Por Antonio Vives
Todos quisiéramos que en sus informaciones sobre sostenibilidad las empresas dijeran “toda la verdad y nada más que la verdad”. Y somos muchos los que queremos que no nos cuenten solamente las cosas buenas que hacen sino también la no tan buenas, las malas, sus impactos negativos y que hacen al respecto para mitigarlas o contrarrestarlas.
En un excelente artículo la gurú de los reportes de sostenibilidad Elaine Cohen (When is CSR Reporting honest?) argumenta que para tener credibilidad los informes de sostenibilidad deben reconocer que no todo es color de rosa y reportar los errores cometidos, los impactos negativos que todavía no han mitigado, reconocer que les falta mucho por hacer y reportar lo que pretender hacer para corregir estos problemas. Pero reconoce que “un reporte que sólo contiene malas noticias no logrará la aprobación de los abogados”.
Y yo me atrevo a añadir que aunque solo contenga “algunas” malas noticias tendrá oposición interna a su diseminación externa.
Sí, la empresa debe reportar sus falencias en sostenibilidad. Pero no es solamente negativo que algunas empresas todavía no lo hagan. No todo es negativo. No se debe tirar el bebé con al agua del baño.
Recordemos que el reportar sobre sostenibilidad es un largo proceso, no es algo que un buen día decimos lo hacemos y unos meses o un año después tenemos un buen reporte. La gran mayoría de las empresas pasan de la decisión de reportar sobre sus actividades de sostenibilidad a logarlo en un largo período y aún más largo para pasar de un mero informe descriptivo a un informe que revele las estrategias de la empresa, sus objetivos, indicadores e informes de progreso en su logro.
En gran cantidad de casos los sistemas de información sobre sostenibilidad son rudimentarios y la información debe ser recopilada manualmente de muchas fuentes separadas, aisladas, que no están integradas todavía al proceso, a veces incoherentes entre sí. Puede ser un trabajo titánico producir un mensaje coherente de tanta incoherencia, falta de información e intereses particulares. Se suele destacar aquello para lo cual hay información más que aquello que es lo más relevante para la empresa. Y ni que decir de llegar a determinar de forma sistemática y confiable los aspectos materiales (Matriz de materialidad: Más allá del esquema tradicional).
Y muchas veces los agentes externos a la empresa piensan que es sencillo hacer un buen reporte.
Internamente hay muchos obstáculos que vencer. Y no solamente para llevar a cabo actividades de sostenibilidad por la percepción de que el costo beneficio de hacerlo no es favorable, sino para después reportar lo que se ha hecho. Los costos de las acciones de reportar se suelen sentir en una unidad de la empresa pero los beneficios, si los hay, suelen ser a nivel agregado, de toda la empresa. La oposición de los afectados internamente está servida. Y cuando se supera esta etapa de resistencia, o simultáneamente, vienen las presiones para “se destaque lo mío”, para que lo informen de cierta manera.
El qué y cómo se reporta atribuye importancia relativa a algunas partes de la organización sobre otras lo que puede crear rivalidades perversas y puede reducir en nivel de colaboración interna tan necesaria para tratar un asunto tan integral y global como lo es la sostenibilidad. No solamente hay que priorizar lo que es importante para los stakeholders, hay que hacer balances dentro de la empresa de los que es técnica y políticamente factible.
El empezar por decir las cosas buenas que se hacen es un buen comienzo del proceso, permite el desarrollo de los sistemas de información, estimula relaciones de confianza entre la línea operativa y los “maniáticos” de la sostenibilidad, esos del “departamento de sostenibilidad” que no entienden el negocio. Por lo menos sirve para contribuir a vencer, paulatinamente, las resistencias internas.
Y el decir solo las cosas buenas estimula a la sociedad civil a reaccionar, despierta el interés de los lectores y partes interesadas, que piden que se reporte también lo malo, las omisiones (lamentablemente tantas veces los stakeholders son indiferentes).
Lo crítico es lo que viene después. Si después de haber establecido un proceso de reporte la empresa sigue insistiendo en decir solo cosas buenas merece rechazo. Una vez superada las etapas iniciales de reporte la empresa debe continuar con el proceso de aprendizaje y empezar a moverse hacia información más integral, más balanceada. Pero ello requiere gran confianza en sus dirigentes. Y claro está depende también del entorno legal en que opera la empresa. En algunos países los riesgos de declarar impactos negativos son muy elevados, no solo por la reacción de los stakeholders penalizando comercialmente a empresa sino por las posibles acciones legales.
Nosotros, grandes críticos de las empresas que no lo dicen todo, ¿lo decimos todo nosotros mismos? ¿Pones en Facebook tus defectos? ¿Eres capaz de destacarlos en una entrevista de empleo? ¿Los dices cuando puede tener un impacto negativo sobre tu “reputación? ¿O más bien enfatizas tus virtudes según tú las ves? (¡que son muchas!) ¿Te sometes al escrutinio de tus stakeholders?
O cómo me dijeron una vez: ¡No necesitas abuela que te alabe!
¡Ay que buenos somos para ver la brizna en el ojo del vecino y no ver el palo en el nuestro!
No, no pido indulgencia para las empresas. Hay mucha sinvergüencería. Solo pido que hagamos la evaluación en su contexto adecuado. Si la empresa está consolidada en sus reportes y todavía sigue presentando información desbalanceada: MAL. Pero si la empresa está en sus comienzos ayudémosla a aprender puntualizando los problemas que debe resolver, los impactos positivos que debe potenciar. No seamos indiferentes.
Dejémosle un tiempo para el aprendizaje, pero después debemos exigir más que el color de rosa.
Puede ser positivo el reportar solo cosas buenas mientras no se haga una costumbre. .
El reportar sobre la sostenibilidad no es un paseo, es un largo y extenso viaje.
Antonio Vives
Con un Ph.D. en Mercados Financieros de Carnegie Mellon University y con una trayectoria como profesor en 4 escuelas de negocios, Antonio Vives es actualmente catedrático y consultor en la Stanford University. Socio Principal de Cumpetere. Ex-Gerente de Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo. Creador de las Conferencias Interamericanas sobre RSE. Autor de numerosos articulos y libros sobre RSE y del blog Cumpetere en español.