Forma y Fondo CLIX
Como cada año, desde hace diecinueve, el pasado 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua. Y como cada día muchos millones de personas, casi novecientos alrededor del mundo, lo mal pasaron y lo único que recordaron es que no ejercen su derecho de acceso al agua, proclamado por todos los rincones en lo local y en lo internacional. La retórica oficial insiste en que sin agua no hay dignidad ni manera de escapar de la pobreza. Pero en América Latina no tienen acceso al agua ciento veinte millones de habitantes urbanos y alrededor de ciento cincuenta millones no disponen de servicios sanitarios adecuados.
Al momento, cada veinte segundos muere una persona en el mundo por falta de agua potable. El dato tiene base ya que un cuarenta por ciento de la población mundial carece de los servicios básicos de saneamiento. Dentro de catorce años (2025) dos de cada tres personas en el planeta padecerán sed.
Del agua dulce existente, setenta por ciento se destina para riego, veintidós por ciento para uso industrial y el ocho por ciento restante para uso doméstico. Al ritmo actual, en el 2050 será mayor el número de habitantes en las ciudades que la población actual en todo el mundo.
Los datos son resultado de investigaciones por parte de organismos especializados y de gobiernos, desde luego los que no maquillan su realidad. Los diez principales ríos del Planeta están contaminados. En el vecino país del norte, hasta hace poco rector de muchos destinos con repercusión mundial, cerca del cuarenta por ciento de sus reservas de agua dulce se encuentran contaminadas. Hoy en día cerca de treinta países tienen severos problemas de abastecimiento de agua, como Kuwait, Libia, Qatar, Arabia Saudita, Singapur, España, Australia, Japón, Reino Unido, por citar algunos.
En México, el discurso presidencial alertó sobre el estrés hídrico nacional por la escasez de agua potable, situación preocupante para las generaciones futuras y en la actualidad con categoría de asunto de seguridad nacional. Lo grave de la situación coloca a México al nivel de algunos países del norte de África que siempre han padecido por la falta del líquido.
De los seiscientos cincuenta acuíferos existentes en el país, al menos cien se encuentran agotados por la sobreexplotación; prueba de ello son los hundimientos de la Ciudad de México. En el caso del agua para actividades agrícolas la tecnología es mínima, consecuencia de la falta de visión de mediano y largo plazo. En otras palabras, la falta de políticas, de inversión y de cultura, llevó a México a la situación actual de insustentabilidad hídrica.
Como en tantos otros rubros, la riqueza de recursos de la nación se ha desperdiciado en perjuicio de la mayoría de sus habitantes y en beneficio de unos cuantos. Las consecuencias son directas sobre los ecosistemas y la salud humana. La situación se torna en una tragedia indescriptible y un serio obstáculo para el desarrollo.
A nivel mundial y ante la imparable contaminación de las pocas reservas que quedan y la imposibilidad de aumentar las reservas de agua dulce, surgen dos opciones para administrar el agua: una alentada por el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, etc. que consideran el agua como simple recurso mercantil y que debe estar en manos de empresas privadas ante la ineficiencia del Estado, principal responsable de su despilfarro.
Otra de quienes defienden el agua como un derecho universal básico para la satisfacción de los demás derechos fundamentales, promovida por las Naciones Unidas, ONG’s y las poblaciones afectadas.
Ya en el 2010 se declaró como un derecho humano fundamental el acceso al agua potable y al saneamiento básico. El líquido no puede ser una mercancía, es un derecho y son las comunidades organizadas las que deben administrarlo y cuidarlo, al igual que los bosques.
El tema de la Semana Mundial del Agua celebrada por estos días en Estocolmo es: “Agua en un mundo urbanizado, respuesta a los cambios globales” Otra de las aplicaciones de la sustentabilidad es la hídrica en cuanto a una planificación urbana que use y recicle el agua a manera de disminuir las tensiones sociales y económicas en las ciudades.
El ciudadano moderno considera que el agua es un recurso inagotable para su placer, conveniencia y beneficio, en vez de un elemento esencial de un ecosistema vivo por el que recibimos lo mismo: vida. Anualmente la humanidad contamina y descarga una cantidad de desechos industriales y humanos en los cuerpos de agua, equivalentes al peso de la población mundial. Se extrae de pozos, ríos y arroyos para llevarla a los grandes centros urbanos y si están cercanos a los océanos, se descargan como residuales contribuyendo a aumentar el nivel del mar.
Sin olvidar la irrigación de zonas desérticas para siembra, la contaminación de los cuerpos de agua con desechos de la industria minera, petroquímica y nuclear, aumentado todo ello por el alto porcentaje que se pierde en las viejas redes de distribución a las que no se ha invertido en darles mantenimiento.
La forma: el agua es un patrimonio común, un bien y un servicio público que debe protegerse como un derecho. El fondo: es el único camino para vivir en armonía entre iguales, sin olvidar que: TODOS SOMOS NATURALEZA.
Este artículo es responsabilidad de quien lo escribe y no refleja la opinión de Expok ni de sus colaboradores.
Fuente: Acacia Fundación Ambiental A. C.