Por Antonio Tamayo Neyra
Es evidente que un elemento existente en las múltiples relaciones comerciales y de negocios es el temor a una decepción; aspecto que de alguna manera se ha venido acrecentando en los últimos tiempos, y que está marcando de alguna manera una forma de ser y de actuar.
Esto es relativamente fácil de verlo en las diversas campañas publicitarias que a través de técnicas mercadológicas le dicen a sus potenciales clientes que crean en ellos, en el producto que están ofreciendo, que son ciertas las bondades o cualidades de tal o cual artículo.
Esto significa entonces que la confianza, aunque no se mencione de manera expresa, es el aspecto clave que buscan las empresas en la relación con sus clientes, que están diciendo la verdad en sus mensajes publicitarios y por lo tanto son dignos de creerse.
Y de la misma manera que esto se percibe en los aspectos comerciales y de negocios, también es percibido en las relaciones personales, las eventuales relaciones con gente desconocida se realizan en lo mínimo, buscando entrar solamente en contacto con amigos de los amigos, o de quien se tienen referencias.
Un ejemplo palpable también puede verse en los últimos días en el plano financiero, los drásticos altibajos en el valor de las monedas en su relación cambiaria con respecto al dólar, y también en los vaivenes de las Bolsas de Valores a escala mundial.
Un comentario del presidente de la FED, el equivalente al Banco Central de Estados Unidos, despierta una serie de suspicacias entre lo que dijo y lo que realmente quiso decir, que en lugar de generar alguna certidumbre, genera más dudas e inquietudes en los denominados mercados.
Luego entonces, la desconfianza y con ella la incertidumbre son las reglas del juego que actualmente imperan, y que son el resultado de la crisis que se presentará de manera clara desde el pasado 2008.
Esto significa que existe una crisis de confianza generalizada; no se cree en el gobierno, en las empresas, o bien en determinados grupos sociales; y se vive en una constante alerta ante el temor de ser robados, timados o engañados; siendo está situación ya tan constante que se considera ya como algo normal, sin embargo esto está lejos de lo que es la verdadera cohesión social.
Es cierto que siempre ha existido y seguramente seguirá en el futuro la desconfianza presentándose en todas las relaciones humanas, ya sean estas sociales, de negocios o en el plano financiero, es más, podría inclusive atreverme a decir que es sana, en la medida de que es una forma de estar alertas y preparados ante quien eventualmente pretenda aprovecharse de las buenas intenciones en una probable relación entre dos personas o empresas.
Pero es aquí precisamente donde está el punto clave, el que en el momento de iniciar alguna relación o intercambio comercial, se comience de la desconfianza y no al revés; si partimos de la convicción de no confiarse de nadie desde el inicio, será muy difícil mantener una relación ni mucho menos incrementarla.
Es pues necesario hacer algo para revertir dicha situación, y esto puede ser el fomentar la confianza en todos los aspectos de las relaciones, ya sean sociales y de negocios. Hay que tomar en cuenta que toda relación parte en función de las expectativas creadas, las cuales nacen de los antecedentes del probable interlocutor; ahora bien: ¿De dónde o de quién proviene la información de dichos antecedentes? Vale la pena evaluar qué se dijo y quién lo dijo.
Es cierto que la confianza no se gana de manera instantánea, es algo que se va generando y se va construyendo paulatinamente, pero es importante el considerarla como el punto de partida; en otras palabras considerar ver el “vaso medio lleno y no medio vacío”. De lo contrario, si bien vivimos en sociedad, seremos seres aislados que conviviremos social y económicamente, pero no como seres humanos, que es a fin de cuentas lo que somos realmente.
Seguiremos platicando …
Blog: http://atamayon.blogspot.com
Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso)
También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales.
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.