En las últimas décadas, los derechos de las mujeres y niñas han avanzado; sin embargo, dicho progreso no ha crecido de la forma necesaria, puesto que los estragos del sometimiento femenino perdura. Muestra de esto es el entorno laboral donde ellas están subrepresentadas o incluso invisibilizadas. Lo que no les permite tener un patrimonio propio o seguridad social, así lo demuestra un estudio reciente sobre jubilación para las mujeres en México y otros países.
En dicho material, titulado Informe mundial de equidad de género en la riqueza de 2022, la consultora WTW coloca a nuestro país como el segundo lugar en el que las mujeres generan menos riqueza para sí mismas que los hombres. Situación que enfatiza la gravedad de la brecha de género nacional que hace que una mujer gane 86 pesos por cada 100 que obtiene un varón.
El dato anterior nos da un vistazo del porqué la jubilación para las mujeres en México es 40% menor que la del género masculino, poniendo sobre la mesa una tema importante: la violencia económica, un factor que obstaculiza la igualdad y agudiza las problemáticas sociales. ¡Te contamos más al respecto!
¿Qué es la violencia económica?
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia (LGAMVLV, 2007) define a la violencia económica como «toda acción u omisión del agresor que afecta la supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a través de limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones económicas, así como la percepción de un salario menor por igual trabajo, dentro de un mismo centro laboral».
Como puede observarse, este tipo de transgresión puede ser ejercida ya sea en casa o en el trabajo, lo que vulnera a las víctimas y afecta a 22 de cada 100 mujeres en nuestro país. Hay que destacar que la violencia económica pasa muchas veces inadvertida, ya que está naturalizada y, en muchas ocasiones, es parte de la dinámica familiar y cultural.
Sin embargo, su prevalencia está impactando negativamente el futuro de millones de mujeres, que al dedicarse a trabajos no remunerados —es decir, a labores de cuidado, servicios de salud y educación—, tener que trabajar en la informalidad o estar sujetas a la desigualdad salarial no pueden alcanzar un monto similar de pensión que la de los hombres.
Según el reporte de WTW, las estadísticas generales muestran que una mujer genera en su vida el 74% de riqueza de un hombre, esto es casi diez puntos menos para las mexicanas, que producen 63% de lo que ellos. Como lo detalla El Economista, los principales factores que contribuyen a ello son:
- La brecha salarial: Las mujeres en puestos de liderazgo y con sueldos mayores a cinco salarios mínimos son casi la mitad (248 mil) frente a los hombres (546 mil).
- El crecimiento laboral: Los incrementos salariales y cambios de puesto son más lentos para las colaboradoras.
- Brechas de carrera: Dado que ellas suelen ser más propensas a dejar sus trabajos para realizar labores no remuneradas, además de la maternidad.
Debido a esta situaciones, no es sorprendente que la jubilación para las mujeres en México sea baja en comparación con la de los varones. Por lo que es un problema que se debe atender con urgencia, puesto que la situación transgrede de manera directa o indirecta a 65 millones de mujeres.
La importancia de la jubilación para la mujeres en México
La jubilación es el derecho garantizado por la ley, que implica el retiro de la vida laboral cuando se alcance una determinada edad o años de trabajo. Para acceder a ella, las personas trabajadoras acumulan cierto capital que les permitirá cubrir sus necesidades, pese a ya no estar laborando, lo que les ofrece una vejez tranquila.
Esta prestación suele estar sometida a tener un trabajo formal, algo que no poseen 56.8% de las mujeres mexicanas que laboran en la informalidad. Asimismo, la jubilación para las mujeres en México, como en otras regiones, mantiene un sesgo de género destacado, pues ellas tienden a estar en desventaja tanto en sistemas de pensión privados como públicos.
En los primeros es para ellas más difícil realizar aportes y acumular un capital estable, mientras que en los segundos, los sueldos bajos y la deserción laboral, derivados de la desigualdad de género, impiden que se incremente su cifra pensionaria. En los años activos, esto suele ser pasado por alto por las trabajadoras, quienes priorizan otras cosas, como la manutención propia o de sus hijos y familiares, sin tener en cuenta su futuro.
Del igual modo, las mujeres, al ser un grupo históricamente vulnerable y al contar con una esperanza de vida mayor, son más susceptibles de convertirse en adultas mayores víctimas de violencia, desempleo y pobreza. Por ejemplo, solo el 10% de las mujeres mayores de 60 años están pensionadas o jubiladas, mientras que lo están el 27% de los hombres. Aunado a ello, 51% de los varones en este rango de edad aún son económicamente activos y solo lo son el 19% de ellas.
«Las mujeres tienen mayor esperanza de vida y una gran cantidad carece de una pensión contributiva. En la medida en que no incursionaron en el mercado laboral cuando llegan a la vejez no tienen acceso a la seguridad social, situación menos frecuente entre los varones. Eso las pone en una desventaja enorme».
Graciela Casa Torres, especialista en Gerontología.
Es relevante que la jubilación para las mujeres en México sea prioridad para las instancias gubernamentales y para el sector privado, puesto que, generando vacantes formales y mejores prestaciones para ellas, podrían evitar un futuro incierto.
La RSE, una aliada en la igualdad
Como ya se mencionó, la industria privada es fundamental para transformar la realidad de millones de mujeres, pues al ser quien provee de empleo a las personas, también puede generar cambios en cuanto a la inclusión, por medio de estrategias para impulsar a sus colaboradoras dentro del organigrama. Lo anterior no solo mejorará la reputación corporativa, sino que también generará beneficios internos.
Esto ya que las mujeres líderes mantienen características como la resiliencia, una visión estratégica de los recursos y cuidan mucho el tema de desarrollo de talento, lo cual minimiza la rotación de personal, economizando gastos por ese. Por ello, las empresas que consideran a sus trabajadoras para puestos de alta responsabilidad están tomando una decisión que podría traerles grandes ventajas competitivas.
Pero, para conseguirlas, los empleadores deberán contar con una sólida visión de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), ya que para impulsar a las mujeres se requiere de «poner el piso parejo» entre ellas y la comunidad masculina. Para ello, será necesario integrar medidas de apoyo como pueden ser guarderías, tiempos flexibles y concientización a todo el personal.
Incrementando a las mujeres en los entornos laborales formales y haciéndolas acreedoras a salarios competitivos, las dificultades que tiene la jubilación para las mujeres en México podrían mitigarse, reduciendo las cifras de violencia económica y pobreza tanto en la vida adulta como en la vejez.