La energía puede ser una impulsora decisiva de la competitividad europea y de la transición a una economía con una menor utilización del carbono, lo que beneficiará tanto a las empresas como a los ciudadanos.
HSBC calcula que el volumen mundial de negocios relacionados con el cambio climático ascenderá a 2.2 billones de dólares (1.6 billones de euros) en 2020 y que el mercado del sector de China pro reducción del carbono superará al de Estados Unidos.
A continuación, siete medidas normativas que la UE puede adoptar para contribuir a un futuro económico con una escasa utilización del carbono:
Formular una concepción de una UE con escasa utilización del carbono, que impulse la inversión y combine el objetivo de reducir entre 80 y 95 por ciento de las emisiones de aquí a 2050;
Comprometerse a una reducción del 30 por ciento de las emisiones de CO2 de aquí a 2020 y formular un compromiso con un objetivo para 2030;
Un precio del carbón uniforme, aplicado a toda la economía y que movilice eficazmente el capital hacia las tecnologías del futuro reviste una importancia decisiva. El sistema de compraventa de emisiones de la UE sigue siendo la piedra angular de la política climática de Europa, pero padece las consecuencias de la rémora que representa la falta de ambición del objetivo del 20 por ciento, y la falta de políticas complementarias para aumentar su eficacia;
Comprometerse con la descarbonización del sector eléctrico como elemento fundamental de una economía con escasa utilización del carbono. La Hoja de Ruta 2050 de la European Climate Foundation muestra que la descarbonización total del sector eléctrico de aquí a 2050 es asequible. Las redes eléctricas son el elemento infraestructural decisivo que conectará los mercados eléctricos de la UE. Se deben aunar el capital público y el privado para acelerar el despliegue de dichas redes;
Sin aumentos sustanciales de los compromisos en investigación e innovación, no se conseguirá ocupar una posición de vanguardia competitiva. El Plan Estratégico de Tecnología Energética de la UE es un comienzo excelente, aunque modesto, y debe intensificarse progresivamente;
Con frecuencia se llama a la eficiencia energética «el fruto maduro» de la reducción de las emisiones. Un compromiso más firme con la eficiencia energética, en particular la puesta en marcha de programas en gran escala para readaptar los edificios ya existentes, crearía gran número de puestos de trabajo, ampliaría el mercado de los productos y las tecnologías para la eficiencia energética y reduciría la demanda de energía;
La industria se beneficiaría enormemente, si las normas sobre eficiencia energética fueran estrictas y se endurecieran continuamente. En ningún caso está más indicado que en el de las emisiones de los automóviles, en el que la batalla por los nuevos motores -ya se basen en la electricidad, el hidrógeno o los biocombustibles- acaba de comenzar. Unas normas más estrictas para los automóviles ayudarán a la industria automovilística europea a seguir siendo competitiva.
Un marco normativo ambicioso, que sustente la seguridad energética de Europa y fortalezca el mercado único, apoyaría también la orientación de Europa hacia la reducción de las emisiones de CO2 y una prosperidad con escasa utilización del carbono. La transición económica contribuiría a mantener y fortalecer la competitividad de Europa en una economía mundial que cada vez compite más en materia de sostenibilidad y eficiencia de los recursos.
El imperativo es el de comprender que la economía, la energía y el cambio climático son interdependientes.
*Jules Kortenhorst es el director de la European Climate Foundation. Copyright: Project Syndicate, 2011. www.project-syndicate.org
Fuente: Reforma.com
Por: *Jules Kortenhorst (Traducido del inglés por Carlos Manzano).
Publicada: 11 de enero de 2012.