Hablar de interculturalidad es hablar de tener la capacidad de experimentar la cultura de otra persona, tener la mente abierta y estar interesado en lo que es distinto.
Esta capacidad puede ser una de las mejores herramientas para generar una convivencia equitativa y de inclusión, ya que aquellos que experimentan la interculturalidad pueden evaluar sentimientos, pensamientos y reacciones personales para comprender otra cultura, y utilizar esa experiencia para reflexionar sobre su propia vida y entorno.
Así que con el propósito de desarrollar conciencia, empatía y corresponsabilidad en la comunidad universitaria y sociedad, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey celebra del 18 al 22 de octubre la Semana de la Dignidad Humana.
Durante el evento se están llevando a cabo paneles, talleres, conversatorios y conferencias que abordan cinco temáticas principales:
- Cultura de la Sostenibilidad.
- Diversidad e Inclusión.
- Dignidad Humana.
- Cultura de la Integridad.
- Florecimiento Humano.
En la temática de Diversidad e Inclusión, la Dra. Edith Yesenia Peña Sánchez, profesora e investigadora del INAH, impartió la conferencia Diversidad, Interculturalidad e Inclusión, en la que habló acerca de cómo se dan y replican las distintas desigualdades en la sociedad.
Cada individuo vive una realidad distinta
La especialista en el tema afirmó que se puede erradicar el miedo a la diferencia y las manifestaciones de connotaciones negativas que generan violencia. Para ello, son necesarios diferentes cambios en los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, pero también un cambio personal en nuestra convivencia cotidiana.
En ese sentido, se debe tener en cuenta que cada comunidad, grupo social o persona vive un contexto social diferente. Nuestras diferencias van más allá de las características físicas, la edad, la clase social, el color de piel o el grupo étnico, también tienen que ver con nuestra identidad, con la manera en cómo pensamos y vivimos el mundo.
Siempre habrá diversidad en las esferas en las que convivimos, cada grupo humano potencializa o vulnera esas características que nos identifican por presentar cuerpos diferentes, maneras de pensar distintas y opciones de vida alternativas, lo cual, muchas veces causa temor y miedo.
Dra. Edith Yesenia Peña Sánchez, profesora e investigadora del INAH.
Estas diferencias se perciben desde muchos ángulos y pasan por un sistema ideológico social que nos ha normalizado, dado una serie patrones de comportamiento y una posición social, la cual, a su vez nos otorga una posición de poder, ya sea de privilegio o de subordinación. Es en ese punto donde surgen las desigualdades que muchas veces se transforman en discriminación y violencia.
Formación de estereotipos que replican la discriminación y la desigualdad
La Dra. Peña Sánchez, declaró que para que exista una convivencia pacífica y equitativa se debe preservar la apertura a la diferencia, ya que cada grupo social cuenta con sus formas de organización, así como la manera de valorar y clasificar a las personas que lo integran a partir de normas que se internalizan en la identidad de las personas.
Como ejemplo, mencionó el contexto dado por el sistema económico capitalista y patriarcal en el que todavía vivimos. El hombre es el que dicta las normas de comportamiento y se fundamenta en la producción de capital, así como en las dinámicas del mercado.
Si pensamos en este modelo económico con una funcionalidad basada en la hegemonía masculina podemos entender que existe un sistema sexo–género que tiene una abstracción naturalista y existencialista que da una lógica de acumulación económica y pública androcéntrica hacia el hombre y un proceso de garantizar la vida del hogar a través de la feminización, es decir a través de la mujer.
Dra. Edith Yesenia Peña Sánchez, profesora e investigadora del INAH.
Este sistema ha generado un escenario de desigualdades estructurales en el que existen estereotipos, que difícilmente pueden cubrir las personas para mantener y reproducir al mismo sistema “que todo el mundo nos habla pero muy pocos lo reconocemos en nuestras cotidianidades”.
Continuando con el mismo ejemplo, dichos estereotipos se ven reflejados en la desigualdad entre hombres y mujeres, en la que al hombre se le ve como una persona fuerte, decidida y autoritaria, y a la mujer como débil, dudosa y obediente. Los estereotipos patriarcales generan relaciones y expectativas de género asimétricas que favorecen las relaciones coercitivas además de potencializar los procesos de desigualdad y discriminación.
Creación de políticas públicas equitativas e incluyentes
Asimismo, la doctora explicó que gracias a muchas personas, a muchos grupos sociales (como el colectivo feminista, LGBT+, grupos étnicos, etc.) que tuvieron el valor de mostrar sus diferencias y que fueron resilientes, además de resistentes para organizarse y hacer valer sus derechos en todos los ámbitos de su vida social, ha generado que se tome la comprensión de la diferencia como un problema público y de justicia social.
Estas luchas que generaron la creación de políticas públicas han puesto sobre la mesa de discusión dos conceptos que, si bien no son nuevos, en los últimos años han tomado fuerza, estos son:
- Interculturalidad: Un intercambio en términos equitativos entre los distintos grupos sociales para que puedan expresar su identidad, pero también puedan respetar la de los otros y generar así ambientes incluyentes de convivencia y comunicación.
- Interseccionalidad: Se está ocupando como una herramienta jurídica, metodológica y política, al igual que en el ámbito ideológico para la transformación del comportamiento y la cual comprende el hecho de que una persona de forma simultánea puede tener características o identidades diversas.
Por ejemplo, una persona puede ser una mujer de una cierta edad, de una determinada clase social y de una etnia distinta; cada una de estas características le otorga una posición de privilegios y subordinaciones en su vida cotidiana.
Es muy importante saber que hoy en día ha existido una evolución de las políticas públicas que tratan de refrendar y visibilizar estas herramientas; entre esas políticas se encuentran las de equidad, de transversalización de perspectiva de género, de interculturalidad y de inclusión.
La diversidad cultural y social es un elemento valioso, pero también es un elemento repudiado porque afecta los intereses de mucha gente. Por ese motivo en los distintos ambientes sociales —ya sea en la escuela, en el trabajo o dentro de instituciones públicas— se requiere una interacción basada en el respeto, en el diálogo y principalmente en el reconocimiento de que todas las personas sin importar sus diferencias deben ser tratadas como iguales.
Si estás interesado en participar y ver las demás conferencias de la Semana de la Dignidad Humana, no dudes en visitar la plataforma LiveTec en donde se encuentran todos los videos de este evento.
José Alberto Sánchez Nava.