La contaminación plástica representa una grave problemática ambiental: se calcula que 8 millones de toneladas de estos desperdicios llegan a los mares cada año. Tal impacto es conocido que los humanos ingieren o inhalan microplásticos a través del agua, los alimentos y al aire, sin embargo, ahora se encuentran en nuestra sangre.
Y es que pese a lo insostenible de la crisis climática, las acciones para hacer un uso y producción responsable de este material —presente en casi cualquier aspecto cotidiano— no han sido suficientes y el descubrimiento de mini partículas pláticas se suma a una lista de repercusiones.
¿Qué son los microplásticos?
El plástico es un material que tarda mucho tiempo en degradarse, muestra de ello son las bolsas desechables, en su mayoría fabricadas con polietileno de baja densidad, las cuales tardan hasta 150 años en desaparecer o las botellas que estando enterradas lo hacen hasta en 1,000 años.
De acuerdo con el portal Iberdrola, los microplásticos son derivados de los desechos plásticos, que debido a su resistente composición se van fragmentando hasta convertirse en diminutas partículas de menos de 0.5 centímetros, aunque según la la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) no existen estándares para determinarlos.
Asimismo, la FAO indica sobre la presencias de estas partículas en animales de consumo como lo son peces, crustáceos y moluscos por lo que los podemos ingerir y señala que existen dos categorías de microplásticos:
- Primarios: Son creados intencionalmente de un tamaño pequeño e incluyen los granulados, polvos y abrasivos domésticos e industriales.
- Secundarios: Generados por la degradación de materiales más grandes, sea por la fragmentación o las emisiones de microplásticos durante el transporte terrestre.
Microplásticos en la sangre
Como se hizo mención, es conocida la ingesta de los microplásticos, pero aún no quedan clara las consecuencias que podría tener en la salud.
Nuestra poca comprensión de los efectos de los microplásticos en humanos es la falta de información sobre la capacidad que tienen estas partículas para atravesar las barreras epiteliales que recubren el tracto gastrointestinal, las vías aéreas o la piel.
A. Dick Vethaak y Juliette Legler, investigadores holandeses.
Recientemente, la preocupación por la existencia de plásticos en el organismo ha recobrado fuerza, ya que un nuevo estudio realizado por un grupo de científicos, ha arrojado un dato inédito y es la existencia de microplásticos en la sangre.
De acuerdo con The Guardian, durante la investigación:
Se descubrió que el 80% de las muestras sanguíneas, provenientes de personas sanas, contenían partículas diminutas plásticas. Lo anterior significa que estas pueden transitar por el cuerpo e instalarse en los órganos.
Y aunque se siguen desconociendo las repercusiones, lo que ha desconcertado a los investigadores es que, en el laboratorio, han podido comprobar que los microplásticos dañan las células humanas.
Además, hay otras investigaciones que han demostrado que los microplásticos son capaces de adherirse a los glóbulos rojos, limitando su capacidad de transportar oxígeno o que podría existir una relación entre el cáncer y estos materiales.
La contaminación plástica, el enemigo
La realidad de los residuos plásticos se ve reflejada con la presencia de microplásticos en la sangre humana; empero, hay otros datos igual de preocupantes, por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) asegura que de mantenerse el consumo actual para 2050, el mar tendría más plásticos que peces.
El 42% de los empaques plásticos son de un solo uso, es decir, son inmediatamente desechados y el nivel de reciclaje para este recurso es muy bajo. Ante esta emergencia, en su última convención, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) logró que 175 naciones firmaran un acuerdo histórico para erradicar la contaminación por plástico.
La contaminación por plásticos se ha convertido en una epidemia. Con la resolución de hoy estamos oficialmente en camino de una cura.
Espen Barth Eide, presidente de la UNEA-5 y ministro de Clima y Medio Ambiente de Noruega.
Sin embargo, al igual que la contingencia por COVID-19, la crisis plástica podría considerarse otra pandemia que necesitará la cooperación de todos los sectores sociales para poder subsanarla, por lo que las acciones como las de PNUMA tienen que estar apoyadas por individuos, autoridades y empresas.
Contra los plásticos
Estas son algunas acciones a gran escala que el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) recomienda para ayudar a contribuir a este problema y evitar todas repercusiones que lleva, incluida la de microplásticos en la sangre.
- Prohibiciones al plástico de un solo uso: En la Ciudad de México ya existen políticas que contribuyen con esto, pero aún falta que las personas y los gobiernos busque formas de reducir el consumo de dichos materiales.
- Impuestos e incentivos: Las autoridades son un punto clave en la lucha ambiental, ya que por medio de regulación pueden obligar a las industrias a eficientar el empleo y producción de plásticos.
- Estándares verdes: El diseño de certificaciones e instrumentos de evaluación ayudarán a mostrar el daño de los empaquetados y que las industrias hagan esfuerzos por mejorar sus procesos.
- Responsabilidad compartida: Tanto los productores como los consumidores deben seguir el proceso de la vida de su desechos plásticos.
Pese a todo, la situación y empleo de los plásticos resulta compleja, ya que son indispensables para el cuidado y envasado de medicina y otros productos fundamentales, lo que hace que sean un recurso importante, pero lo cierto es que desde 1950 que se comenzó su producción masiva hemos enfermado al mundo de una forma impresionante.
Estamos frente a un problema que ha escalado, pero de no actuar y de constatarse daños a la salud por microplásticos en la sangre, es posible que la gravedad sea irreversible.