Las sociedades primitivas comenzaron temiendo a la naturaleza y los fenómenos que la acompañaban; después le agradecieron sus dones buscando aliarse con ella, siempre dentro de un marco de respeto.
Pero, ya con más confianza, creyeron que la conquistaban y lograban dominarla, concepto erróneo que prevalece actualmente, y que ha llegado al juego de crear y modificar las leyes de vida, flora y fauna, so pretexto de investigación para un mejor desarrollo y bienestar de la humanidad.
La idea de un aprovechamiento razonado, lo que es el moderno concepto de la sustentabilidad, sostenibilidad o perdurabilidad, se transformó en un abuso que rebasó los límites de lo permisible.
A partir de la Revolución Industrial o lo que sería peor en los últimos cien años, los gases de efecto invernadero se han concentrado en la atmósfera a velocidades inimaginables y en mayores cantidades que los almacenados bajo tierra aumentando el calentamiento global. La diferencia es que la naturaleza transformó todos esos gases y elementos químicos subterráneos a lo largo de ciento ochenta millones de años en los recursos energéticos conocidos y que no son renovables.
Con el desarrollo de las naciones, el progreso comenzó a dejar su rastro en los núcleos urbanos y en los espacios públicos y privados. Apareció y sigue creciendo la sociedad de consumo como resultado de procesos productivos abusivos y de prácticas sociales impulsadas por el equívoco concepto de: tener para ser. Lo que se dejó de lado es lo elevado de la factura ambiental que silenciosamente pasa su costo político, económico y social.
El ser humano ha llegado a sustituir sentimientos por objetos, en un vano afán de satisfacer carencia de valores, falta de afectos y angustias existenciales. Los cuestionamientos resultantes sobre el ser mismo son impresionantes al igual que las respuestas sobre la verdadera forma de vivir, pensar y trabajar.
Los indicadores anteriores, debidamente identificados y clasificados por los estudiosos de la relación ser humano-naturaleza, en su más amplia connotación, aterrizan en la vida cotidiana de cualquier lugar y de todo ciudadano.
Ante el reto de una gestión integral de los residuos, el desafío es controlar la alta producción de basura estableciendo sistemas eficientes de recolección y transferencia y vigilar los vectores de contaminación en los mal llamados rellenos sanitarios.
Es aquí cuando aparecen otros protagonistas: la voluntad política y la voluntad ciudadana. La primera, porque a consecuencia de la crisis financiera tiene que hacer más con magros presupuestos. La segunda, porque cambiando sus patrones de consumo en vez de perder, contribuirá a una mejor calidad de vida para todos.
Ambos directamente responsables del éxito de cualquier acción común que incida en el desarrollo regional sustentable. Las nuevas propuestas para un manejo sustentable de los servicios urbanos giran alrededor de la participación ciudadana y la cogestión de los residuos.
El impulso a programas de amplia participación social para la transformación de basura en residuos y subproductos materiales para el reciclaje, tiene también que consolidar la separación y justa comercialización de los mismos para incorporarlos al proceso de producción industrial, con varias opciones de mercado para que no se convierta en desalentador cuello de botella.
Las pretendidas soluciones fáciles mediante decretos y leyes son una ilusión de que se pueden solucionar los problemas y cambiar al mundo con frases escritas. Lo que se necesita es convicción y actitud de todos, en vez de dejar la responsabilidad a un sector específico de la sociedad.
Como ejemplo están las bolsas de plástico prohibidas ya en varios países y con firmes intentos en el caso de la Ciudad de México en donde la Asamblea Legislativa aprobó una modificación a la Ley de Residuos Sólidos. Acción que están imitando otras entidades de la República. La aprobación legislativa es de buena intención pero denota ignorancia a la complejidad del problema que no se soluciona prohibiendo un artículo específico. Olvidaron lo que significa el volumen diario de pañales desechables usados que aparecen por todos lados y muchos otros artículos.
Sin olvidar el plástico biodegradable que mueve a la duda después de que estudios detallados han determinado que es más el resultado de una estrategia de comercialización que un producto realmente biodegradable.
La solución al problema de la generación y disposición final de la basura, requiere una combinación de políticas públicas innovadoras, con programas sólidos de gestión, con educación y cultura ambiental, con colaboración ciudadana y el firme compromiso de la interacción de todos.
La forma: es importante el papel de leyes y prohibiciones en las estrategias para el manejo sustentable de residuos, pero por sí mismas y de manera parcial no son la solución milagrosa. El fondo: el reto a la capacidad del ser humano para recuperar una vida equilibrada con su entorno porque con él: TODOS SOMOS NATURALEZA.