Por: Carmen Sánchez, CEO de Intelema y experta en Inteligencia Emocional.
En la actualidad hay mucha gente que se dedica profesionalmente a ser influencer, o dicho de otro modo, a influir sobre los demás en las redes sociales y en eventos de relaciones públicas. Parece un concepto moderno, pero no deja de ser una forma de liderazgo ejercida de manera natural y orgánica; el mismo liderazgo que normalmente abunda en el entorno empresarial.
La palabra influencer genera –en ocasiones– rechazo por el evidente componente generacional que acarrea; tiene un fuerte vínculo millenial y hay quienes, observando el concepto desde edades más tardías, se acercan a él entre escépticos y desorientados. Influidos por el miedo a no entender. A quedase descolgados. Sin embargo, hay un tipo de influencer que ha existido durante toda la vida y que resulta perfectamente reconocible para cualquiera: el jefe apreciado y carismático.
Pero ¿qué puede aprender un líder empresarial de estos nuevos adalides de la comunicación en Internet? Aparentemente el influencer aparece de la nada y decide mostrar al mundo, a través de las redes sociales, aquello que hace en los diferentes ámbitos de su vida. Ocurre que sin proponérselo ejerce una influencia enorme en miles de personas, atesora un liderazgo auténtico “de dentro a fuera” y lo desempeña gracias a que está conectado a su esencia. Hace lo que le gusta hacer sin esperar nada a cambio.
En realidad, ese es el auténtico líder. El que se distingue por restarse importancia a sí mismo y a lo que hace en Internet. Los verdaderos líderes en las redes sociales destacan por hacer aquello que les nace sin consultárselo a nadie, se dedican a lo que les gusta y disfrutan con ello. Cuando esto pasa, la onda expansiva de optimismo e ilusión contagia a los demás. La gente valora lo que hacen y lo que son; a partir de ahí se pueden transformar en objetos publicitarios para las marcas.
Sin embargo, recuperando de nuevo las similitudes entre el influencer y el líder de empresa, cabe señalar que la personalidad del líder influye mucho en el resultado de ese liderazgo: hay líderes que desarrollan un potencial que genera valor y hay otros que simplemente generan destrucción.
Los líderes que generan valor son reconocidos por virtudes como la generosidad, la amabilidad o el buen hacer en beneficio de todos. Los líderes que generan destrucción reúnen antivalores como el egoísmo o el abuso de poder; sólo les importa el dinero y acumular cosas materiales; lideran para su propio beneficio y el bienestar común ni siquiera aparece en su lista de prioridades.
A pesar de las diferencias, ambos estilos de liderazgo aparecen en personas con una visión muy amplia, con capacidad de estrategia y orientadas a la motivación por el logro. Son personas auto motivadas y capaces de lograr casi todo lo que se proponen. Pero, ¿cómo se construye un líder? En realidad basta con encontrar lo que ya tenemos dentro.
La mayoría de la gente no es consciente de ello, pero hay un líder dentro de cada ser humano. A cada persona se le da bien algo, pero la sociedad está estructurada de tal manera que cuesta ver las virtudes que cada uno lleva dentro. En definitiva, todos podemos ser líderes, pero solo algunos consiguen que se les reconozca por aquello en lo que verdaderamente destacan…
Hasta que se eternizan en sus puestos de ser vistos como verdaderos líderes. Ocurre en las empresas y ocurrirá en las redes sociales: cuesta detectar el punto exacto en el que conviene echarse un lado y dejar de cerrarle el paso a los que vienen por debajo.
Un líder emocionalmente inteligente es aquel que evoluciona y favorece un entorno evolutivo, se rodea de un equipo, crea una visión amplia en la que caben muchos, donde cada uno tiene un papel definido y cada miembro del grupo disfruta con su tarea. En cambio, el líder que con demasiada frecuencia vemos se aferra a su sillón, que ejerce abuso, genera dependencia y jamás da un paso al lado porque se considera imprescindible.
Lo decíamos al principio: hay que dejar los prejuicios a un lado y aprender de muchos influencers que hacen lo que les gusta sin pretensiones de prestigio o de poder, con verdadero liderazgo celebrando su vida en las redes sociales desde la más pura naturalidad.