Paulina Díaz Arellano, in memoriam. Hoy hace 8 años que ya no estás con nosotros.
Por: Emilio Guerra Díaz
Muchas de las acciones filantrópicas que emprenden las personas o las organizaciones pueden ser o contener distintas intencionalidades. Resulta muy útil analizarlas a la luz de sí la generosidad de aquellas es fin o un medio. Es decir, de la reflexión se puede vislumbrar sí el emprendimiento filantrópico que se hace desde una fundación empresarial, por ejemplo, busca resaltar la imagen corporativa (que sería un fin en si mismo), posicionar su nombre y ganar simpatías de clientes, inversionistas y partes interesadas.
En cambio, cuando un emprendimiento filantrópico desde una fundación empresarial busca atender a ciertos grupos de la comunidad que ha seleccionado en sus programas asociándose con otras organizaciones el propósito es atender una causa social, una necesidad apremiante, asistir aun grupo en condiciones adversas o revertir los efectos de la exclusión entonces se puede hablar de que la acción generosa tuvo un fin donde la fundación fue sólo un medio para alcanzarlo.
Es bien sabido que la inversión que se hace desde ese segundo enfoque trae como consecuencia los efectos deseados por la primera intención, es decir, por añadidura se obtiene reputación corporativa, buena imagen y lealtad de clientes, consumidores y colaboradores de la empresa.
Sin embargo muchas gerencias de fundaciones reciben la instrucción desde sus consejos de administración o directivos de actuar deseando y procurando para sí los beneficios de la inversión social porque la ruta es más corta, porque se desean impactos inmediatos, por considerar que si se invierte debe obtenerse un beneficio para la empresa, o simplemente por falta de habilidad sobre el quehacer dentro del sector filantrópico.
El enfoque centrado en lo que gana la empresa como fin explica varios de sus efectos negativos: una actitud dubitativa que genera constantes cuestionamientos sobre sí la actividad es adecuada o no para la empresa. Por lo tanto no existe continuidad ni consistencia en las acciones porque se revisan a cada rato. Otro efecto es considerar desde el corporativo que se ha malgastado el presupuesto de inversión de la fundación, pues si se advierte se ha incurrido en prácticas de “ensayo-error”.
Adicionalmente cuando se actúa siendo un fin, la fundación puede generar falsas expectativas en la comunidad. Se espera más de ella y se le demandan recursos para todo tipo de problemáticas. La gestión se vuelve un asunto burocrático y hay que administrar entonces las relaciones públicas para denegar las solicitudes.
Un ejemplo de un proyecto que ubica a la empresa, a su fundación y a sus colaboradores como un medio para asistir a quien necesita apoyo es precisamente el que encabeza TV Azteca al arrancar el año. Nos referimos a Juguetón que está cumpliendo veinte años de colaboración efectiva. Al revisar como la iniciativa de Jorge Garralda ha ido evolucionando se observa la complejidad de la recaudación de juguetes, pero también, la diversificación en la entrega porque en estos años ha ampliado su cobertura a diversos estados.
Resultados positivos de esta iniciativa: Consistencia de la actividad, en este caso donación de juguetes que son entregados a los niños; incremento de la confianza de las personas que explica como cada año han aumentado las donaciones del público en general al programa. Cuidado de la dignidad de los beneficiarios pues desde el principio de cada edición se cuida la calidad de los juguetes que se recibirán para entregarlos a los niños, éstos deben ser nuevos. Posicionamiento de la empresa en esta causa y la suma de miles de personas que prestan servicio voluntario para la recepción y entrega.
Felicitaciones a TV Azteca, su fundación y su gente por este esfuerzo de 4 lustros centrados en la gente, en los niños.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.
