Hace ya un largo tiempo que las mujeres dejaron de verse obligadas a llevar elegantes vestidos y corsé a todos lados. Ahora son capaces de quemar sostenes, abandonar los tacones, llevar puesto un pantalón, practicar cualquier clase de deporte, dirigir una compañía y contribuir al desarrollo de sus comunidades; y aunque todavía falta un largo camino por recorrer, es un hecho que a medida que crece la conciencia sobre la importancia de alcanzar la equidad de género, también se reduce la tolerancia de los consumidores ante las prácticas sexistas de sus marcas favoritas.
Quizá esta sea una de las razones por las que muchas marcas de diferentes industrias hayan comenzado a integrar el empoderamiento de la mujer como parte de su comunicación y, en el mejor de los casos, hayan decidido adoptar nuevas políticas que impulsen la equidad de género al interior de las organizaciones ofreciendo licencias de paternidad igualitarias para hombres y mujeres o esforzándose por cerrar las brechas existentes en términos de salario y oportunidades de liderazgo.
Desafortunadamente, no todas las compañías que han adoptado la equidad como parte de su comunicación se han comprometido de fondo respaldando este compromiso con prácticas responsables de manera constante, por lo que algunas han tropezado en el camino lastimando seriamente su reputación corporativa. Un ejemplo de ello es Zara, que sólo un año después de su escándalo por las playeras inspiradas en el holocausto, volvió a desatar la ira de sus consumidores por poner a la venta ropa sexista para bebés, haciéndonos pensar que más que esforzarse por ser una empresa responsable, su interés estaba puesto en arruinar por completo la percepción que sus consumidores tienen sobre la marca.
En esta ocasión el turno le ha llegado nada menos que a Gap, cuya más reciente campaña de ropa infantil ha desatado polémica entre organizaciones que promueven la equidad y decenas de usuarios en redes sociales gracias a los mensajes radicalmente distintos que acompañan a sus modelos femenino y masculino.
El pequeño académico, como llaman al niño, lleva puesta una camiseta con el rostro de Albert Einstein; mientras que la niña es llamada «mariposa social» y a su lado puede leerse una referencia a su habilidad para conversar en el campo de juego.
Sexista campaña de GAP: Las niñas tienen que aspirar a ser "mariposas sociales" que y los niños "pequeños eruditos" pic.twitter.com/On8y3R0kCL
— Arantxa (@arantxita) 3 de agosto de 2016
For anyone who thinks that sexist marketing to children isn't a problem… Really @UKGap ? HT @PsychScientists pic.twitter.com/BnGCQhujwG
— Let Toys Be Toys (@LetToysBeToys) 31 de julio de 2016
El lanzamiento de esta campaña contraste seriamente con el más reciente esfuerzo responsable de la marca por promover la lucha contra la brecha salarial, impulsando a las mujeres a mirar de cerca el alcance de la desigualdad comparándolo con algunos objetivos realizables a través de esta cifra -como la compra de una casa o la educación de uno de sus hijos- y se den cuenta de que la lucha por la equidad de género todavía no ha terminado.