Es imposible caminar por los pasillos y las salas de conferencias del Foro Económico Mundial e ignorar la presencia descomunal de hombres. Este foro congrega a los líderes empresariales y políticos más importantes del mundo. No es sorpresa que el contingente femenino sea bastante reducido. Es un reflejo de la situación de inequidad que prevalece en las altas esferas del poder en el mundo.
Este año, la mujeres representaron 18% de los participantes, más que 17 % del 2014 y 16 % del 2013. Esta variación se debe en gran parte al esfuerzo de los organizadores del Foro por dar incentivos para que los participantes incluyeran a más mujeres dentro de sus delegaciones. Davos se mueve lentamente. Al igual que el mundo en el que se desarrolla. A este ritmo, en 30 años podríamos empezar a hablar de paridad de género en este foro.
Esta edición del World Economic Forum (WEF) estuvo enfocada en la Cuarta Revolución Industrial. Uno de los temas que se tocó en una serie de paneles fue el tema de género. En las sesiones se trataron los asuntos de la mujer, el trabajo y la familia, el liderazgo femenino, la educación y la salud de las mujeres y de las niñas. No faltaron Melinda Gates, Justin Trudeau, Sheryl Sandberg, Iris Bohnet y Anne-Marie Slaughter. Los que sí faltaron a estas sesiones fueron los hombres. ¿Cómo podemos avanzar en el tema de equidad de género si sólo las mujeres participamos en el debate?¿No nos afecta a todos la inequidad de género? ¿Cómo podemos sumar a los hombres a esta discusión?
Siempre es un reto hablar de género. En esta ocasión, la discusión se enfocó en tres argumentos principales:
1. La importancia de la inclusión de las mujeres en las altas esferas de liderazgo en las empresas y en la política como una decisión de negocio. El último reporte del WEF sobre la Brecha Global de Género ha documentado que las empresas con representación de las mujeres en las posiciones ejecutivas más altas tienen mejor desempeño que las que no incluyen a mujeres en los cargos de mayor nivel. Y que el éxito de una nación o empresa depende, entre otros factores, de la integración del talento de las mujeres.
2. Paridad de género por diseño. ¿Cuántas campañas se han desarrollado para intentar cambiar la forma en que percibimos el problema de falta de equidad de género? ¿Cuáles han sido sus resultados? En un problema similar, el cuidado del medio ambiente, ¿cuántas campañas se han implementado y con qué resultados? Basta un ejemplo: la campaña en los hoteles para intentar concientizar a los huéspedes de los hoteles del cuidado de la energía eléctrica. Ni trípticos en los cuartos, ni letreros junto a los contactos lograron que los huéspedes apagaran las luces al salir. ¿Qué logró cambiar la mentalidad (quizá solo las acciones) de las personas? Un cambio en el diseño: a la entrada del cuarto, las luces sólo se encienden cuando uno inserta la llave en un dispositivo. Y al retirar la llave a la salida, las luces se apagan. ¿Cómo podemos cambiar el diseño de las reglas en el mercado laboral para lograr este cambio?
3. El balance entre las labores de cuidado de la familia y las del sostén económico de la familia. Las mujeres han adquirido mayores responsabilidades de proveedoras, pero siguen destinando mucho más horas a la semana al cuidado de los hijos o los padres que los hombres. Son pocos los hombres que han asumido la responsabilidad del cuidado de sus hijos o sus padres. Como dice Anne-Marie Slaughter, las mujeres trabajadoras intentan mantener dos trabajos de tiempo completo mientras compiten con hombres que tienen el lujo de enfocar su atención en uno solo. Y aun cuando los esposos o parejas hombres “ayudan”, la responsabilidad de encabezar la labor del cuidado del hogar recae en las mujeres.
El movimiento por la equidad de género no debe ser entendido como una batalla entre los hombres y las mujeres, como ha sido percibido a lo largo de la historia. Este movimiento solo podrá prosperar si logra sumar a hombres y mujeres por igual, en favor de una sociedad equitativa que beneficie a todos sus integrantes, no nada más a las mujeres.
Fuente: El Economista