El motivo es menos obvio de lo que cabría esperar, pero igualmente determinante. El hecho de que haya menos mujeres astronautas se debe a que el umbral de exposición a la radiación espacial de las mujeres es inferior al de los hombres, por lo que es una cuestión de salud lo que limita las ocasiones de ver a mujeres astronautas en el espacio.
Según la NASA, la exposición prolongada a la radiación cósmica, ya sea en la superficie de algunos planetas o en el espacio profundo, aumenta las probabilidades de desarrollar enfermedades como el cáncer. Si ponemos como ejemplo una posible misión a Marte de 1.000 días de duración, el riesgo añadido de padecer cáncer en los hombres sería entre el 1 y el 19%; en las mujeres, este porcentaje supone casi el doble. El por qué este porcentaje se ve aumentado en las mujeres es sencillo: por poseer órganos sensibles a esta enfermedad, como son los ovarios y los pechos. Este hecho lo convierte en imperativo para limitar las misiones espaciales en las que puedan participar astronautas mujeres.
Para paliar este problema la Unión Europea puso en marcha en enero de 2013 un nuevo proyecto, llamado Space Radiation Superconductive Shield (SR2S), que tiene como objetivo resolver el problema de la protección contra las radiaciones del espacio para todos los astronautas, sin tener el cuenta el sexo. El proyecto pretende construir un blindaje superconductor que creará un campo magnético en torno a la nave espacial. Este campo magnético será 3.000 veces superior al del planeta Tierra y será capaz de desviar las partículas ionizantes.
Entre los organismos implicados en SR2S se encuentran el Instituto Nacional de Física Nuclear de Italia (INFN), el CERN de Suiza o la Comisión de Energía Atómica y Energías Alternativas de Francia (CEA).
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