Las nuevas normas de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC por sus siglas en inglés), que harán obligatoria la divulgación de los informes ESG, proporcionarán una guía para incorporar metodologías estandarizadas que conduzcan a una mayor transparencia, para evitar el greenwashing y otros washings
De acuerdo con TriplePundit, con esto, los inversores que quieran destinar su dinero en iniciativas comerciales que salven al planeta, contarán con reportes más claros, que los harán mirar detrás de la retórica corporativa y considerar cómo encaja una empresa en el panorama general.
Para entender mejor cómo funcionan las diferentes estrategias engañosas a las que recurren ciertas corporaciones te presentamos algunos ejemplos de las maneras en las que pueden ser utilizadas.
Greenwashing brillante
La compañía ExxonMobil es uno de los casos más evidentes de greenwashing, práctica que resalta los aspectos ecológicos de una empresa para desviar la atención de otros elementos no tan respetuosos.
El gigante energético es conocido por ser uno de los principales financiadores del lobby del negacionismo climático, aunque en los últimos años se ha esforzado menos en proporcionar recursos directos a los grupos de presión.
Además, se encuentra entre el reducido número de stakeholders del sector del petróleo y el gas que no han invertido recursos significativos en tecnologías probadas de energías renovables, como la eólica o la solar.
Sin embargo, pregona su participación en el controvertido ámbito de la captura de carbono, y destaca su antiguo programa de investigación sobre biocombustibles de algas, un área que aún no ha dado frutos. Lo anterior es greenwashing, simple y obvio.
Y luego está el «otro»
Es relativamente fácil para los inversores evitar organizaciones como ExxonMobil, aunque la tarea más difícil es desentrañar el papel de los consejeros delegados y los integrantes de los consejos de administración que controlan participaciones en múltiples compañías.
Con su alto perfil público y constante presencia en las redes sociales, Elon Musk es un ejemplo de ello. Para su legión de fans, Musk es una fuerza salvadora del planeta de proporciones de superhéroe, principalmente a través de su inversión y liderazgo continuo en Tesla Motors.
La corporación ha cambiado recientemente su nombre por el de Tesla, Inc. para reflejar sus actividades en los campos de la energía solar, el almacenamiento de energía y la carga de vehículos eléctricos.
Todo esto está muy bien para ayudar a descarbonizar el sector del transporte, pero desde una perspectiva más amplia, Tesla sirve como una plataforma conveniente para apoyar la imagen cuidadosamente cultivada de Musk como un visionario e inconformista que rompe las reglas.
Quienes lo siguen se apresuran a perdonar, o simplemente a ignorar, una lista de malos comportamientos empresariales, entre los que se incluyen descuidos sobre la seguridad en la pandemia de COVID-19 y una serie de acusaciones de fraude de valores, la más reciente en relación con sus actividades en la criptodivisa y en Twitter.
Además Tesla, Inc. desvía la atención de SpaceX, que presenta una serie de cuestiones de ESG dudosas por las emisiones de carbono del combustible utilizado en los cohetes y los impactos ambientales relacionados en una zona ecológicamente sensible en Texas.
También se han documentado los aparentes planes de la compañía de construir una central eléctrica in situ y obtener una gran cantidad de gas natural, ya sea perforando sus propios pozos o transportándolo por tuberías hasta las instalaciones del estado antes mencionado.
Ninguna de las dos opciones encaja con el perfil de héroe que salva el planeta. Y en otro asunto posiblemente relacionado, resaltan los efectos ambientales y las demandas de energía de la minería de criptomonedas, incluyendo el impacto de la preferida de Musk, Dogecoin.
El mayor engaño
Ahora que los efectos de la crisis climática se hacen patentes, la propia cultura del automóvil está siendo objeto de críticas, lo que quizá sea el mayor ejemplo de greenwashing y otros washings.
A pesar de todas las oportunidades personales y económicas que fomenta el modelo de propiedad individual del coche, esta es una fuerza excluyente y perturbadora, tanto si el vehículo es de cero emisiones como si no.
La perspectiva de atascar aún más las calles de las ciudades y otros espacios públicos con estaciones de recarga de vehículos eléctricos ha planteado nuevos problemas a los planificadores urbanos.
Si inversores como Elon Musk aplicaran su supuesta genialidad, su influencia pública y financiera a la planificación comunitaria, el transporte masivo, los espacios transitables y aptos para bicicletas así como las zonas libres, la economía mundial se descarbonizaría a un ritmo mucho más rápido y equitativo.
Pero, aún mirando de frente estos ejemplos, es poco probable que las cosas cambien si los consumidores y los inversores no toman represalias contra quienes aparenten ser sostenibles.