Ocupar un cargo de mando no es tarea fácil. Tres de cada 10 mexicanos reconozcan cierto grado de prepotencia en sus jefes; incluso, es lo que más detestan, indica una encuesta
El análisis de Trabajando.com, realizado entre 3,000 personas, tuvo por objetivo evaluar los puntos de vista sobre cómo es la relación que mantienen los empleados con sus jefes.
Un 32% aseguró que detesta que no valoren su trabajo; 20% que sea incompetente; otro 20% lo resumió en falta de habilidad para saber escuchar. Mientras que un 14% refirió problemas para comunicarse con claridad, y el otro 14% restante expresó que el peor error es que éste no delegue tareas.
«En épocas de crisis, al jefe se le pone más a prueba. Éstos deben aumentar su capacidad para motivar, demostrar y trasmitir tranquilidad a los trabajadores. Quien está a la cabeza necesita controlar situaciones de incertidumbre», apuntó la directora general de Trabajando.com, Margarita Chico.
¿Cómo mejorar la relación?
Quienes ocupan cargos de autoridad y deben tomar decisiones, por lo regular, son menos cuidadosas respecto de los sentimientos y las necesidades de los demás. Aquéllos que desempeñan un rol subordinado dedican más tiempo y energía a fijarse y calificar las actitudes de los superiores.
En episodios de crisis, esa tensión aumenta e impacta en el ámbito laboral, refiere una investigación del departamento de psicología de la Universidad de Standford.
Margarita Chico manifestó que quienes están en posiciones gerenciales deben respaldar a su equipo y brindarles retroalimentación de su desempeño. Eso permite aumentar la autoconfianza en los empleados y, por consiguiente, se incrementa su rendimiento y satisfacción en el trabajo, añadió.
Ese sería un escenario ideal, pero la realidad es que las diferencias en el ámbito laboral siempre aparecen. Para tener un mejor control de ellas, considera estas sugerencias:
1. La próxima vez que te sientas enojado porque tu jefe te trató de manera indiferente o molesta, toma unos minutos para identificar lo que con exactitud despertó tu sentimiento de frustración. Tal vez fue que tu superior no le dio valor a una propuesta que le presentaste. Eso no podrás saberlo si no identificas el problema y te preparas para enfrentarlo.
2. El siguiente paso es no ‘interpretar’ sino hablar directamente con el jefe y, sin reprochar, explícale por qué es importante para ti recibir su retroalimentación. La prudencia ayuda en estos casos, si ves que sale de una junta donde le regresaron los reportes no es el mejor momento para hacerlo. Busca los espacios donde él tenga mejor disposición para escuchar.
3. Si tu jefe considera que no estás realizando tus tareas o las minimiza, la manera de revertir esa situación es creando una herramienta para que él monitoree, brevemente, tus avances (y a ti te sirve para llevar un orden de tus pendientes). Desarrolla estatus semanales que incluyan el detalle de tus actividades. Los mejores momentos para poner en marcha esto son por las mañanas, o al terminar el día. Así, cuando te realicen algún comentario respecto a tu poco trabajo, tendrás un arma para demostrar tu desempeño, sólo busca el tiempo idóneo para mostrarlo. Dar por hecho las situaciones es uno de los indicadores que altera, en mayor medida, la dinámica laboral, apuntó Martha Galván, especialista en psicología del trabajo por la UNAM.
4. Existe una ley muy práctica: «separa tus emociones del trabajo». Como suele decirse, no tomes nada personal. El ámbito laboral implica toma de decisiones, cambios continuos, baja de personal, nuevos proyectos, entre otros indicadores que pueden poner «de mal carácter» al jefe más de un día. Pero eso no implica que tú seas el culpable de todo ello. Evalúa tu trabajo y establece hasta qué punto eres o no responsable, por ejemplo, de una llamada de atención.