La segunda mitad del siglo XX fue protagonista de un crecimiento industrial nunca antes visto, uno de los resultados no esperados, ni mucho menos deseado fue el continuo incremento de la contaminación (aire, agua, suelo, etc.) lo cual repercutió de forma importante en la salud de un sector de la población, este problema de contaminación por algunos años paso “casi” desapercibido pero que a medida que ésta se fue acumulando se presentó como un problema tanto para países como para empresas, en México se fue dando una aparición progresiva de una conciencia ambiental, lo cual inaugura la participación social en la toma de decisiones de gobiernos y empresas.
Existen diversos problemas que motivan a movimientos ecologistas (algunos radicales), entre estos se pueden comentar la producción de sustancias tóxicas, el deterioro de nuestros ecosistemas y nuestro paisaje y el envenenamiento del agua y la tierra con los desechos que generamos. Esta inquietud también ha logrado impregnar e implicar fuertemente a los sindicatos, empleados, inversionistas y de forma general a todo grupo de interés con el que la empresa tiene una relación directa o indirecta. De esta forma, y ya limitándonos al marco mexicano, se han ido creando sobre todo en los últimos diez años, diversas líneas de actuación e iniciativas legislativas con el fin de continuar dando orden y coherencia en el mundo de la empresa e industria y de todas las actividades que de una u otra forma afectan nuestro medio ambiente.
Aunque el camino por delante es amplio, siempre resulta gratificante saber que bien vale la pena el esfuerzo, y que los resultados son mínimos pero comienzan a darse, además de que podemos ver que las experiencias acumuladas por otros países nos permiten sentar las bases para dar un impulso estratégico a través del cual poder introducir un marco de responsabilidad ambiental en las empresas que vaya más allá de solo la foto en periódicos, y de reportes maquillados que dan a los grupos de interés un sentimiento de logro pero que los resultados tangibles pueden mejorarse mucho.
Ejercer la responsabilidad ambiental de las empresas requiere de la creación de un marco donde la producción pueda crecer económicamente de manera sustentable, con más y mejores empleos y con una mayor cohesión social junto con un respeto al entorno ecológico. Una manera muy adecuada para mejorar el desempeño ambiental de las organizaciones es por medio de la puesta en marcha de Sistemas de Gestión Ambiental (ISO 14001). Este instrumento de gestión no ha resuelto la base del problema, al ser un instrumento de carácter voluntario solo las grandes empresas han iniciado y concluido procesos de acreditación de su sistema productivo y generalmente por razones tendientes a mejorar su imagen corporativa en los mercados, este primer paso es esencial pero poco a poco se debe ir transitando hacia una verdadera integración ambiental en diversos procesos de la empresa y para eso el factor humano es el más importante.
Podemos tener los mejores procesos, maquinarias nuevas con la más avanzada tecnología pero tenemos gente (empleados y directivos) con mínimo o nulo interés en la protección ambiental, el resultado será un proceso suficiente para sacar la producción pero que desperdicia muchos recursos lo cual se traduce en pérdidas económicas y en generación de contaminación, por lo anterior la participación del factor humano en la mejora de procesos es esencial. Si tienes algún comentario, por favor, compártelo con todos y escribe abajo.