Esta especie es la base de una creciente industria turística con una derrama anual mundial de 47.5 millones de dólares
Gracias al fortalecimiento del plan de manejo, la difusión de los códigos de conducta para la observación y nado con el tiburón ballena, y a la capacitación a prestadores de servicios turísticos, apoyados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (PROFEPA), la Alianza WWF-Telcel y Conciencia México, entre 2009 y 2012 se han logrado reducir en 26% las lesiones causadas por embarcaciones a esta especie (Rhincodon typus), el pez más grande que existe en el mundo y que habita en la Bahía de La Paz, Baja California Sur, en el Mar de Cortés.
A la Bahía de la Paz llegan cada año entre 19 y 72 tiburones ballena. Desde 2003, Dení Ramírez, de Conciencia México, quien lleva una década estudiando a este pez, ha foto-identificado a 242 tiburones ballena, de los cuales 50 (20%) han regresado en distintas temporadas, lo cual muestra la importancia de esta bahía, donde encuentran alimento y protección contra depredadores.
“A partir del 2009 realizamos análisis más detallados de las lesiones causadas a los tiburones ballena, separándolas en lesiones frescas (de la temporada en curso) y viejas (cicatrices de temporadas pasadas). El análisis de lesiones frescas del 2009 al 2011 demuestra que hasta 61% (33 de 54 tiburones) fue lastimado durante su estancia en la Bahía de La Paz, mientras que en 2012 los tiburones lastimados disminuyeron a 35% (23 de 66 tiburones). Sin embargo, es necesario que este porcentaje disminuya aún más”, dijo Ramírez.
Desde 2009, la Alianza WWF-Telcel apoya a la especialista en el estudio y conservación del tiburón ballena en el Mar de Cortés y el Archipiélago de Revillagigedo, para determinar su estado poblacional y entender sus rutas migratorias. Durante los últimos cuatro años, en colaboración con las autoridades federales y agencias de turismo locales, se han impartido cursos de capacitación a 151 prestadores de servicios turísticos y colocado mamparas informativas sobre las reglas para nadar con tiburón ballena en marinas de La Paz y el parque acuático el Coromuel, cerca de esta ciudad.
“Para su monitoreo se usa la técnica de foto-identificación y el marcaje satelital, ya que los puntos y líneas que se observan en cada tiburón son equivalentes a las huellas digitales de los seres humanos, es decir, son únicas en cada individuo. Así podemos saber cuántos tiburones visitaron cada área en una temporada, cuánto tiempo se quedaron y si regresan, y sus movimientos entre localidades. Por ejemplo, detectamos que los juveniles se mueven entre Bahía de Los Ángeles y la Bahía de La Paz”, comentó Ramírez. En total se han foto-identificado 512 tiburones ballena en el Mar de Cortés y el Archipiélago de Revillagigedo.
El tiburón ballena es un pez que llega a medir hasta 20 metros y pesar 34 toneladas. A pesar de su tamaño, no son agresivos y se alimentan filtrando plancton cerca de la superficie del mar. Este comportamiento ha permitido que en diferentes partes del mundo florezca una industria turística de observación y nado alrededor de estos gigantes, que a nivel internacional genera una derrama anual de alrededor de $47.5 millones de dólares.
Viajan distancias de hasta 5,000 km y viven en todos los mares tropicales y templados del mundo, en sitios donde hay mucho alimento, como arrecifes coralinos, montañas submarinas, frente a manglares o estuarios. En México se encuentran en Bahía de los Ángeles, Bajo Gorda (San José del Cabo), y Bahía de La Paz, en el Mar de Cortés -en esta última de agosto a febrero- y en Isla Holbox, Quintana Roo, de mayo a septiembre.
A pesar de que es una especie protegida a nivel global, está amenazada por la pesca ilegal e incidental, la degradación de los hábitats costeros, la contaminación y el tráfico de embarcaciones. El tiburón ballena es una especie vulnerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ya que ha sido víctima de la caza indiscriminada, particularmente en países asiáticos, donde su carne se consume como “tofu” de tiburón y sus grandes aletas se usan como trofeos, y está amenazada según la Norma Mexicana de Especies en Riesgo NOM-059.
La actividad de turismo regulado con tiburón ballena en La Bahía de La Paz ha crecido en los últimos años, incrementándose el número de permisos de 19 en 2009 a 102 en 2012. “Tomando en cuenta que esta especie representa la base de una derrama económica importante para La Paz y de que es un referente de la buena salud de los ecosistemas, es indispensable fortalecer a la brevedad las medidas para su conservación. En particular, debe establecerse un límite al número de permisos, dado que el número de tiburones fluctúa en la temporada y de un año a otro, así como definir junto con las autoridades federales la capacidad de carga (es decir, el número máximo de permisos o embarcaciones cerca de los tiburones) considerando el promedio de tiburones por mes, el promedio de turistas por embarcación y la capacidad de vigilancia”, señaló Ramírez.
“El tiburón ballena es enigmático y representa grandes retos dado que es poco lo que se conoce de ellos”, advierte la experta. “Para conservarlo debemos proteger su hábitat y, para lograrlo, deben existir sinergias entre la ciencia, las autoridades, el turismo, las pesquerías y la educación ambiental,” concluyó Ramírez.
La Alianza WWF-Telcel y la SEMARNAT han promovido al tiburón ballena como especie emblemática de La Paz, entre otras actividades, con el ensamblaje de una escultura geodésica de 10 metros de este pez forrada por 1,050 niños y jóvenes con botellas de plástico de PET 1, y la colaboración con organizaciones de educación ambiental para enseñar a estudiantes locales los trabajos científicos sobre la especie.
Comunicado de Prensa