Los servicios de entrega se han potencializado en los últimos dos años: desde flores, comida y hasta traslado de mascotas, todo se encuentra al alcance de una app. Sin embargo, el recurso más importante en esta tecnología son las personas, o ahora mejor conocidos como jornaleros digitales.
Estos trabajadores han formado parte esencial para que la economía continúe fluyendo aún durante la emergencia sanitaria, por lo que es de interés saber qué hay detrás de todos aquellos «colaboradores» que han hecho posible el crecimiento de las apps de entrega, y sobre todo… cuáles son sus condiciones de trabajo.
Llega la gig economy con nuevas reglas
De acuerdo con Forbes, en 2021, con la contingencia sanitaria los hábitos de consumo en nuestro país —así como en gran parte del mundo— se digitalizaron. En México el 83% de los consumidores internautas usó plataformas de entrega o servicios a domicilio, el 76% lo hizo para ordenar comida y otro 60%, para pedir productos del supermercado.
La revolución que causaron empresas como Uber, Cabify o Didi se transformó en una situación cotidiana e incluso en una necesidad básica para cierto sector de la población. Esta nueva dinámica trajo consigo a la gig economy.
La gig economy es un modelo que «implica el intercambio de mano de obra por dinero entre individuos o empresas a través de plataformas digitales que facilitan activamente la correspondencia entre proveedores y clientes, a corto plazo y pago por tarea».
Dicha mano obra puede ser desde un taxista independiente, la reservación de un lugar para vacacionar, una orden de comida rápida, un corte de cabello a domicilio o hasta comprar una artesanía. Todas estas acciones realizadas en el marco de la gig economy son sustentadas por trabajadores temporales, que suelen llamar «socios», quienes gozan de una remuneración pero no de condiciones laborales óptimas.
La gig economy es un sistema de libre mercado en el que los puestos temporales son comunes y las organizaciones contratan trabajadores independientes para compromisos a corto plazo.
TechTarget, empresa de servicios de marketing.
Dada esta relación tan abierta entre trabajadores y proveedores, existen varios puntos ciegos sobre cuán beneficioso puede ser el esquema de intercambio que ha dado paso a los llamados jornaleros digitales.
¿Quiénes y qué son los jornaleros digitales?
Dentro de la fuerza de trabajo de la gig economy podemos encontrar a los siguientes tipos de trabajadores:
- Personas que reciben pago por tarea.
- Contratistas independientes que realizan trabajos y cobran por contrato.
- Trabajadores pagados por proyectos.
- Contrataciones temporales.
- Personal de tiempo parcial.
Los jornaleros digitales pertenecen a la primera categoría, ya que son quienes laboran de manera independiente para plataformas digitales, el ejemplo más claro son los repartidores de comida o los conductores de las empresas de este tipo más conocidas.
Muchos de ellos se inician en este tipo de esquemas laborales debido a la facilidad del horario y para generar un ingreso extra, sin embargo, tras la pérdida de empleos derivada de la pandemia, esto se convirtió en más que un complemento para ser la fuente de ingresos para muchos.
Según el estudio Este futuro no applica de la organización OXFAM México, «el 44% de los repartidores que se sumaron a una plataforma digital en 2021 lo hizo por desempleo». Pero este crecimiento también ha tenido repercusiones negativas si de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se trata.
Cero estrellas en condiciones laborales
Recientemente, un artículo de El Economista evidenció la falta de protección que viven los denominados jornaleros digitales. Basándose en el estudio de OXFAM México, se mostró que las condiciones que enfrentan son casi esclavizantes. Entre ellas destacan:
- La falta de prestaciones.
- Las altas comisiones por parte de las aplicaciones.
- Los ingresos insuficientes por cada pedido.
- El riesgo que corren al salir a entregar.
- Largas jornadas laborales.
- No contar con un seguro médico.
- Falta de seguridad social.
El 69% de los repartidores en México no cuenta con una cobertura médica; esto se traduce en que no hay acceso a incapacidades en caso de accidentes o enfermedades asociadas al trabajo que realizan.
Se prevé que las corporaciones basadas en aplicaciones serán un factor de transformación en la economía global, incluso se ha señalado a este modelo como el futuro del trabajo, pero al mirar el panorama de los colaboradores no se ve como algo muy prometedor o que ayude al cumplimiento del ODS 8 «Trabajo decente y crecimiento económico».
RSE y normativas para los jornaleros digitales
Claro está que la necesidad y la crisis económica ha empujado a muchas personas a formar parte de los trabajos gestionados por plataformas, sin embargo, estas también son un alternativa para personas mayores, madres solteras y estudiantes que no suelen ser contratados por empresas o que no tienen la disponibilidad de cumplir con un horario fijo.
No obstante, parece que las corporaciones que han implementado esta forma de empleo, pese a «ofrecer oportunidad para todos», están evadiendo compromisos al menos en México, lugar en donde el 55.8% de la población económicamente activa trabaja en la informalidad.
Siguiendo con los datos de OXFAM, se ponen en tela de juicio si las corporaciones están haciendo algo al respecto para compensar las ganancias que los jornaleros digitales les brindan, ya que los ingresos de estos últimos no son ni el 7% del valor global de las ganancias de plataformas como Uber Eats, Rappi o Didi Food.
Algunas aplicaciones han incrementado hasta 94% sus utilidades durante la pandemia, mientras los “socios” apenas ganan 30 pesos por pedido en promedio.
Pese a que al gobierno ha intentado regularizar la situación, por ejemplo, con la reforma a la Ley del Trabajo o los convenios de colaboración entre plataformas y el Instituto Mexicano del Seguro Social, lo cierto es que sus esfuerzos han sido endebles.
Naciones como Reino Unido ya han instaurado normativas que protegen a los colaboradores de este tipo de servicios: el año pasado un tribunal británico dictaminó que los conductores y repartidores de Uber tienen derecho a vacaciones pagadas, un salario mínimo y una pensión.
Por lo que es posible hacerlo, solo se requiere que las empresas involucradas sean realmente presionadas por parte del Gobierno, y estas comiencen a adquirir si quiera una pizca de RSE si de sus «socios» se trata.
