Después de la Olimpiada de Pekín en 2008, los grandes eventos deportivos se han impuesto un nuevo objetivo: reducir sus emisiones contaminantes.
China prácticamente logró lo prometido, más no superó las expectativas, aseguró el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Desde que se presentó la propuesta para que Pekín se convirtiera en la sede de los Juegos Olímpicos 2008, se dieron a la tarea de cumplir con un Compromiso Ambiental Olímpico, que incluyó el uso de energías renovables, la utilización del agua de lluvia, el reciclaje de desechos, el tratamiento de aguas, la firma de “acuerdos verdes” con las empresas patrocinadoras que han formado parte del evento y, particularmente, la construcción de instalaciones con tecnología verde.
(Redacción) Excélsior, Dinero, p. 10, lunes 23 de febrero de 2009
