El país del Sol Naciente anunció que permitirá la caza de otra especie de ballena, pese a que la demanda de este tipo de alimento ha tenido una baja considerable entre los consumidores. La caza comercial de Japón pone en peligro a un cetáceo más bajo el argumento de ser parte de la tradición alimentaria de esta nación, misma que hace gala de una práctica de consumo irresponsable contra la biodiversidad y conservación de especies.
En 1986, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) decretó una moratoria que puso un alto a la caza comercial de todas las especies y poblaciones de ballenas. Sin embargo, Noruega, Islandia, Japón y Dinamarca continuaron con esta práctica, aunque restringida, en detrimento de estas formas de vida marina. A menos de medio siglo de esta prohibición, la noticia de que Japón permitirá la caza de la ballena de aleta o rorcual, a pesar de ser una especie vulnerable, se suma a las amenazas que estos mamíferos deberán enfrentar para sobrevivir. Te contamos más sobre lo que significa esta amenaza para la ballena rorcual.
Caza comercial de Japón pone en peligro a ballenas
Japón ha dicho que permitirá la caza comercial de ballena de aleta, también conocida como rorcual común, el segundo cetáceo más grande después de la ballena azul.
Anteriormente, el país asiático había dado luz verde a la caza de tres especies de ballena, a saber, la Bryde o de ojos grandes, la de Minke y la de Sei o norteña. No obstante, a Japón le ha parecido necesario añadir una especie más a la cacería, a pesar de que el consumo de esta clase de carne registra mínimos históricos de demanda de aproximadamente mil a 2 mil toneladas por año, lo que representa el 1 % del consumo que se realizaba en la década de 1960, el cual ascendía a 200 mil toneladas anuales.
Según informa el portavoz gubernamental, Yoshimasa Hayashi, la decisión se tomó después de preguntar a los ciudadanos su opinión al respecto, pese a las críticas de los grupos en contra de la caza de cetáceos:
“Las especies de ballenas resultan un recurso alimentario importante y se deben usar de forma sostenible como otras especies del mar, basándonos en las evidencias científicas y la cultura tradicional”
La protección se mantuvo menos de medio siglo
Durante los siglos XIX y XX, la caza de ballenas fue tan común que puso en peligro a algunas especies, entre ellas, el rorcual común, que sufrió descensos considerables en su población debido a esta actividad. Tan solo en el siglo pasado, se capturaron alrededor de 750 mil rorcuales. No obstante, en 1986 la Comisión Ballenera Internacional (CBI) prohibió la caza de ballenas de todas las especies.
A pesar de que el rorcual común se encuentra en todos los océanos, la caza y otras actividades antropogénicas ocasionaron que esta especie estuviera en peligro de extinción. Para 2018 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cambió su estado de conservación a “vulnerable” en 2018.
Luego de esto, Japón optó por reanudar en 2019 la captura comercial de ballenas en sus mares, por lo que dejó de formar parte de la CBI, que se opone a la caza de estos animales. El Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca de Japón informó que tan sólo en 2023 se cazaron 83 ballenas Minke, 187 ballenas Bryde y 24 ballenas Sei.
¿Un atentado contra la conservación de la ballena de aleta?
La decisión de la nación asiática ha despertado críticas de la comunidad internacional, e incluso, una sentencia de la Corte de la Haya contra Japón. El país asíatico defiende la pesca de ballenas como parte de su tradición alimenticia, además de su importancia económica, aunque en la actualidad el consumo de esta carne es muy bajo en la región.
Este producto alimenticio fue apreciado en Japón durante la posguerra ya que era barato y posee alto valor nutricional. Generalmente se ingiere en sashimi, es decir, cortes crudos, rebozado o cocido.
Lamentablemente, la caza, el cambio climático, el enredo con redes, la contaminación acústica, y otros resultados de la actividad humana, ponen en peligro al rorcual, que a pesar de la rápida recuperación de sus poblaciones, luego de la prohibición de su pesca en el pasado siglo, hoy se encuentra nuevamente en el blanco de algunos países dispuestos a aumentar la variedad de carnes en el menú, por encima de salvaguardar la biodiversidad marina.
¿Derecho a la conservación de especies?
Si bien esta especie de ballena se encuentra en situación “vulnerable” y no en “peligro”, requerimos que las instituciones de protección animal y gobiernos protejan la biodiversidad desde antes de que se encuentre en peligro de desaparecer, no es posible levantar la guardia a la primera señal de recuperación de las poblaciones en riesgo y volver a aprobar prácticas que vulneran los avances conseguidos.
Por desgracia, la conservación de especies de flora y fauna se ha visto como algo separado del derecho universal a un medio ambiente sano, por lo que la protección de la biodiversidad goza de menor presión jurídica que la respalde.
La realidad es que nuestros menús alimenticios cuentan con suficiente variedad para requerir sumar otra especie a estos. El progreso de las sociedades humanas debe combatir aquellos hábitos que, pese a haberse perpetuado por años, atentan contra los derechos humanos o la conservación de especies y hábitats naturales. Sólo los animales que se crían de manera masiva para consumo humano pueden soportar la enorme demanda alimenticia de un mundo con más de ocho billones de humanos. Por otra parte, no se debería permitir la caza de especies salvajes, mucho menos cuando no hay un compromiso con garantizar la supervivencia de la especie y acciones claras de restitución.