México será anfitrión de la Conferencia Mundial de la Juventud del 23 al 27 de agosto. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), nueve de cada diez niños y adolescentes son pobres o vulnerables. Sólo 60 por ciento de la población entre 15 y 19 años tienen acceso al bachillerato; y sólo tres de cada diez puede ingresar a la universidad. De acuerdo con el INEA, en 2009 había 1.5 millones de analfabetas entre 15 y 39 años; de ellos, cerca de 750 mil tenían menos de 29 años, cifra similar a la de la población de la zona metropolitana de Cuernavaca. Además, 25% de los matrimonios y 25% de los embarazos se registran en mujeres menores de 20 años.
Este mes se realizará en León, Guanajuato, la Conferencia Mundial de la Juventud; en este evento, delegaciones de todos los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debatirán propuestas e ideas en torno a la agenda de los Derechos Humanos de la población joven.
México carece de una política apropiada para garantizar los derechos de los adolescentes y los jóvenes, y , en consecuencia, el “bono demográfico” se está convirtiendo rápidamente en una tragedia demográfica.
A pesar de los discursos oficiales, la realidad, al menos la que puede ser expresada en términos estadísticos, es contundente: se están perdiendo enormes cantidades de jóvenes en accidentes, actos violentos y suicidios; cada vez más miembros de este sector poblacional quedan atrapados en las adicciones.
Además, millones no cuentan con las condiciones ni las oportunidades para asistir a la escuela; y hay sumas alarmantes de quienes viven en dos extremos: o son explotados o tienen que truncar sus trayectorias escolares para aportar económicamente a sus hogares.
En esas condiciones México llega como anfitrión a la Cumbre Mundial de la Juventud, en la que más allá de los discursos, el país tendrá muy poco que aportar en términos de experiencias exitosas o “buenas prácticas” en el diseño y políticas de protección de los derechos de los jóvenes.
PAFI, un instrumento olvidado
En el año 2002 se dio a conocer el Programa Nacional de atención a la Infancia y la Adolescencia 2002-2010 (PAFI); ese documento, además de encontrarse en el olvido, no fue revisado seriamente en ninguna ocasión durante el periodo en el que ha estado vigente, y no ha habido tampoco, ningún informe detallado de los progresos y avances en las metas que se plantearon originalmente.
Este año en que vence su vigencia, no ha habido ninguna convocatoria para analizar los retos y pendientes que tiene México en materia de atención a ñoños, pero sobre todo a los adolescentes.
La Cumbre Mundial de la Juventud resulta así una oportunidad para que el gobierno mexicano asuma que es imprescindible construir una política integral en materia de protección a los derechos de los jóvenes, la cual permita contar en la próxima década con un modelo de desarrollo que ponga al centro de sus decisiones a los niños y adolescentes y el cual pueda traducirse, por ejemplo, en un sistema educativo de cobertura universal hasta la educación superior.
Rezago educativo
Uno de los más grandes rezagos en materia de protección de los derechos de los jóvenes en encuentra en la falta de cobertura educativa.
Así, uno de los indicadores que en mayor medida puede mostrar la desigualdad imperante en un país es el analfabetismo. En ese sentido, resulta inadmisible que en el año 2005, según el Anuario Estadístico de los EUM 2009, había en nuestro país poco más de 759 mil jóvenes entre 15 y 29 años que no sabían leer ni escribir, una suma comparable con la población total de la zona metropolitana de Cuernavaca, en el estado de Morelos.
Otro dato de rezago educativo es la inasistencia escolar, condición en que se encontraba en 2005, 46.55 por ciento de la población entre 15 y 19 años. Esto significa que de cada diez jóvenes en ese rango, sólo seis logran ingresar a la educación media superior, y que de éstos, desertan casi cinco de cada diez.
En perores condiciones se encuentran los jóvenes de entre 20 y 24 años, grupo en el cual, en 2005, 78.54 por ciento no tenía la oportunidad de estar en la escuela. Ello implica que sólo tres de cada diez jóvenes en México logran ingresar a la universidad o a instituciones de educación superior y que de ellos, dependiendo de la región, llegan a desertar hasta siete de cada diez.
Derechos sexuales limitados
De acuerdo con los datos del Instituto nacional de Estadística y Geografía (INEGI), había en el año 2005 poco más de 30 millones de adolescentes y jóvenes entre diez y 24 años. De ellos, un millón 891 mil 699 pertenecían a alguna comunidad indígena.
