Hasta hace algunas décadas, lo ordinario era alimentarse de los productos de la propia región donde se vivía. Frescos, de temporada, libres de conservadores y procesos artificiales para retrasar su maduración y prolongar su «vida» de anaquel.
Casi sin darnos cuenta esto cambió a partir de la aparición de los grandes supermercados, muchos de ellos trasnacionales, los cuales comercian, entre otros, productos que han recorrido larguísimas distancias, a veces de un continente a otro, con todo lo que esto representa en cuanto a impacto ambiental (huella ecológica).
En respuesta a esta tendencia y por paradójico que parezca, una corriente en defensa del consumo local se ha globalizado. En diferentes partes del mundo han emergido movimientos a favor de una vuelta al consumo local, los cuales esgrimen entre otros puntos los siguientes:
- El consumo local promueve una economía más equitativa y dinámica, además que genera empleos.
- La relación productor consumidor es más personalizada y fortalece los lazos en la comunidad.
- Productos más frescos y de mejor calidad (muchas veces orgánicos).
- Al promover el consumo de productos agrícolas y silvestres de la localidad, se revincula a las personas con la naturaleza, se estimula la protección del paisaje y la preservación de la biodiversidad.
- También sostienen que al consumirse productos de temporada se cobra más conciencia de los diferentes ciclos de la naturaleza, además que califican dichos productos de temporada como los más sanos, bajo el supuesto de que la madre naturaleza es el mejor «botiquín». y ésta produce en cada lugar y estación lo más conveniente para nuestra salud.
- Se consume menos combustible en el planeta al comprar productos cercanos a nosotros y desalentar los traslados largos de mercancías.
En síntesis, desde el punto de vista del movimiento locavore (consumidores de lo local), denominado así desde el Día Mundial del Medio Ambiente en 2005, los productos locales son más ecoeficientes. Y en el caso de los alimentos, saben mejor, pues son cosechados en su punto óptimo de maduración.
La otra cara
En este debate también existen críticas a los movimientos que defienden el mercado local. En internet pueden verse comentarios como el siguiente: «Ahora resulta que en los grandes almacenes no trabajan personas, que no pertenecen a su barrio, que no generan a su vez gasto que repercute en beneficio de otros (…)
¿Por qué tengo que comprar a un tendero si en el supermercado encuentro el mismo producto a la mitad de precio? (…) Lo mejor del mercado es que haya competencia y libertad, y ningún tipo de intervención, simplemente unas reglas de regulación justas que se traduzcan lo más conveniente para el cliente».
La mejor «protección» para el comercio local, más que las restricciones al foráneo, debiera ser, yen el caso de los alimentos, promover el que la comunidad valore los beneficios del consumo interno de igualo mayor calidad que el externo como en su salud, ya la postre en la ecología y en el tejido social de su lugar.
Fuente: MORALES, Alejandro. Haz comunidad, consume local. Mundo Ejecutivo. Número 433, febrero 2015, p. 30.