestro impacto en el planeta.
No obstante, la magnitud del poder ejercido por el sector ganadero en EE. UU. y Europa es inmensa, como señala el profesor Eric Lambin, líder del estudio junto con la Dra. Simona Vallone de la Universidad de Stanford, EE. UU.
«Descubrimos que los asombrosos obstáculos para la mejora de las tecnologías alternativas se relacionan con las políticas públicas que aún financian de manera masiva el sistema actual, a pesar de ser parte del problema en términos de cambio climático, pérdida de biodiversidad y problemas de salud».
Eric Lambin, profesor líder del estudio.
Denuncian falta de responsabilidad social en las políticas públicas
Los investigadores señalan que abordar ganaderos vs plant based requiere políticas gubernamentales que garanticen que el precio de la carne refleje sus costos ambientales, posiblemente a través de impuestos, así como una mayor inversión en investigación sobre alternativas y consumidores mejor informados.
Alex Holst, del Good Food Institute Europe, destaca que, aunque la inversión en proteínas sostenibles ha aumentado en Europa, el sector aún no recibe el respaldo adecuado. El estudio resalta la necesidad de inversión pública para expandir la producción y hacerla accesible para todos, evitando que Europa pierda sus valiosos beneficios.
El estudio, publicado en One Earth, analiza las políticas agrícolas de la UE y EE. UU. entre 2014 y 2020. Revela que los fondos públicos destinados a alternativas basadas en plantas representaron tan solo el 0.1% de los £35 mil millones invertidos en carne y lácteos. En contraste, el 97% se destinó a la ganadería, a pesar de que gran parte de esos fondos mejoran la producción existente.
Este estudio también señala las restricciones en las reglas de etiquetado. Términos como «leche» y «queso» están prohibidos para productos lácteos alternativos en la UE desde 2017.
En última instancia, el conflicto entre los ganaderos y las alternativas basadas en plantas es una llamada urgente para evaluar las políticas gubernamentales y su compromiso con la sostenibilidad. También plantea cuestionamientos sobre la Responsabilidad Social Empresarial de la industria en un problema que afecta tanto a la humanidad como al sistema alimentario tal como lo conocemos.