Cabe destacar esos datos, porque permiten dar contexto a temas de la agenda que son de suma relevancia en materia de cumplimiento de derechos humanos de este grupo de la población.
En el año 2006, una de las recomendaciones del alto comisionado de los Derechos Humanos en México fue promover a escala nacional, la modificación de los códigos civiles para establecer como edad mínima admitida para contraer matrimonio, los 18 años.
Pese a lo anterior, hay entidades en donde la edad aceptada para las mujeres es de 14 años, y para los hombres de 16, lo que muestra el conservadurismo y la ignorancia que hay en el país con respecto a los compromisos que México está obligado a cumplir como signatario de convenciones y cumbres relativas a los derechos humanos.
De este modo, es relevante que en pleno siglo XXI, en México, uno de cada cuatro matrimonios registrados es de mujeres menores de 20 años.
Para los hombres, la edad de su primer matrimonio es mayor. El porcentaje de varones que se casa antes de los 20 años no rebasa el once por ciento, lo que evidencia la persistencia de inequidades de género, que apuntan hacia el sometimiento de las féminas.
Lo anterior tiene una estrecha relación con el alto porcentaje de embarazos en mujeres jóvenes o adolescentes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid, 2009), en ese año 12.7 por ciento de las mujeres entre 14 y 19 años había estado alguna vez embarazada, cifra prácticamente similar a la registrada en 2005, lo que muestra que el grupo de edad en el que menos se ha avanzado en la disminución de su tasa de fecundidad es precisamente el de las adolescentes.
Por su parte, para el grupo de mujeres entre los 20 y 24, se reporta que 46.1 por ciento de esas jóvenes, al menos ha estado embarazada en una ocasión. Finalmente, para el sector de entre 25 y 29 años, el índice se sitúa en 70.1 por ciento.
Sería importante conocer la edad promedio o los porcentajes de hombres que en la misma edad han sido al menos una vez padres, para poder dimensionar, una vez más, la desigualdad que sigue imperando entre los géneros en ese tema.
Cabe destacar que a menor urbanización, mayor es el porcentaje de mujeres que se embarazan a más temprana edad. En las localidades de menos de 15 mil habitantes, el porcentaje de mujeres de 14 a 19 años con al menos un embarazo es de 13.5 por ciento; y para el grupo de 20 a 24 es de 56.4 por ciento.
Por el contrario, en localidades de más de 15 mil habitantes los índices son de 12.4 y 41.0 por ciento, respectivamente.
Contagios de sida
México es el segundo país de América Latina con mayor número de personas que viven con VIH-sida, con un total de 200 mil casos confirmados en al año 2007.
Aún cuando el mayor número de casos acumulados de VIH-sida se concentran entre población mayor de 30 años, el número total de jóvenes de 15 a 29 años que han sido diagnosticados con ese virus es de 26 mil 947, de los cuales 21 mil 562 son hombres y seis mil 385 son mujeres.
A pesar de que el Centro Nacional para la Prevención y Control de VIH/sida (Censida) considera que el Virus de Inmuno Deficiencia Adquirida ha entrado a una fase de estabilización, los datos al respecto muestran signos de un repunte importante.
Por ejemplo, el reportado en 2007, sobre cinco mil 151 muertes por esa enfermedad, cifra que rebasa la reportada para padecimientos como el cáncer de mama y el cáncer de cérvix, ya que en promedio, esos males han generado alrededor de 4 mil 500 decesos en los últimos años, cada uno.
La pobreza es joven
En México, como en todo el mundo, la pobreza tiene fundamentalmente rostro de joven y de niños. Según los datos de Coneval, 13.1 por ciento de los menores de 17 años vivían en condiciones de pobreza extrema en 2008; porcentaje que supera al promedio nacional de 10.5 por ciento.
Así, de los 11.2 millones de personas en pobreza multidimensional extrema, 5.1 millones tenían 17 años o menos. En 2008, el 86.7 por ciento de los jóvenes, eran pobres o vulnerables, indicador que podría llegar a 90 por ciento.
Fuente: Excélsior; Nacional, p. 14
Autor: Mario Luis Fuentes
Publicada: 3 de agosto 2010
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