La travesía del desierto de John Galliano duró tres años y medio. El célebre modista británico, despedido por Dior en 2011 por proferir insultos antisemitas en estado de ebriedad, regresa al mundo de la moda gracias a la Maison Martin Margiela.
El comunicado publicado puso fin a semanas de especulaciones sobre el futuro profesional del diseñador de 53 años. John Galliano será a partir de ahora director creativo de Martin Margiela, exclusiva marca parisina de prêt-à-porter y alta costura. Su primera colección estará en las pasarelas en enero próximo.
«John Galliano es uno de los mayores talentos, un couturier único y excepcional para una casa que siempre innovó en el mundo de la moda», declaró Renzo Rosso, fundador del grupo OTB que controla Margiela a través de su filial, Neuf.
La maison Martin Margiela fue fundada en 1988 por el creador belga del mismo nombre, cuyo estilo siempre avanzó a contramano de las tendencias: sin logo y sin publicidad, Margiela se caracterizó por sus líneas sin complicación ni detalles superfluos. En 1997, Jean-Louis Dumas -por entonces director de Hermès- recurrió a él para dar nueva vida a su línea de prêt-à-porter. Margiela firmó esas colecciones hasta 2003, cuando fue reemplazado por Jean-Paul Gaultier, de quien había sido su asistente.
En 2002, la holding de Renzo Rosso, OTB (Only The Brave), propietaria de Diesel, entró en el capital de la marca Martin Margiela. Por su parte, el talentoso creador belga se retiró en 2009.
En aquel momento, John Galliano, estrella absoluta de las pasarelas, presentaba cuatro colecciones por año para Dior: dos de prêt-à-porter y dos de alta costura. Con cada una de ellas, Juan Carlos Antonio Galliano Guillén, nacido en Gibraltar, demostraba una capacidad de creatividad y de imaginación inextinguibles. En 2004, la revista Time lo consagró como el «creador más influyente de su generación».
Quienes lo conocen en la intimidad afirman que sus problemas habrían comenzado en 2007, tras la muerte de Steven Robinson, su brazo derecho y amigo más cercano, egresado como él de la prestigiosa Saint Martins School de Londres. Todo se derrumbó en febrero 2011 cuando la policía lo detuvo en un bar del tercer distrito de París, por agresión e insultos antisemitas y racistas.
Un video lo muestra vociferando: «¡Adoro a Hitler! ¡La gente como ustedes deberían estar muertos!» Y agrega que sus interlocutores deberían ser «gaseados».
El episodio dio un golpe mortal a su carrera. Dior lo despidió pocos días después, el 8 de septiembre de 2011, y la justicia lo condenó por «injurias públicas» a pagar 6 mil euros.
Desde entonces permaneció prácticamente desaparecido consagrado a seguir una cura de desintoxicación. Finalmente, Galliano reapareció en febrero de 2013 durante la semana de la moda en Nueva York, después del desfile de Óscar de la Renta.
En la primera entrevista que acordó desde el escándalo, Galliano apareció el mes pasado ante las cámaras de la televisión francesa junto a su compañero sentimental en su casa de Auvergne, en el centro de Francia. Allí evocó «su enfermedad», el alcoholismo y la adicción a los medicamentos. Pero también el papel de la fe en su desintoxicación.
El modista aseguró que ha estado «sobrio» durante los tres años y medio que duró su purgatorio. Repitió que «no es racista ni antisemita» y calificó sus exabruptos de «mecanismos de defensa» ligados a «traumatismos padecidos durante la infancia». También expresó su esperanza de poder visitar a Bernard Arnault, fundador del grupo LVMH, dueño de Dior y «explicarle lo que realmente sucedió».
Además de su empleo en Dior, Galliano también perdió la marca de prêt-à-porter que aún lleva su nombre. De retorno al tablero de dibujo en el atelier de creación de Margiela, su estilo flamígero puede darle un impulso audaz y desinhibido a una casa que nunca superó el traume provocado por la pérdida de su gran diseñador en 2009.
La segunda vida de Galliano parece haber comenzado el lunes en una maison que parece ser la antítesis de lo que fue John Galliano durante sus años de estrellato y excesos: Martin Margiela fue fundada y sigue funcionando sin estrellas, bajo el signo del anonimato y la reflexión colectiva.
Fuente: El Occidental