La reacción química que se produce cuando las membranas de camarón entran en contacto con oxígeno e hidrógeno crea electricidad
La cáscara del camarón nunca fue tan útil hasta que un grupo de seis ingenieros y maestros del Centro de Investigación e Innovación Tecnológica del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrollaron Combucel, una célula de energía capaz de generar electricidad por la que obtuvieron el segundo lugar en el marco del Premio a la Innovación Emprendedora 2012 otorgado por el IPN y el Instituto de Ciencia y Tecnología del DF (ICyTDF).
«Del exoesqueleto de camarón, es decir, de la cáscara, se obtiene la quitina. Posteriormente, a partir de un tratamiento, se obtiene quitosano que transformamos en membranas, que son como pequeñas películas plásticas», señaló Karla Hernández, ingeniero químico e integrante del proyecto.
A través de una reacción química que sufren las membranas de camarón cuando oxígeno e hidrógeno pasan por ellas (pues se necesitan alrededor de 127 celdas que en conjunto ocupan el tamaño de un refrigerador mediano), se produce la electricidad necesaria para abastecer a una casa que, en promedio, gaste 5 kilowatts diarios.
«Cuando oxígeno e hidrógeno se juntan realizan una reacción química dentro de la celda de combustible, y los electrones del hidrógeno se separan. Esos electrones pasan por todo el circuito eléctrico de la vivienda para que la alumbren, y después regresan a la celda y llegan a la parte donde entra el oxígeno, se junta con él, hacen otra reacción y finalmente se genera una pequeña cantidad de agua», explicó Diana Sahilly, maestra en tecnología avanzada.
La idea surgió cuando una de las integrantes del grupo, la ingeniera química Elizabeth Piazzini, detectó que en la zona habitacional donde vive las personas tienen problemas con el servicio de energía eléctrica, y a partir de ahí se pensó cómo satisfacer a los consumidores de otra forma que no fuera por CFE.
«La inversión inicial son aproximadamente 22 mil pesos que se calcula se pueden recuperar en ocho años. Se trata de un dispositivo que trabaja continuamente y sólo a los cuatro años hay que darle mantenimiento para reemplazar las membranas de camarón», indicó Priscila Sifuentes, ingeniero químico.
Ahora, con el dinero obtenido por el premio, el grupo piensa en profesionalizarse.
«Tenemos pensado entrar a la incubación de empresas del Instituto Politécnico Nacional para que nos orienten y poder llegar a realizar la empresa», afirmó Gustavo Adrián Bravo, maestro en ciencias.
Fuente: Reforma