La especie humana se ha distinguido por utilizar como una de las herramientas más exitosas para enfrentar y adaptarse a su entorno a la mente y el pensamiento, con los que genera conocimiento, mismo que transmite de una generación a otra, por medio del lenguaje y la escritura.
Los humanos, al igual que el resto de los seres vivientes, tomamos recursos del ambiente para satisfacer nuestras necesidades, sin embargo debido a la fuerte presión demográfica y el modelo de cultura contemporáneo, así como el modo de vida predominante se han producido impactos ambientales que dañan a los ecosistemas.
Si hacemos una breve revisión de los cuestionamientos filosóficos humanistas del actuar del ser humano, en la antigüedad se buscaba comprender la estructura de la realidad con las aportaciones de Platón y Aristóteles. Posteriormente durante la Edad Media, la humanidad buscaba dar respuesta a la relación entre la fe y la razón, donde pensadores como San Agustín, San Anselmo y Santo Tomás a través de sus obras, contribuyeron a esclarecerla. Ya en la etapa moderna, Descartes, Hume y Kant, dedican sus vidas a la búsqueda del conocimiento y finalmente en el periodo contemporáneo Hegel, Marx, Russell, Sartre intentan fundamentar esa búsqueda gracias a las ciencias.
Si buscamos una explicación en la Psicología Social Humanista, podríamos citar a Abraham Harold Maslow, uno de los principales exponentes de ella, quien en 1943 propuso la pirámide de las jerarquías de las necesidades humanas. Esta teoría formula una escala de satisfactores indispensables para el bienestar del hombre, que conforme se cumplen, van generando deseos más elevados.
En ella, la base de la pirámide conocida como fisiológica, establece las necesidades mínimas como alimentación, agua, aire, descanso, sexo, que una vez satisfechas lo llevan al segundo nivel que agrupa necesidades de seguridad y protección física, de salud, empleo, ingresos y recursos, así como la seguridad moral, familiar y de propiedad privada.
El tercer nivel de la pirámide establece las necesidades de afiliación y afecto y están relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo como son la asociación, participación y aceptación. El cuarto nivel de la pirámide alberga las necesidades de estima divididas en dos: alta estima y baja estima. La primera reconoce la necesidad del respeto a uno mismo, e incluye sentimientos tales como confianza, competencia, maestría, logros, independencia y libertad, mientras la segunda establece el respeto de las demás personas y comprende la necesidad de atención, aprecio, reconocimiento, reputación, estatus, dignidad, fama, gloria, e incluso dominio.
Actualmente la humanidad se encuentra en un punto de evolución hacia el despertar de la conciencia que podría permitir alcanzar dichos niveles superiores de la pirámide de Maslow, en donde pueda florecer un nuevo humanismo que deje atrás al consumismo y rescate y valore tanto lo espiritual como lo natural.
La mayoría de las especies de animales sólo se preocupan por las satisfacciones de la base de la pirámide de Maslow, mientras que los niveles más elevados son exclusivos del deseo de realización del ser humano. En la medida que a través de la tecnología y los gobiernos podamos satisfacer de manera sustentable las necesidades de la base de la pirámide, tendremos más tiempo y oportunidad para seguir escalando los niveles superiores de la misma. Por el contrario si se continua con la utilización de técnicas de desarrollo poco sustentables, se acelerará el proceso de degradación de los ecosistemas, aunado a fenómenos como el cambio climático y la humanidad tendrá que dedicar un mayor esfuerzo, únicamente para conseguir los satisfactores mínimos que cubran sus necesidades básicas, en vez de escalar la punta de la pirámide.
Los efectos del cambio climático hoy en día, han obligado a la humanidad a repensar su forma de desarrollo y satisfacción de sus necesidades, así como a revalorizar la relación del hombre con sus semejantes y su entorno. El humanismo sustentable plantea una serie de retos que debemos resolver de manera generacional, como son la dotación de agua limpia a todos los seres humanos, buscar energía y transporte limpio que elimine los efectos secundarios del motor de combustión interna y reducir el consumo de combustibles fósiles como el petróleo, la producción de alimentos que permitan el florecimiento de sociedades sanas y la conservación, conocimiento y uso de la biodiversidad y los recursos naturales del planeta.
Consejo de la semana:
Busca la manera que la satisfacción de tu bienestar no afecte a otras personas o dañe el ambiente.
Fuente: Cronica.com.mx
Por: , presidente de los Parlamentarios de América para el Cambio Climático, ONU Hábitat.
Publicada: 14 de enero de 2012.
